Y la conversación, Auggie.

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- Yo no se que es estar enamorado. - dijiste, sentándote a mi lado.

Rápidamente me sequé las lágrimas que habían arrollado sin previo aviso mis mejillas.

- Igual. - dije forzando una sonrisa, empezaba a ser experta en ese campo.

- Supongo que tiene sus síntomas, así que es la enfermedad más bonita y que más duele entre todas.

Miraste al horizonte, Auggie, miraste aunque no se viera nada por la oscuridad en la que estaba sometida la ciudad.

- No, para mi el amor no es una enfermedad. Es un virus informático, como si te hackeasen la cuenta del cerebro.

Me miraste, con tus ojos avellanas, me miraste. Me dedicaste una sonrisa dulce y me cogiste la mano, Auggie.

- Debe ser horrible, perder el control por otra persona completamente ajena a ti sólo porque te ha robado el cerebro.

Reiste un segundo, como si yo estuviera perdiendo el control por ti.

- Lo malo, es que cuando pasa eso esa persona es en lo único que piensas (a mi me pasa).

Te miré, incrédula, me sorprendieron esas palabras.

- Entonces, sí te has enamorado.

- ¡MI CEREBRO ESTÚPIDO! - dijiste irónico, pensé que tenías razón.

- El mio no, al menos en ese sentido.

- ¿Me han robado el cerebro? - me preguntaste, divertido, como si yo fuera la única que tuviera la respuesta.

- Supongo que es lo que pasa.

- Con razón ando tan idiota estos días.

Todo quedó en silencio. Notaba una especie animal nueva en mi estómago. No me gustaba, ese animal ya no me caía bien.

Un rayo de Luna se posó en tu rostro, haciendo que tus ojos avellanas brillaran más de lo que ya brillaban por si sólos.

- He observado muchas relaciones. - dije, intentando sonar tranquila, a pesar de que en mi interior se estaba produciendo una estampida.

- Ummm, y yo.

- Debe ser bonito.

- Pero... Meh, estoy convencido de que sí. Quiero creer que sí.

- Que alguien quiera rozar tus labios porque los desean más que tú los de la otra persona. - solté sin pensar, arrepintiéndome de ello casi al instante de darme cuenta.

- Alguien que te abraza porque si no, no siente el calor... Si, creo que es bonito.

- Que tu voz sea su melodía favorita, que tus manías le resulten graciosas, que haga lo que sea sólo por verte sonreír. - sonreí, eso debía ser precioso.

- Que vuestras peleas acaben en risas.

Me miraste. Me miraste expresando un claro deseo.

- Porque tu sonrisa es el cuadro que más le gusta ver en la exposición de momentos que hay en la semana.

- Que te deje comer de su plato. - empezaste a reír.

- Lo mío son las palabras, no lo puedo evitar.

Y entonces, sin previo aviso, me besaste.

Y entonces, sin previo aviso, salí corriendo.

El Mundo Real es de color negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora