Capitulo 3.

275 12 1
                                    

—Mamá, el cliente de ayer… ¿Te hizo esto?

—No hija esto…—dijo levantando las muñecas—no es nada.

—Mamá, si estas siendo maltratada por algún cliente…

—¡Jane no te metas!

El grito de mi madre me dolió más que una bofetada e hizo que unas pocas lágrimas salieran de mis ojos.

Me levanté silenciosamente y me  fui, nunca me había gustado molestar a alguien ni me gustaba que me molestaran.

Subí de nuevo a mi habitación y me senté para desenredarme el cabello, el cepillo era de púas y viejo, en ocasiones incluso me dolía peinarme y eso que mi pelo era lacio y fácil de desenredar.

Pasó una hora hasta que me decidí bajar, me tocaba hacer el almuerzo así que me metí en la cocina y preparé lo primero que se me ocurrió, las chicas estaban sentadas en la mesa del comedor esperándome, también estaban Eugene y Margaret, la recepcionista y su hermana mayor que era viuda desde hacia mucho tiempo, serví unos tazones con sopa y puse un pequeño trozo de pan al lado de cada persona, comí, recogí y fregué los platos.

Atardecía.

El día pasaba demasiado rápido y la noche no me gustaba, Morrison’s Castle abría solo por la noche y cerraba por la mañana, lo clientes a menudo se enfadaban porque Robert prácticamente les echaba a patadas, pero volvían. Fui al salón y espere, era la primera en sentarme y cuando las demás llegaron me miraron mal.

Adrien entró al salón, era el cliente habitual de Diana pero me señalo a mi, Diana dijo algo entre dientes que iba dirigido a mi pero no me importo. Recogimos el pasillo hasta llegar a una de las habitaciones de lujo, entramos y crují los dedos, lo que pasaría después no merecía ser recordado por eso lo hacia, era una especie de señal, de ritual que hacia antes de trabajar. Si crujía lo dedos ese hombre, esa noche no era real y, hasta ahora siempre los había crujido sin excepción.

La semana paso sin ninguna novedad, salvo el embarazo de Marie, del que todo el mundo se había enterado.

Era ya la hora de ir al salón cuando Robert me llamo para ir con el, me llevo hasta la puerta de su despacho y la abrió.

Al   principio no sabia que quería, pero comprendí que me invitaba a entrar.

Pase despacio y no me sorprendí.

El despacho era tal y como me lo había imaginado, una mesa vieja con papeles encima dos sillas de madera y un sillón de cuero, sin ventanas e iluminado por una pequeña lámpara.

—Siéntate—dijo serio-

Le hice caso.

—Jane, tu sabes que te quiero—comenzó a decir—pero me temo que debo darte una mala noticia.

—Robert, cuéntame ya—dije sin rodeos.

—Jane…—suspiró.—Tu padre quiere verte.

Fruncí el ceño y me levante para gritarle.

—¡No me tomes el pelo! ¿Mi padre? ¡Ni siquiera mi madre sabe quien es!

Robert se froto las sienes con los dedos mientras hacia muecas extrañas.

—Jane, se quien es tu padre, el lo sabe y tu madre también, lo siento.

—Mientes.

—No lo hago, tu padre te quiere ver, tienes que…

Antes de que terminara de hablar ya me estaba abalanzando sobre la puerta para salir corriendo. Mi padre no podía querer verme, el no me conocía, no sabia que tenia una hija.

Abrí la puerta de la salida para poder irme a mi habitación en el edificio de al lado pero antes de cruzar el umbral me tope con una figura vestida de negro que me cogió del los hombros.

—Hola, ¿esta el señor Morrison?—Pregunto el hombre que me tenia sujeta.

Estaba aturdida por lo que no pude hacer nada más que asentir.

El hombre iba a agradecerme cuando Robert apareció.

—Oh, señor Morrison, un placer conocerlo—dijo el extraño tendiéndole la mano.

—Lo mismo digo señor…

—Justin Bieber.—Se adelanto el.

—Señor Bieber, encantado.

Se estrecharon la mano e intercambiaron miradas que no pude descifrar.

—Bueno Justin, si no le importa que le llame así ¿Qué le trae por aquí?

Yo aun estaba sujeta por aquel hombre, tenia una de sus manos en mi hombro, pero me apretaba suavemente, no me hacia daño.

—Una habitación.—respondió.

—Y una mujer—dijo Robert—esto no es un hotel.

—Si, claro. Me habían dicho que las mujeres de aquí eran hermosas—hizo una pausa y me miro—pero le soy sincero, pensaba que eran puras habladurías. Me alegra equivocarme, por lo que  veo, si que tiene mujeres bellas.

El señor Bieber se giró completamente hacia mí y se inclino para besar mi mano dulcemente.

Me estremecí, ningún cliente me había hecho eso.

—¿Entonces le gustaría pasar al salón para elegir?—pregunto—Jane, podrías presentarte—dijo Robert interrumpiendo así el beso del visitante.

Justin abrió los ojos como platos y retiro rápidamente  mi mano de sus labios como si hubiera visto un fantasma al oir mi nombre.

—Si a la señorita no le importa—sus ojos me miraron dulces de nuevo—creo que solicitare su compañía.

Abrí la boca para oponerme pero Robert acepto antes de que pudiera hablar.

—Tengo la mejor habitación disponible, si la quiere puede cogerla.—Robert señalo una habitación al fondo y tendió una llave en la mano del nuevo cliente.

—Por supuesto señor Morrison.

Justin Bieber me agarró de la mano y me condujo a la habitación.

HASTA AQUI EL CAPITULO 3. LOSE SOY MALA, VENDRA ALGO INESPERADOOOOO! PUEDE SER HOT? ROMANTICO? HAY MISTERIO AH. COMENTEN Y VOTEN SI LES GUSTO PORFAVOR. 

Último clienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora