Capítulo 3: Doble vida.

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—¿Igual a quién?

—¡Si eres tú!, ¿Me podrías regalar un autógrafo y una selfie?

—Pero yo...

—Ya sé, estás en tu día de descanso, imagino que quieres pasar desapercibida, ¡pero cómo no voltear a verte!

—Es que yo... —mientras Sheila intentaba aclarar la situación, Simón no paraba de repetir de memoria su estrategia para impresionar a las chicas, la cual nunca fallaba. Siempre que una mujer creía que él la confundía con una actriz famosa, se sentía tan alagada que de inmediato se ruborizaba sin saber qué contestar.

—No no, no quise molestar, si traes guaruras por favor haz una señal para que ellos no me saquen a la fuerza, yo sólo quería un autógrafo y ya.

—Ok, dame un bolígrafo o algo para escribir —a esas alturas, Sheila ya había entendido de qué se trataba el juego y probó ser creativa.

—¿Qué?

—Algo para escribir, dijiste que querías un autógrafo —cuidando su lenguaje corporal y expresión en el rostro, mostró total serenidad.

—OK...

—No te preocupes —lo interrumpió—, creo que aquí traigo uno, dime cómo te llamas.

—Simón.

—Y cuál es tu película preferida.

—Pues, no lo sé —eso no se lo esperaba, de hecho tenía tan ensayado su guion de conquista, que al verse sorprendido titubeó para contestar.

—Dijiste que habías visto mis películas, ¿cuál es la que te gusta más?

—OK... ¡Moulin Rouge!

—Pero yo no salgo en esa, creo que te estás equivocando de actriz, ahora sí llamaré a mis guaruras —dijo indignada mientras hacía señales al aire.

—Oye oye, espera, ¿es una broma verdad?, yo sólo estaba...

—¿Conquistándome?

—Sólo quería platicar. Vamos a empezar de nuevo, mi nombre es Simón y el tuyo es...

—Sheila, mucho gusto Simón.

—Oye, yo quería ser original pero nunca imaginé que te lo tomaras tan enserio.

—¿Así abordas a todas las chicas?

—¡No que va!... Bueno, ahora cuéntame algo de ti, ¿qué hace una mujer tan bella aquí sin compañía?

—Salir un poco de la rutina.

—¿Viniste sola?

—La verdad estaba esperando a unas amigas, pero parece que hubo cambio de planes.

—Pues que bueno, porque así tenemos la oportunidad de platicar, si estuvieras con tus amigas sería un poco más complicado. No imposible, pero sí más difícil.

—¿Así que te gusta lo fácil?

—¡Vaya, qué directa!

—Es sólo una pregunta.

—¿A ti qué te gusta?, ¿sueles salir en la noche?, no te había visto por aquí.

—La verdad no salgo mucho, esta fue sólo una excepción.

—¿Y qué haces por lo regular?

—Trabajar, soy recepcionista de tiempo completo.

—¿Tienes novio, esposo, amante?

—¡Qué directo!

—Es sólo una pregunta.

—No, nada de eso por el momento.

—¿Te gusta este lugar?, a mí ya me cansó —tomó su celular y ocupó unos segundos para leer—. Disculpa, tengo un socio que me manda mensajes a cualquier hora, en fin, conozco otro casino que tiene un espectáculo muy bueno, ¿quieres ir?

—La verdad no pensaba desvelarme tanto.

—¡Anda!, haz que esta excepción valga la pena —con esa frase concluyó la invitación que Sheila aceptó un tanto apenada, pero gustosa al final de cuentas.

Se dirigieron al Casino Atlantis, donde ya les esperaban en la entrada principal con una bebida de cortesía. Fueron conducidos hasta sus asientos, Simón siguió revisando su celular mientras Sheila, impresionada, admiraba el espectáculo de bailarines y contorsionistas. Cuando el número artístico terminó, Simón pidió la cuenta y propuso a la señorita pelirroja continuar la noche en otro casino.

—Pero acabamos de llegar —contestó Sheila extrañada.

—Lo sé, pero ya que no sales mucho, quiero que conozcas lo más que se pueda de la vida nocturna. No te preocupes por lo de regresar a tu casa, yo te llevo. Claro, si es que no tienes inconveniente.

En los siguientes dos casinos que visitaron, Simón participó en las cartas, ruleta y dados. En todos ganó y celebró con Sheila, quien no cabía de asombro al ver tan buena suerte sin interrupción en un mismo jugador. Eso sólo parecía posible en las películas, pero ahora lo estaba viendo con sus propios ojos. Para el último juego, después de celebrar con varias bebidas, Simón ya no podía mantener la concentración y decidió parar, antes de comenzar a perder.

Como un caballero, cumplió su promesa de llevar a Sheila a su casa, no sin antes encargar su auto al ballet parking del último casino, ya que por precaución prefería no manejar. El personal llamó de inmediato a un taxi y los escoltaron a la salida, todo con un servicio discreto y de primera clase.

Al llegar al departamento de Sheila, Simón insistió en bajar y acompañarla hasta la puerta para su seguridad, aunque ambos sabían que la noche todavía no había terminado. Cuando entraron al departamento fue ella quien tomó la iniciativa, en realidad, él se dejó llevar por los movimientos de esa hermosa chica, quien había aguardado largas horas en calidad de acompañante para culminar con éxito la velada.

La mañana siguiente...

Mi doble vida (TLNVL #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora