Demian Daghetti se sentía solo. Su ultimo hermano soltero,Christian, se había casado hacía un año. Demian estaba solo con la asistenta, que iba dos veces por semana y amenazaba constantemente con jubilarse. Eso lo dejaría sin sus bizcochos, a no ser que fuera todos los días a desayunar a un restaurante y aquello era prácticamente imposible teniendo en cuenta su horario.
Se echó hacia atrás en la silla de su despacho, de aquel despacho que ya no compartía con nadie. Se alegraba por sus hermanos. Excepto Alex, la mayoría de ellos tenían ya sus hijos. Max y Anna tenían dos niños. Christian y Tess, uno. Paul y Caroline, un niño y una niña. Demian se dio cuenta de que hacia tiempo que no tenia una relación. Los rodeos acababan de terminar y había habido tanto trabajo en el rancho que no había tenido tiempo de salir ni una sola noche. En ese momento, sonó el teléfono.
-¿Por que no te vienes a cenar?- le preguntó Christian nada mas descolgar.
-¿Te parece normal invitar a tu hermano a cenar en tu luna de miel?- sonrió Demian
-Nos casamos hace casi un año -apunto Christian- Por eso, todavía estas de luna de miel- no Demian
-El trabajo no lo es todo. Es mucho mejor el amor.
-Que te lo digan a ti, ¿verdad?
-Bueno, haz lo que quieras, pero la invitación esta en pie. Ven cuando quieras,¿de acuerdo?
-Gracias lo tendré en cuenta.
-Bien.
Tras colgar, Demian se estiró. Junto con sus hermanos tenia cinco ranchos, pero era él quien e ocupaba de casi todo el trabajo físico con el ganado, como ponía de manifiesto su enorme cuerpo. A menudo se preguntaba si no trabajaba tanto para no pensar en otras cosas. De joven, las mujeres había revoloteado a su alrededor y se había hecho de rogar para aceptar sus invitaciones, pero ahora, a los treinta y cuatro, las aventuras de una noche no le satisfacían.
Había pensado pasar un fin de semana tranquilo en casa, pero Marilee Morgan, una amiga intima de Kiera Reeves, lo había convencido para que la acompañara a cenar a Houston y al ballet. A Demian no le hacia mucha gracia lo del ballet, pero Marilee le había explicado que no podía ir sola porque tenia el coche en el taller. Era una mujer guapa y sofisticada, pero Demian no quería nada con ella porque no quería que le fuera contando nada de su vida privada a Kiera, que estaba incómodamente enamorada de él.
Sabía que Marilee jamás le habría pedido que saliera con ella en Jacobsville, Texas, porque era un sitio pequeño y Kiera se enteraría enseguida. A Demian le habría gustado hacerlo para que Kiera se diera cuenta de que era un hombre libre, pero aquello no habría favorecido en absoluto su amistad con su padre Fred Reeves.
Lo bueno que tenia salir con Marilee era que se libraba de ir a cenar a casa de los Reeves. Fred era uno de sus mejores amigos, ademas de ser su socio, y le encantaba su compañía, pero había dos elementos en su casa que detestaba: su hermana, Lydia, que era una cotilla pero que no vivía con ellos, y su hija Kiera, que tenia veintiún años y era psicóloga . Había vuelto loco a Cag analizando sus preferencias alimenticias y Demian solía buscar excusas para no ir a casa de Fred si estaba ella.
No era fea. Tenia una cabellera castaña y larga y tenia buen cuerpo. Lo que lo mató, era que estaba enamorada de él y todo el mundo lo sabía. Demian no la tomaba en serio porque la conocía desde que tenia 10 años y llevaba aparato dental. Era difícil olvidar esa imagen. Ademas, no sabia cocinar. Su pollo calcinado era famoso en la ciudad, como sus bizcochos, que eran armas letales.
Al pensar en aquellos bizcochos, Demian descolgó el teléfono y llamó a Marilee.
-Hola, Demian.- lo saludo encantada.
-¿A que hora quieres que te recoja el sábado?
-No le dirás nada de esto a Kiera, ¿verdad?
- Sabes que procuro verla lo menos posible- contesto Demian impaciente.
-Por si las dudas- bromeó Marilee preocupada-. Estaré lista a las seis.
-¿Y si me paso a las cinco y cenamos en Houston antes del ballet?
-¡Perfecto! Me apetece mucho. Hasta luego.
-Hasta luego.
Demian colgó y marco el numero de los Reeves. Por desgracia, contesto Kiera.
-Hola, Kiera- le dijo con simpatía
-Hola, Demian- saludó ella sin aire en los pulmones-. ¿quieres hablar con papa?
-No, bueno, era solo para deciros que no voy a poder ir a cenar el sábado. Tengo una cita.
-Ya- dijo ella tras una pausa apenas perceptible.
-Perdón, pero ya había quedado hace tiempo- mintió Demian- y se me había olvidado cuando le dije que si a tu padre. Dile que lo siento.
- Claro- contesto Kiera-. Pasatelo bien
Estaba rara
-¿Pasa algo?- pregunto Demian dubitativo.
-¡No, claro que no! Hasta luego, Demian