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Era miércoles, el sol brillaba sin vergüenza y eso me hacia sentir un poco mejor. Caminaba hacia las canchas de tenis al sur del club, eran las más viejas y nadie solía ir hasta allá.

Dejé mis cosas en una de las bancas de la cancha y saqué mi raqueta y unas cuantas pelotas amarillas. Golpee una contra la pared y esperé a que regresara para hacer lo mismo, así estuve casi una hora, desquitando mi enojo acumulado a través de la semana. Había pasado una semana que no sabía nada de Alex.

Recogí mis cosas y caminé hasta el centro del club, me senté en una de las bancas del camino para correr y me puse mis auriculares, la música sonaba con tanta fuerza que podía asegurar que se escuchaba fuera de los auriculares.

Levanté la mirada y mi corazón dio un vuelco. Era él. Era Alex. Bajé el volumen de la música, me dispuse a hablar, pero sus hermanos salieron detrás de él.

-Pensé que no volverías, rarito-Habló Isabelle con una sonrisa cruel.
-¿Acaso no entiendes? No eres bienvenido aquí-Habló Cameron, la sangre me hirvió.
-Tú no eres el dueño de este lugar-Hablé con los dientes apretados.
-¿Qué acabas de decir?-Respondió Cameron enojado.
-¡No eres el dueño de este lugar!-Grité poniéndome de pie.
-Cállate, maldito maricón!-Gritó golpeándome con su raqueta en la sien.
-Mira la cara de niño asustado que tiene, ¿ahora estás preocupado?-Dijo Isabelle estrujando mi cara con su mano derecha. Alex se reía a sus espaldas.
-¿Cómo pudiste besar esta cosa?-Preguntó Isabelle aventando mi quijada con su mano.
-Ni siquiera sé-Dijo Alex con asco. El nudo en la garganta me ahogaba.
-La nenita quiere llorar-Dijo Alex aventándome de nuevo a la banca.

Tomé mis cosas y salí corriendo de ahí. Sin pensarlo llegué a aquel viejo rincón donde solía pasar horas enteras con mi ex novio.
El golpe en la sien me ardía y punzaba, pronto saldría un moretón, saqué mi teléfono y apunte la cámara al golpe, estaba rojo e hinchado. Una lágrima salió sin ponerle atención, intentaba no sollozar.

Escuché pasos contra las piedras, voltee alertado y lo vi ahí parado.

-¿No tuviste suficiente?-Dije volteándome.
-Troye...
-¿Te diviertes? ¿Piensas que haciéndome esto borrarás lo hecho?-Dije llorando a mares, él se acercó a mí.
-No, no intento borrar nada-Dijo sentándose a mi lado.
-Lárgate-Dije.
-Éste es también mi lugar especial-Dijo.
-¡Que te largues!-Dije aventándolo, calló directo al piso.
-Troye, perdón-Dijo levantándose.
-¡Un perdón no arreglará nada!-Le grité con ira.

Tomé mis cosas con disposición de desaparecer de ese lugar. Alex me tomó por el codo y sin darme tiempo de reaccionar me besó. Puse resistencia, pero nadie puede resistirse ante él, terminé por ceder.

-Hoy hablaré con mis padres-Dijo separándose lo suficiente de mí.
-No tienes que hacerlo si no quieres-Dije alejándome, él nos volvió a unir.
-Quiero. Te quiero conmigo, quiero poder salir de este lugar y tomarte de la mano, sin miedo a nada, tienes razón, ya no debemos escondernos más-Dijo acariciando mi cara.
-Te amo-Le susurré.
-Y yo a ti-Respondió y me besó.

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