Sus manos estaban limpias. No había absolutamente nada en ellas que pudieran indicar que en un momento hace unas simples horas habían estado manchadas rojo, esa imagen se había grabado en su mente para siempre y sin importar todas las palabras que Camille intentara meter en su cabeza, Amelia Bernard acababa de asesinar a un hombre.
Era un demonio, cálmate por un segundo y siéntate, me vas a volver loca contigo caminando por toda la habitación. Las palabras de la rubia, incluso si ella sabía que por una parte del argumento tenía la razón, habían sido en vano. Amelia no se calmó, no se sentó ni tampoco dejó de pasearse por la habitación.
Ya estás loca, pensó Amelia en ese momento pero no tuvo el coraje para decírselo, no después de lo que había ocurrido. Camille había descartado el hecho de que la chica bajo su cuidado, la chica que se había visto obligada a confiar en la rubia, había matado a alguien. No se podía volver de eso.
-Amelia, debemos irnos.
La chica no respondió, la voz de Camille sonaba tan lejana pero ella sabía que si habría la puerta del cuarto de baño, la mujer estaría parada frente a ella. Mirándola con esos ojos, Amelia se estremeció pensando en los ojos de la mujer. Desde que la conoció ella pudo ver lo fríos que eran, no podía negar que tenían emoción en ellos pero definitivamente no era algo que asegurara a la chica. No es ese momento.
Camille repitió su nombre, esta vez su voz ya no sonaba como si estuviera bajo agua, sino preocupantemente cerca y después de eso el sonido solo siguió resonando en su cabeza. Como un molestoso insecto que se negaba a abandonar su posición cerca de sus oídos, casi como si supiera que ahí es donde su presencia es mas efectiva. Camille sabía como meterse en las cabezas de la gente, era básicamente la única cosa que hacía. Amelia dudaba seriamente que la mujer hubiera hecho algo para el beneficio de alguien si no la ayudaba a ella directamente.
Dejó de observar sus manos por primera vez en unos minutos y lentamente levantó su cabeza para observarse en el espejo, estaba aterrada. Completamente asustada de que en el momento en el que sus ojos se conectaran con los de su reflejo, lo que vieran no fueran sus propios. Sino los de otra persona. La persona que había sido capaz de terminar una vida, sin importar si el hombre había sido humano o no.
Sintió como las lágrimas que no cesaban se secaban en su rostro, dejando un desagradable sentimiento en su piel. Amelia se inspeccionó en el espejo, desesperadamente buscando algo. Esperando que cuando lo encontrara, la persona que la miraba de vuelta en su reflexión no fuera quien ella se negaba a ser. Pero eso era imposible. Y rápidamente, como una abofeteada, la chica cayó en la cuenta de que esa persona no estaba en el otro de lado del espejo.
Estaba justo ahí y la había reemplazado para siempre.
Ella hablaba como Amelia, caminaba como Amelia, se comportaba como ella e incluso pensaba como ella pero no se sentía como ella. Algo dentro de ella había cambiado, había sido reemplazado.
Amelia sollozó tan silenciosamente como pudo pero sabía que Camille, quien todavía se encontraba al otro lado de la puerta, lo había escuchado. Inhaló el aire a su alrededor fuertemente, rabia roja corriendo por sus venas tan rápido como ese cuchillo había atravesado la piel del hombre. Camille la había escuchado, había estado escuchando absolutamente todo, pero simplemente decidía que sus problemas no eran lo suficientemente importante para molestarla a ella. Era su culpa.
Secó las lágrimas que corrían por su rostro tan rápido como pudo y su mano voló hacia el pomo de la puerta antes de entender lo que estaba haciendo. Abrió la puerta tan fuerte y rápidamente que ni siquiera Camille lo vio venir, una de las astillas se enterró justo abajo de su ojo izquierdo y definitivamente habría causado mas daño si la rubia no hubiera salido del camino antes.
Algo sobre ver a la mujer encorvada sobre si misma, revisando su herida la hizo sentir algo confuso, pero sin darle importancia a lo desconocido que era, decidió que haberle causado dolor a alguien quien parecía tener el control de la situación todo el tiempo, alguien que la había hecho sentir pequeña por días, había sido un buen sentimiento. La mano de Amelia formó un puño, buscando sentirse así nuevamente pero antes de que el golpe pudiera conectarse con el rostro de Camille, la rubia solo necesitó un simple pero firme golpe en la cabeza de la chica para mandarla al suelo como una muñeca de trapo. Y a diferencia de Amelia, Camille sabía demasiado para dejar una pelea en las manos de su emociones. Inmovilizó a la chica mientras seguía tendida en el suelo, confundida.
Amelia no entendió su error en el momento e intentó forcejar contra el agarre de Camille, mientras la mujer formaba una sonrisa cínica y miraba a Amelia desde arriba, rápidamente ganando la ventaja y haciéndola sentirse indefensa nuevamente.
-Quiero que sepas, Amelia, que si alguna vez intentas hacer eso otra vez, voy a poner tu cabeza a través de una pared, cualquier pared, ¿me entiendes?
Amelia asintió rápidamente, su suministro de aire se estaba acabando y su voz se había perdido en alguna parte.
-Si quieres vivir, tienes que seguir mis ordenes. No soy una amenaza para tu vida, estoy intentando mantenerte a salvo. Pero debes saber, ahora eres parte de esta vida, esa fue la primera vida que tomaste y te aseguro que no será la ultima, pero si me vas a culpar a mi cada vez que lo hagas esto no va a funcionar bien. Eso traerá desorden y tu no quieres eso, Amelia, no te conviene de ninguna manera. Porque pronto, otros vendrán. Otros como tú y ellos estarán en peor forma que tu, tu saliste afortunada, créelo o no.
Amelia no lo creía pero de todas maneras concordó con Camille y aceptó la mano que le extendió para pararse. Camille le dio una pequeña sonrisa que la chica nunca había visto pero de alguna manera supo que estaba relacionada con toda la satisfacción que Camille sentía en ese momento.
La rubia caminó hacia el espejo dentro del baño, el mismo donde Amelia había batallado contra si misma y arrancó la astilla en un movimiento repentino, lanzándola en alguna parte de la bañera. Limpió la sangre de su rostro mientras miraba como la herida se quedaba donde estaba, en vez de desaparecer como Amelia lo había visto antes.
-¿Porque no se cura?-preguntó mirando sospechosamente la lesión que ella había puesto ahí.
-La infligiste tú, se curaría si fueras humana o tal vez un demonio pero considerando que no eres ninguno, se quedara justo ahí y se curará en un proceso humano, gracias por eso, por cierto.
-Lo lamento, Camille, no se que...
-No te disculpes, Amelia, fue un buen golpe.
La chica no respondió pero siguió a la rubia por la puerta y hacia el auto pero Camille la detuvo antes de lanzarle las llaves al rostro.
-Tu manejas esta vez, estoy agotada, son solo dos horas hacia donde vamos.
Amelia frunció el ceño, pero abrió la puerta del piloto- ¿Adonde vamos?
-Waterbury, Connecticut. Los hermanos Adam y Mark Tyler- A Camille realmente le acomodaban mucho las respuestas cortas.
-Está bien, ¿vas a dormir?
-No.
Amelia hizo un sonido incrédulo- Dijiste que estas agotada.
-Mentí- dijo Camille, mirándola burlonamente y riendo un poco. Amelia todavía no tenía idea si debía reírse con ella así que solo respondió con un tono cansado.
-Por supuesto que sí.
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[no editado]
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Discordia [1]
Paranormal"Los ángeles lo llaman placer divino; los demonios, sufrimiento infernal; los hombres, amor" -Heinrich Hein...