La soledad de la noche,
hizo que la bella doncella se embriagara por sus reproches.
Reproches de amor y de promesas no cumplidas,
de tantos bellos momentos y tantas horas perdidas.
Llevaba un bello vestido de fina tela,
se encontraba sentada, soñando despierta.
Sí, soñaba con el amor de su vida,
pero aún dudaba si algún día llegaría.
Recordó entre tantas cosas,
que el significado del amor no yacía entre sus ropas.
Buscó entre sus libros de literatura,
pero se dio cuenta que no había más que escrituras.
Enloqueció por completo,
pues del amor sabía mucho.
Poseía tanta sabiduría como también busto,
pero definirlo era lo complejo.
Sintió a las celosías quejarse,
y sigilosamente se atrevió a fijarse.
La ventana estaba abierta
y por allí se veía una peculiar silueta.
Aterrada se echó para atrás,
y tropezó torpemente con su preferido antifaz.
Volvió con su mirada a la ventana
y allí parado se encontraba una figura no humana.
La bella doncella se dijo para sí :
- ¡Qué cosa tan fea! , ¿ qué hace aquí? -
La bestia, como sólo así se le podía llamar,
penetró a la bella con su mirada fugaz.
Fue en ese preciso instante,
cuando todo tan sólo cambió.
Era algo tan alucinante,
que ninguno un paso dio.
La bella se dio cuenta,
que el amor se basaba en experiencias.
Experiencias que no se pueden explicar
y que son pocos quienes las pueden presenciar.
Se encontraba, ahora,
enormemente feliz.
El amor había tomado todo tipo de figuras
pero aún así, no lo sabía definir.
No era un problema para ella,
el amor de su vida había llegado.
No era exactamente su príncipe soñado,
pero era para la doncella como la más brillante estrella.
Ese episodio tan bello,
se iba desmoronando, era sólo un sueño.
Despertó la doncella en su cama,
tapada con una sedosa sábana.
Había aprendido más de lo que pensaba,
todas sus dudas ya estaban claras.
El amor ya no le preocupaba,
pero aclarar una cosa sólo faltaba.
Sacó un cuaderno y allí escribió :
" Este amor que te ama por encima del amor
no tiene forma, ni esperanza ni tampoco palabra :
es amor ".