Elizabeth.
Me encuentro sentada en una de las mesas del café, estoy aquí desde hace veinte minutos y Alexander no se digna a aparecer, quiero irme, pero la curiosidad por saber que paso esa noche es más grande, así que espero.
Le pido al camarero una dona y un café y luego de 20 minutos vuelve con mi pedido, le agradezco al camarero con una sonrisa, este se retira y yo empiezo a devorar mi comida. Quince minutos después suena la puerta y levantó la mirada para encontrarme con los ojos de Alexander. Aunque tenga la nariz morada, sigue siendo lindo, pero no puedo olvidar lo que pasó.
De solo recordarlo me dan ganas de volver a golpearlo.
Se acerca hasta donde estoy y se sienta. Nadie dice nada, solos nos quedamos mirando en medio de un silencio incómodo. Lo miro alzando una ceja para darle a entender que quiero que diga algo, sin embargo no lo hace hasta que pasan cinco minutos.
—¿Que quieres hablar? –pregunta.
—Hola a ti también –digo con sarcasmo y ruedo los ojos–. Ya sabes de que quiero hablar, quiero que me digas lo que sucedió esa noche, no recuerdo nada.
Suspira.
—La verdad, tú me buscaste –hace silencio esperando a que diga algo, pero no digo nada–. Estabas como loca, no quería que alguien se aprovechara de ti, así que te saque de esa casa, te iba a llevar a tu casa pero tu no querías ir allá, me suplicaste que te llevara a otra parte.
—Aguarda –lo interrumpo–. ¿Te suplique? ¿Estamos hablando de la misma persona? –le digo confundida.
—Si, te estoy contando lo que paso anoche –rueda los ojos–. No sabia a donde llevarte, así que te lleve a mi departamento –prosigue–. Cuando llegamos te pusiste a llorar.
—¿A llorar?
—Si, decías que tu vida era un asco, que no querías seguir viviendo con tus padres y yo simplemente te escuchaba, ¿que otra cosa podría hacer?
Apartó la mirada.
—De igual manera, luego de un rato te calmaste y me besaste, tal vez no me creas pero, trate de detenerte.
—¿Detenerte? –lo miro–, tu nunca te detienes si se trata de un beso o algo más.
—Eso paso, si quieres creerme o no, es tu problema. No te detuvistes y tuvimos sexo, ¿contenta?
—No, no estoy contenta, estoy furiosa.
—No me vayas a golpear –levantó sus manos y las puso en su cara como protección.
—Debería golpearte, te aprovechastes de mi estado de embriaguez y tomaste ventaja para aprovecharte de mi.
Él me mira como si le hubiera pegado una patada en las bolas.
—No puedo creer que hayas dicho eso –se levanta y se dirige a la puerta.
—Espera –tomó dinero de mi bolso y lo dejó en la mesa para seguir a Alexander –. ¡Espera! –alzó la voz para que me escuche, sin embargo, no se detiene.
Salgo del café y miró a Alexander dirigirse a su auto el cual está estacionado en la orilla de la acera.
—¡Alexander!
—Déjame en paz –gruñó molesto. Abre la puerta de su auto.
—No te dejare en paz, espera un momento –cierra la puerta de golpe y me mira.
ESTÁS LEYENDO
Like A Virgin
Roman pour AdolescentsElizabeth Caine, una chica tímida y callada que decide por solo una noche ser atrevida y romper las reglas. Alexander Warner, un chico mujeriego que solo le interesan las mujeres fáciles decide por una noche estar solo, pero sus planes no salen com...