El pequeño rubio sollozaba en el suelo mientras rezaba para que esos niños se alejaran de él. Ya no soportaba su rutina; ir a la escuela, oír hablar mal de él, salir de la institución y que sus compañeros le golpeen, para finalmente llegar a su casa a soportar los regaños de su padre.
El ojiazul tenía su uniforme rasgado y sucio por la tierra, su cabello estaba completamente desordenado y se podría hasta decir que le faltan unos mechones, pero claro, como olvidar su ojo morado, los moretones de sus brazos y la gota de sangre cayendo por su nariz.
—P-por favor... d-deténganse —murmuró al borde del llanto.
—Ay que tierno, va a llorar —dijo con sarcasmo un chico peli-azul— no te irás de aquí hasta que sientas el dolor que nos causó tu padre —soltó con frialdad, se acercó al rubio y se subió sobre él para golpearle repetidas veces en el rostro.
—¡S-sueltame! —exclamó cubriendo su rostro con los brazos, el peli-azul hizo caso omiso a sus palabras.
—¡Kaito, ya ha sido suficiente! —gritó la rubia enfadada, el recién nombrado se levantó y caminó a pasos lentos hacia ella.
—¿A si? ¿Y qué harás, lanzarme una muñeca? —preguntó con sarcasmo.
—Yo, ah.. —murmuró observando a su alrededor, ella notó una tabla de madera que yacía a su lado— tengo... ¡Una tabla! —el peli-azul y su hermano la observaron confundidos.
La ojiazul con rapidez tomó la tabla y la colocó frente a ella.
—Pff... —dijo el pelirrojo aguantando las ganas de reír.
—¿Estás bromeando, no?
—No-oh —negó con la cabeza— ahora váyanse de aquí si no quieren sentir el... ¡Poder de la tabla!
—Estás loca niña —el pelirrojo se acercó a ella, la rubia no tardó ni un segundo en estrellar la madera en el rostro del contrario.
—¡¿Pero qué?! —sorprendido, el peli-azul se llevó a su hermano inconsciente a casa— No tendrás tanta suerte mañana, Kagamine —dijo antes de desaparecer de su vista.
—Eso salió mejor de lo que esperaba —comentó sonriente— esta tabla es... ¡Increíble! —exclamó dando unos pequeños saltitos. Su mirada se posó sobre el rubio que se estaba sentando con dificultad— ten cuidado —con rapidez tiró la tabla a un lado y se fue junto a él.
—N-no te preocupes, estoy b-bien —éste sonrió débilmente— puedes irte si q-quieres.
—"Irse" no es una palabra que esté en mi vocabulario —la ojiazul se puso en cuclillas a su lado— mi nombre es Rin, ¿Y el tuyo? —preguntó, de su bolsillo sacó un pañuelo y le limpió la sangre que se hallaba en su rostro.
—L-Len —contestó.
—Bueno Len, ¿Sabes? Hace días noté que esos chicos te golpeaban —comenzó a hablar mientras le limpiaba la tierra de sus brazos— siempre lo mismo, se acaban las clases sales y esos hermanos vienen a golpearte ¿Por qué lo hacen?
—No creo que sea correcto hablar de ello —dijo alejando la mano de ella.
—Oh vamos, ¿Qué hay de malo en que me digas tus problemas?
—Eres una desconocida que me ayudó a librarme de una paliza.
—¿Paliza? Creí que ya te la habían dado e iban por la segunda vuelta —el rubio frunció el ceño molesto por su comentario— okey... Podemos ser amigos ¿Qué te parece?
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Escapar [RinxLen]
FanfictionEl rubio corría por el blanco lugar, éste no sabía donde se encontraba y mucho menos el por qué estaba ahí. Sus piernas dolían y temblaban, pero no se detuvo. Su respiración era agitada, pero no dejó de correr. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y...