Cap. 1 El Gigante Dormido

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Toda mi vida he estado perdido en un oscuro abismo, un abismo del cual podemos llamar como sociedad, cultura, religión, política, vida y muerte. Desde que tengo conciencia he visto las cosas con la perspectiva de una cucaracha, ya que este mundo me parece imponente, magnifico y al mismo tiempo cruel y aterrador. Con el aire de la costa siento mi cuerpo liviano, en cualquier momento el viento me llevara, me haré polvo y este aire salino y putrefacto me despojara de mi existencia. Lo colosal de mi mundo puede que sea solo entendible a mis ojos, no veo a mas nadie preocupado por ser aplastado por un titán, lo cual tengo que admitir es mi mayor miedo. La simple idea de mirar arriba y ver los robustos dirigibles pasando encima de mí haciendo ese ruido infernal con sus gigantescas hélices me hace querer correr, ¿A dónde? Pues no sabría explicarlo, mi mente se complica tanto al momento de formular respuestas al describir lo que me pone mal que a veces solo digo tonterías, ni yo mismo comprendo lo que por mi mente pasa. Solo puedo ver los grandes edificios de la ciudad de Camilie, la cuidad del norte, desde abajo; mi posición no me deja verlos de otra manera. Camilie es una ciudad industrial en la costa más fría y gris del país, con estructuras enormes como edificios, separados por placas las cuales un dispositivo de engranes subterráneo mueve. A veces imagino a Camilie como un ser vivo, este respira humo y se traga lo que el mar atrae a la costa y esta la escupe por el la cloaca denominada como rio Pith. Las calles son húmedas y oscuras, además de oler a los mil demonios, por las rendijas por donde las cuales se podía ver el mecanismo, destilaba un vapor putrefacto de la preparación del mayor mercado de Camilie, la grasa de ballena. Esto puede que explique el mal olor en el cual la ciudad está impregnada. Los cadáveres y muchas veces solo los restos de cientos de cetáceos descansan en lo que es el cementerio de ballenas, o mejor llamado como el rio Pith. Camilie es un monstruo, todo lo que devora, todo lo que dirigiere con tanta crueldad luego escupe sus restos por las aguas del rio Pith. Al este, el rio Pith desemboca en la bahía, en la boca de Camilie. En este solo existía inmundicia, o bueno, más de la que ya había en la ciudad en sí. Abarrotado por una gran cantidad de huesos y cuerpos en descomposición de los grandes mamíferos, el rio era el lugar favorito de los indigentes, estos utilizan los huesos para armar sus chozas a la orilla de la playa.

Pues, aquí es donde estoy. Para la sociedad no soy nadie, no porque eso crea, o porque no me valore, si no por solo soy parte de la población del rio Pith. Me llamo Jack Drunmond, soy como dicen en las calles, la basura de la sociedad. Y esta sociedad la he dividido en cuatro escalones, del cual pertenezco al más bajo, los cuales somos las ratas, solo podemos mordisquear los restos de lo que lo que los demás ha desechado. Por encima de las ratas, están los azulejos, que son la mayoría de los ciudadanos de Camilie. Personas normales con sueños normales y salarios que ni un perro se merecería. La mayoría de los hombres son balleneros, saliendo a pescar mientras las mujeres trabajan en las fábricas extrayendo el líquido amarillento tan cotizado. Luego tenemos a los perros del gobierno, siendo estos el escalón de la clase alta. Normalmente conformado por empresarios y por políticos. Y por último las águilas, es decir el imperio.

Las águilas solo pueden estar en solo lugar y ese es el palacio imperial. Ubicado en el centro de Camilie, el palacio imperial de la familia de Catharina, es por mucho la estructura más grande y custodiada de toda la cuidad. Con la forma de un bloque, sobresale por encima de la cuidad, su forma y tamaño son imponentes. Delate de este, un pendón gigantesco de color rojo sangre colgado de la parte superior del palacio, supongo que para hacerlo más imponente, para que subconscientemente el temor se apodere de nuestras mentes y nos prohíba alzar la voz. En este estaba dibujado el escudo familiar de Catharina, un pulpo plateado con una corona en la parte de arriba, sosteniendo un arpón con cuatro tentáculos del lado derecho y con los demás una rosa en la izquierda. Alrededor del escudo hay dos monstruos marinos, uno de cada lado viendo hacia el pulpo, como resguardándolo o celándolo. Todo esto combinado forma una vista magnifica, mi piernas tiemblan cada vez que miro al horizonte y el asqueroso tamaño de aquel edificio se impone ante mi existencia y la de miles de personas. Imagínense, todas aquellos seres vivientes que ven aquel edificio todas las mañanas, todas las tardes y si o si todas las noches. Imagínense el miedo que debe de ocasionar el solo pensar en el tipo de personas que deben vivir ahí. Los supuestos sangre azules, las águilas.

Agua CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora