2

276 5 0
                                    

Estoy acostada boca arriba en la casa del árbol, mirando por la ventana. La luna está tan delgada que parece una uña cortada en el cielo. Mañana ya no habrá casa del árbol. Apenas he pensado en este lugar, pero, ahora que va a desaparecer, estoy triste. Supongo que es como todos los juguetes de la infancia. No es importante hasta que ya no lo tienes. Pero es más que una casa del árbol, y siento como si fuera el fin de todo.

Lo veo al incorporarme, un hilo púrpura que sobresale del suelo de madera, sacando la cabeza como un brote de hierba. Tiro de la punta y lo saco. Es la pulsera de la amistad de Genevieve, la que yo le di.

"Créeme, a partir de ese momento dejamos de ser amigas."

No es cierto. Todavía celebrábamos pijamadas y cumpleaños. Y lloró conmigo cuando creyó que sus padres se iban a divorciar. No es posible que me odiara durante todo ese tiempo. No lo puedo creer. Esta pulsera de la amistad lo demuestra.

Porque es lo que metió en la capsula del tiempo, su bien más preciado, igual que el mío. Y en la fiesta, lo sacó y lo escondió. No quería que lo viera. Pero ahora lo sé. Entonces yo también le importaba. En el pasado, fuimos amigas de verdad. Me brotan las lágrimas. Adiós, Genevieve; adiós, días de secundaria; adiós, casa del árbol y todo lo que fue importante para mí durante ese cálido verano.

La gente entra y sale de tu vida. Durante un tiempo son todo tu mundo; lo son todo. Y entonces, un día dejan de serlo. Es imposible saber durante cuánto tiempo los tendrás cerca. Hace un año, no me habría imaginado que Josh ya no sería una constante en mi vida. Me habría resultado inconcebible no ver a Margot todos los días, lo perdida que me sentiría sin ella, la facilidad con la que Josh desaparecería sin que me diera cuenta. Las despedidas son duras.


-¿Lara Jean? -escucho su voz desde abajo, entre la oscuridad.

Me seco las lágrimas con las mangas y me siento derecha.

-Estoy aquí.

Escucho sus pasos. Cómo sube con rapidez la escalera. Lo veo agachar la cabeza al entrar y sentarse a mi lado. Sólo me mira.

-Mañana derribarán la casa -le digo.

-¿En serio?

-Sí. Van a construir un kiosco. Ya sabes, como en La Novicia Rebelde.

Escucho su risa entre las sombras y me pregunto qué es lo que piensa. Me mira fijamente.

-¿Para qué me llamaste, Lara Jean?

Suspiro pesadamente. Ojalá lo supiera.

-Yo... no lo sé, John.

-¿Estás bien?

No soy capaz de contestar. Abro y cierro la boca intentando hablar. John lo nota y busca mis manos, la toma entre las suyas y me mira. El silencio que se forma entre nosotros me envuelve, y es agradable. No es la clase de silencio que incomoda y te hace sentir tonto. Este me reconforta.

-Todas las cosas tienen un final, Lara Jean.

-Lo sé. Pero duele. -Mi sonrisa lastimosa se hace evidente.

-¿Seguimos hablando de la casa del árbol?

Sé lo que él piensa. Peter.

-No es sólo eso. Es Genevieve... y Peter -Las lágrimas vuelven a brotar de mis ojos, solo que esta vez lo hacen más lento.- Todo ha terminado.

-¿Ah, sí?

-Sí. Todo.- Observo cómo sus manos acogen las mías. Me hace sentir mejor.- Gen y yo no seremos amigas nunca más; y Peter, bueno..., con suerte seguiremos hablando. Es como si la casa del árbol representara más, no sólo un recuerdo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 17, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

P.S: I don't love youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora