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Pero cuando salgo de clase, veo a John con el coche estacionado en la entrada.

Está de pie delante de su coche. Aún no me ha visto.

Con esta luz brillante de la tarde, el sol ilumina el cabello rubio de John como un halo y, de repente, me golpea el recuerdo visceral de haberlo amado a lo lejos, de manera estudiada, con ardor. Cuánto admiraba sus manos delicadas y la curva de sus pómulos. Hace mucho tiempo me sabía sus facciones de memoria. Lo tenía memorizado.

Aprieto el paso.

-¡Hola! ¿Qué haces aquí? ¿No tienes clase? -le digo, y lo saludo con la mano.

-Salí temprano.

-¿Tú? ¿John Ambrose McClaren yéndose de pinta?

-Te traje una cosa -responde con una risa, y saca una caja del bolsillo de su abrigo-. Toma.

La tomo en mis manos. La siento pesada, llena de sustancia.

-¿La... la abro ahora?

-Si quieres...

Siento su mirada sobre mí mientras rasgo el papel, y abro la caja blanca. Está nervioso. Preparo mi sonrisa para que sepa que me gusta, sea lo que sea. El mero hecho de que haya pensado en comprarme un regalo es tan... de agradecer.

Acurrucado en el papel de seda blanco,  hay un globo de nieve del tamaño de una naranja con el pie de latón. Dentro hay un chico y una chica patinando sobre el hielo. Ella lleva un suéter rojo y orejeras y está dibujando un ocho, y él la está admirando. Es un momento atrapado en ámbar. Un momento perfecto, preservado en el cristal. Como la noche de nieve en abril.

-Me encanta -le digo, y me gusta un montón. Solo una persona que me conociera de verdad podría regalarme esto. Sentir que alguien me entiende tan bien. Es un sentimiento tan maravilloso que podría llorar.

Es algo que conservaré para siempre. Este momento, y este globo de nieve.

Me pongo de puntitas y lo abrazo, y él me envuelve con más y más fuerza en sus brazos.

-Feliz cumpleaños, Lara Jean.

Estoy a punto de entrar en su coche cuando veo que Peter se acerca dando grandes zancadas.

-Espera un momento -dice con una media sonrisa simpática en la cara.

-Hola -respondo con cautela.

-Hola, Kavinsky -dice John.

Peter lo saluda con la cabeza.

-No he tenido oportunidad de desearte feliz cumpleaños, Covey.

-Pero... me viste en clase de química...

-Pero saliste a toda prisa. Tengo una cosa para ti. Abre las manos. -Me quita el globo de nieve de la mano y se lo da a John-. Toma, ¿puedes sujetarlo un momento?

Miro a Peter y a John. Ahora estoy nerviosa.

-Tiende la mano -ordena Peter. Miro a John una vez más antes de obedecer, y Peter se saca algo del bolsillo y lo deja caer sobre mis palmas. Mi relicario con forma de corazón-. Es tuyo.

-Pensaba que habías devuelto el collar a la tienda de tu madre.

-Nop. No estaría bien en el cuello de otra chica.

Parpadeo.

-Peter, no puedo aceptarlo. -Intento devolverlo, pero sacude la cabeza: no piensa tomarlo-. Peter, por favor.

-No. Cuando te recupere, volveré a poner ese collar en tu cuello y añadiré una insignia. Como en los años cincuenta. ¿Te acuerdas, Lara Jean? -dice, y mantiene la mirada fija en mí.

P.S: I don't love youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora