Susurros a lo lejos, alguien adentrándose en la habitación...
-¿Quién eres? - pregunta ella dirigiéndose a esa sombra que poco a poco se acercaba a ella, con su voz, a decir verdad, muy temblorosa y carrasposa.
-¿No me recuerdas? - responde con voz ronca y burlona.
-¡¿Qué eres?! - grita muy inquieta antes de caer al suelo golpeando unas vasijas de cristal recargadas en la chimenea haciendo que cada una de ellas cayeran para instantáneamente quebrarse en muchos pedazos; incluso incrustándose algunos de ellos en sus delicadas manos y piernas.
Crujen las paredes, está muy fría la habitación, escucha voces, dicen su nombre: "April"... Esto es nuevo para ella. Su sudor y lágrimas rodando por su cara son asquerosas, la escena en sí es asquerosa.
April coloca sus manos en sus oídos, haciendo presión en ellos; una acción nula, también cierra sus ojos con toda su fuerza, deseando y esperando que todo sea un sueño y que él esté para ella otra vez, diciéndole que todo estará bien. Pero no estamos en un cuento de hadas, y sabemos que esto no tendrá un final feliz.
Está presa del miedo, no puede moverse, solo puede mirar; en su condición es incapaz de hacer algo más.
Se siente tan culpable de lo que ha liberado, que va casi inconsciente, confundida y con la mirada perdida a la cocina toma un cuchillo que a continución desliza lentamente en su delgado y perfecto cuello.
Así que la muerte huye de ella.
-¡No! - "grita" o al menos lo intenta realizando, al contrario, un sonido inhumano a través de su cercenada garganta.
-Nunca tendrás descanso. - le sentencia la informe sombra con voz socarrona y gutural. - Eres la causa del fin de todo, y déjame decirte algo que debiste saber antes; el nunca te amó.
LOS FINALES FELICES NO EXISTEN.