Ojos cafés

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Marco se despidió del extraño y hablador señor una vez que lo había dejado fuera del hotel. 

Observó la edificación que se encontraba frente de él, pocas o más bien nulas personas circulaban por allí, de seguro si hubiera estado en pie por sus tierras aquel lugar hubiera estado abarrotado de gente gritando su nombre. 

Se sintió algo extraño por ello.

Caminó unos cuantos pasos, el Hall era exuberante, pero quizás no tan lujoso como esperaba, pero poco importaba ya, necesitaba una buena cama, suficiente de preocuparse por pequeñeces. 

Se acercó al mostrador de pulcro mármol, una voluptuosa pero elegante mujer morena se encontraba del otro lado, con labios rojo cereza y una pañoleta negra que adornaba su cuello.

Sonrió con algo de egocentrismo.

- Bienvenido al hotel Sheraton, ¿Qué desea? -la chica le dio una sonrisa cruzando los dedos encima del mostrador. 

- Buenas noches, necesito una suit -la sonrisa del rubio se ensanchó mostrándose algo coqueto pero la chica se volvió a teclear ignorándolo por completo. 

- ¿Por cuántos días? -preguntó volviendo a teclear, la observó algo incómodo, ¿es que acaso allí no llamaba la atención de nadie? 

Se aclaró la voz. 

- Una semana más o menos -respondió. 

Pasó su mano por su cara en un pequeño intento de despertarse, la chica tecleo y buscó algo en un cajón, de allí sacó una tarjeta y un tabla con algunas hojas. 

- Bueno señor, necesito que rellene alguno de los datos que las formas dicen y que firme las últimas hojas, para su comodidad y si lo necesitara la forma tiene español e ingles. 

La chica le sonrió y volvió a teclear algunas cosas en su computadora sin ni si quiera dirigir su vista a aquel rubio. 

Marco suspiró ya leyendo las condiciones de la forma, firmó rápidamente, jamás le había gustado hacer aquellos tipos de tramites, en Alemania todo conllevaba formas, formas y formas, enviarlos a recursos humanos de allí para un lado al otro, pero aquello no había sido demasiado tedioso, volvió a sentirse fuera de lugar, pero de todas formas aliviado. 

Le entregó aquella forma a la chica, le dio una pequeña mirada, timbró en alguna que otra hoja con un timbre de madera y tinta burdeo,  finalmente le dio una larga hoja a Marco, suponiendo que era su copia.

- Bueno allí está la copia del contrato, cualquier cosa fuera de lugar aquel documento es signo de apelación, tu habitación es la 3008, está en el dieciochoavo piso, te recomiendo que tomes el ascensor de allí -apuntó al fondo del Hall y le entregó la tarjeta. - Espero que obtengas una buena estadía en el hotel, buenas noches. 

Asintió dando un pequeño gracias volvió a arrastrar la maleta sin ningún cuidado al ascensor.

...

Pestañeó sin ningún cuidado, la habitación estaba en total oscuridad, sentía como si hubiera descansado por tanto tiempo que podría ganarle al Bayer Munich las veces que quisiera.

Pasó las manos por su cabello bostezando e intentando sacar el poco y escaso sueño que le quedaba. 

Por primera vez encendió su móvil, de inmediato el aparato comenzó a sonar como loco, ocasionando que el sonido fuera a similar a una batidora descompuesta. 

El rubio suspiró desganado cuando vio que la mayoría de las llamadas eran de su entrenador y físico terapeuta.

Volvió a apagar el aparato borrando cualquier tipo de información que pudiera llegar. 



Se tumbó de espaldas a la cama pensando que quizás hubiera hecho algo malo, y que quizás todo aquello había sido una pésima idea.

Pero de inmediato pensó, todos aquellos días de tristeza que se quedó en aquella habitación con mensajes de pena y de pesar por la lesión que siempre lo aquejaba. 

A Marco esta vez no se la iban a ganar, era un país nuevo, quizás con la mejor ventaja que podía tener. 

Nadie lo reconocía. 

Agarró su mochila sacando todo por completo y echando cosas que consideraba necesarias en ella. Tomó una ducha larga y se vistió con ropa que consideraba cómoda. 

Tomó un Yoki Puma negro y bajó hasta donde se supone que estaba la cafetería. 

El horario chileno marcaba exactamente las seis de la tarde, el cambio de horario no le había hecho mucho daño, es más se sentía con más fuerza que nunca. 

Cuando apenas el ascensor se abrió, vio una cantidad considerable de personas cenando, y otras merendando, frunció el ceño ante aquello pero decidió ignorarlo sabiendo que eso podía ser absolutamente normal allí.

Tomó una bandeja notando como había una barra libre de platos ya hechos a un lado, supuso que estaba para servirse y así lo hizo, buscó una cena contundente, con un postre y un gran vaso de jugo que podía adivinar con seguridad que era piña. Buscó una mesa y tomó un folleto de un aparador cercano.

El estómago había dejado de pedirle comida, con un suspiro termino el alimento subiéndose satisfecho, se dirigió a su próxima aventura, el tobillo le dolía solo un poco, había improvisado una perfecta venda en él, resistiría lo suficiente como para dar unas cuantas vueltas y conseguir un fisioterapeuta en alguna parte.

Paró lo más cercano que él conocía como Taxi con los mismos colores de su camiseta, aquello había dudo bastante cómico para él.

Pidió un viaje largo, decidió observar por la ventana ante el inminente silencio que le otorgaba su chófer de turno, el cual agradecía, por que quizás no le hubiese entendido ni la mitad.

Apenas con algunas horas en el cuerpo aquello había causado una curiosidad alucinante, no sabía si aquello era bueno o malo pero aquel sentimiento seguía alojado en él para seguir investigando.

El automóvil seguía a su paso normal , el día comenzaba a oscurecer, vistosos carteles iluminaban su entorno llamando fuertemente su atención, la vibración de la música retumbaba en los vidrios de aquel vehículo.

Sonrió algo nostálgico, recordaba cuando apenas era un niño de 18 salía a fiestas sin que la gente lo abrumase  tan solo por que era Marco Reus.

Pagó, bajando en un centro más o menos decente para su diversión, de inmediato notó la notoria cantidad de gente que se aglomeraba allí dentro.

Ni si quiera se notaba en lo más mínimo que era día hábil por la gran cantidad de gente que lo rodeaba, la mayoría de ellos de movía al son de la música, el olor a alcohol y cigarro de mezclaba, pidió un trago fuerte ya sentado en la barra.

Observó a su alrededor, una voluptuosa rubia que no le quitaba los ojos de encima, antes podría pensarlo mejor un solo descuido y los medios lo destruirian, pero aquí eso era distinto, miró el trago y le dió otro sorbo.

Se levantó sin quitar los ojos de aquellos labios carmesí que le sonreían con seducción, la chica le sonrió y lo llamó con su dedo índice intentando decirle que la siguiera.

Volvió a sonreír con complicidad, y le siguió el paso, el sonido comenzaba a seguir aún más lejos mientras cruzaba la puerta en que segundos antes había estado la rubia.

Apareció frente de él, con su vestido escotado y pegado al cuerpo, volvió a sonreír tan solo para Marco, sintió que sus ojos cafés lo absorbían, lo siguiente, un ruido, un golpe, un dolor insoportable y él sumido en una eterna oscuridad.

Lo último que vio fueron esos ojos observándolo con sorna.









La cueca del aleman (Marco Reus)Where stories live. Discover now