Elocuaz

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Emprendí la huida cuando el puñal entró en mi carne,
y en la carrera me Di cuenta que lo tenía en la espalda, para sincerarme con el dolor decidí clavarlo completo, un sólo sentir.
No me dolió la traición tanto como el fraguar del mentir.
Y mientras el día corría yo discurría en el servicio de mi alma.
Mis elocuentes amigos hablaban en mi cabeza y conclusiones sacaban, intentando concertar una acción para el final del día.
Llegó la noche y con ella la Luna vestida de blanco manto, bajo su estela el vampiro insulso aumenta su fuerza y el duende amoroso pierde su amor propio.
¿Es acaso ese dolor lo que hace que el vampiro camine bajo la lluvia, o es la tenue brisa la que conlleva las lágrimas del duende bajo la eterna noche?

Efímeros PensamientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora