Capítulo 2

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- ¡Harry Potter ha muerto! ¡Harry Potter está muerto! – Gritamos Sémele y yo a todo pulmón, haciendo una vasta imitación de la risa de Voldemort y con el estómago dolorido de tanto reír.

Pablo y Marc irrumpen en mi habitación, mofándose de nuestra actual situación. Muggles. Qué interrupción más inoportuna.

- Los exámenes os han frito el cerebro.

- ¡AVADA KEDAVRA!

- ¿Creéis que tenéis que ir a recuperación? – pregunta Pablo haciendo caso omiso a nuestra maldición.

- ¿Quieres otro Avada Kedavra? – responde Sémele indignada. Sí, es una empollona repelente, jamás ha suspendido un examen.

- Yo creo que me va a quedar griego – sopesa Marc.

- Intuyo que he suspendido inglés. Si quieres te puedo ayudar con griego, Marc, mi media es de diez.

- Creo que lo he aprobado todo justito. Lo que más miedo me da son las mates... Aunque si suspendo, sé que tengo a la profesora particular más buena del mundo – Pablo le guiña un ojo a Sémele.

- Como no tengo esas preocupaciones – se ríe Sémele – he estado pensando mucho sobre qué podemos hacer este verano. Tiene que ser algo que valga la pena y podamos estar todos juntos. Y se me ocurrió que... quizás... vuestro pueblo... Ejem ejem.

- Voto que sí – respondo sin dudar.

- Yo también. E imagino que mamá y papá no pondrán pegas.

- Si hay buenas fiestas, soy vuestro hombre. Aunque no sé si mis padres me van a dejar – se preocupa Marc.

- Sabes que tus padres no pueden seguir cortándote las alas porque llegará un momento en que esto empezará a afectar a vuestra relación, y antes de que pase algo peor tendréis que hablarlo y compartir vuestras respectivas opiniones.

- Soy consciente Sémele, pero ya sabes lo que me cuesta llegar a hablar con ellos y que abran su mente.

- Como doctorada en estos temas, te brindo mi apoyo incondicional.

Entre esas cuatro paredes surgió la planificación de lo que va a ser el verano de nuestra vida. Estamos muy emocionados por la cantidad de planes que queremos llevar a cabo. Pasaremos el verano en mi casa en un pueblo de Alicante, los seis juntos. Cuando digo los seis me refiero a mis hermanos, Sémele, Elisa y Marc. Esto va a ser la bomba.

- ¡Tres chupitos de tequila por aquí, por favor! – alzo la voz para que me escuche el barman.

- ¡Empezamos fuerte la noche, chicas!

- ¡Oh, Dios mío, me encanta esta canción!¡Vamos a bailar!–fangirlea Elisa. Ella y su pasión por Maluma.

- ¡Venga ya! Sabes que no me gusta el reggaetón.

- Pues bien que escuchas las canciones mientras te duchas, que te oigo cantarlas y todo.

- Es para seguirle el rollo a la multitud cuando salgo de fiesta, si no me quedo más colgada que una percha. – Elisa hizo caso omiso a mi replica y me empujó, literalmente a la pista de baile.

CLINC. Oh, vaya. Qué raro en mí, le he tirado el cubata a alguien. Pero la culpa es del flipado este, ¡viene a mil por hora y ha chocado con mi hombro dolorido!

- Joder, podrías mirar por donde vas- digo alzando la vista del vaso de cristal roto en el suelo- Anda. Mira por donde. - sonreí como una estúpida al darme cuenta de que se trataba, nada más y nada menos, del mismísimo Arç– y me vuelve a doler el hombro. ¿No tendrás por casualidad una bolsa de hielo a mano?

La luna de ValenciaWhere stories live. Discover now