Parte 12 (final)

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*Oh por Dios, Sebastian está aquí* te repetías, leías constantemente la nota para estar segura de que era real mientras que tus manos temblaban de emoción. Sin dudarlo dejaste tus cosas y saliste a prisa del apartamento,  llamaste el elevador pero se demoraba demasiado *Sebastian está aquí* continuabas repitiendo a la espera del elevador pero no podías aguatar mas, así que decidiste tomar las escaleras, no eran muchos niveles y en ese momento lo único que querías era estar junto a Sebastian. 

Al llegar al último nivel casi sin aliento por la emoción abriste la puerta que conducía hacia la azotea, esperabas que Sebastian estuviera parado esperandote pero por el contrario quedaste dislumbrada ante una bellisíma azotea iluminada por guirnaldas de luces navideñas, antorchas y un trio de cuerdas, al fondo estaba una mesa para dos, adornada con velas, con una vajilla hermosa y una botella de tu champagne favorito.

- ¿Sebastian? - dijiste esperando que él apareciera.

Habían unos cuantos meseros que te sonreían como si supieran lo que esa noche ocurriría, contemplaste la vista la cual era hermosa, la verdad nunca habías subido a la azotea pero sería desde ese día tu lugar preferido. Permaneciste junto a la mesa observando cada detalle, la noche era hermosa y el viento despeinaba tu cabello, de repente alguien tapo tus ojos con ambas manos, podías sentir su aroma *era él*.

- Sebastian sé que eres tú - dijiste riendo, él te quito las manos de los ojos y te dio la vuelta, sujetando tu cintura.

- Sorpresa - te respondió con voz grave, quitando sus manos de tus ojos.

- ¡Oh por Dios! - gritaste de felicidad y te abalanzaste sobre él, él te alzó con la misma alegría, ambos reían mientras daban vueltas - No puedo creer que estés aquí - le dijiste casi con lágrimas en los ojos, lo observabas de pies a cabeza como si fuera la primera vez que lo veías - ¡Por Dios tu barba! - le dijiste aún mas asombrada.

Le habías pedido meses antes que se dejara la barba ya que te encanta como le lucía, y en efecto se veía asombroso, *más hermoso que nunca*, vestía un traje azul brillante combinado con camisa negra y corbatín del mismo color, él sabía que amabas verlo con esos colores.

- Te quería sorprender, así que tuve que decirte que no vendría para que fuera una verdadera sorpresa, Josh me ayudó un poco... lamento haberte hecho sufrir, pero solo fueron 10 días - te dijo besando tu mano.

- Así que por eso no quería que viniera aquí, y por eso me llevo a cenar - le dijiste cruzando los brazos, él se encogió de hombros - Fueron los peores 10 días en ese caso, pero ahora no me importa nada, solo que tu estas aquí conmigo - le dijiste.

Lo abrazabas con todas tus fuerzas, lo miraste fijamente deseando que no fuera un sueño, ambos estaban de pie y sin darse cuenta estaban moviéndose al ritmo de la música.

- Parece irreal todo esto - le dijiste, él te besó como si su vida dependiera de que tus labios y los suyos se juntaran, hasta que ambos necesitaron aire.

- Moría por besarte (T/N) - te susurro casi sin aire - Moría por estar junto a ti, por abrazarte, por sentirte junto a mi - continuó.

Su mirada era penetrante y te derretía la forma en como sus labios se movían al hablar.

- No me imaginaba lo terrible que sería estar tanto tiempo separados, me di cuenta de que te necesito en mi vida más que a nadie, tú me has hecho el hombre más feliz todo este tiempo y... - te soltó y corrió hacia el trio de cuerdas.

Tu lo mirabas extrañada esperando que pasaría, al darse la vuelta traía algo en sus manos pero no lograbas ver bien que era, el caminaba sonriendo, mordía su labio inferior y solo lo hacía cuando estaba muy nervioso. Sin quitarte la mirada y respirando profundamente, se puso de rodillas frente a ti.

- ¡Sebastian! que... ¿esto es en serio? - le preguntaste con voz temblorosa, las lágrimas comenzaron a salir pero te sentías más feliz que nunca, él tenía entre sus manos una pequeña caja negra.

- (T/N) tenía planeado esperar hasta después de la cena, pero no puedo... te conozco desde hace muchos años y pienso que ya esperamos lo suficiente para esto - te dijo sonriendo, abrió la caja y adentro había un anillo hermosísimo, brillaba más que todas las luces esa noche.

- Seb...- intentaste decir algo pero no encontrabas las palabras en ese momento.

- Solo quiero pasar el resto de mi vida contigo, quiero compartir contigo mis logros y celebrar los tuyos, quiero hacerte la mujer más feliz así como tú me has hecho el hombre más feliz... así que (T/N/C) ¿te casarías conmigo? - te preguntó, notaste como sus manos comenzaban a temblar.

- ¡Sí! Si... claro que si - le respondiste entre risas y lágrimas (de alegría).

Él se puso de pie, tomó tu mano y colocó el hermoso anillo en tu dedo, los músicos y los meseros aplaudían y reían ante la respuesta, ustedes dos se besaban y reían. Nunca te imaginaste que algo así llegara a pasar entre ustedes, Sebastian parecía el hombre mas feliz ese día, en todos tus años de conocerlo jamás habías visto una sonrisa como la que en ese momento tenía.

- No puedo pedir nada más, tu eres lo mejor que ha llegado a mi vida - le dijiste acariciando su cabello, él te observaba sonriendo en silencio mientras dirigía el baile.

Mientras bailaban sentiste caer una gota de agua en tu mejilla, alzaste la mirada pensando que era una lágrima de Sebastian pero al verlo él también miraba al cielo, en ese momento comenzó a llover, todos los meseros y los músicos corrieron hacia las escaleras por la lluvia. Tú y Sebastian permanecieron en el mismo lugar, sintiendo como la lluvia los empapaba pero no les importaba, nada podía arruinar esa noche.

- Muy romántico ¿no crees? - te preguntó entre algunas risas, recordabas muy bien por qué te lo decía, su cabello mojado caía sobre su frente justo como aquella noche.

- Yo sé que lo haría más romántico - le respondiste y justo como debía ser lo besaste bajo la lluvia.

"Romántico ¿no crees?" |Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora