Capítulo único

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La brisa soplaba cálida en la ciudad, y una joven colegiala preparaba sus cosas para ir a la época feudal, un lugar donde habitaban monstruos, demonios, seres de energía espiritual y también medios demonios, un lugar donde ni en sus más locos sueños pensó conocer.

Estaba algo complicada ya que pronto vendrían las festividades de navidad y año nuevo, y en su corazón deseaba pasarlas con cierto peliplateado y sus amigos, pero sabía que ellos no tenían esas costumbres de celebrar noche buena, a pesar de que le estuvo hablando de ello a Sango para ver si podían hacer alguna cena, pero lo cierto es que cuando se lo comentó a InuYasha, este reaccionó diciendo que no tenían tiempo para esas estupideces. Entristeciendo a la azabache y, por su puesto enfureciéndola y causando que el joven se estanpara contra el suelo, después de un "abajo".

Por otro lado, también estaba su familia, quería estar con ellos, pero en su corazón y su mente, deseaba pasarlo del otro lado del pozo, por lo que decidió seguir intentándolo, después de todo, ella sabía que podría convencer a InuYasha, de alguna u otra manera, por lo que se armó de valor y determinación, y se fue a la otra época, despidiéndose antes de su familia, le quedaban solo dos semana antes de la navidad, y haría todo lo posible por motivar a sus amigos para celebrarla.

Del otro lado la esperaba un impaciente ojidorado, a Kagome le gustaba que fuera por ella y la esperara con tanta energía, pero sabía que solo era por la prisa por encontrar los fragmentos, así que ella dio un largo y sonoro suspiro al salir del pozo ayudada por el joven.

-¿Por qué demonios tardaste tanto, Kagome? ¿Qué no sabes que hay mucho qué hacer?-reprochó InuYasha, pero la azabache decidió no ceder a sus impulsos y actuar con amabilidad.

-Disculpame, InuYasha, pero estaba ayudando a mi mamá con algunos preparativos- sonrió haciendo que el muchacho alzara una ceja en clara señal de desconcierto.

-¿Preparativos?- preguntó inocente.

-Claro, ya sabes...por navidad- respondió la azabache viendo su oportunidad- ya sabes, la celebración tan importante de la que te hablé el otro día, esa en que nos juntamos con nuestros seres queridos...

-Tonterías - interrumpió - son solo estupideces - terminó de decir y la joven estaba haciendo un gran esfuerzo para no sucumbir a la ira.

-No es así, InuYasha- contestó tranquila - es algo muy lindo porque nos reunimos y nos damos algún obsequio-sonrió.

-Keh! No me importa-sentenció y caminó en dirección a la aldea, mientras que la azabache solo rodó los ojos, sabía que no la tendría fácil con InuYasha.

(...)

-Así es, Sango, se pueden intercambiar obsequios, tal vez no algo material, pero algo nacido del corazón- le explicaba la azabache a su querida amiga y ella la miraba con ojos de ilusión.

-¡Qué festividad más hermosa!- comentó Miroku al escuchar las palabras de la joven- lo ves, Sango, tu regalo para mi podría ser un lindo hijo- dijo llenó de entusiasmo ganándose una cachetada por parte de la aludida.

Kagome solo rió, algo mas emocionada de ver que sus amigos respondían positivamente a la cena y pequeña celebración que había propuesto y que se haría en dos días más. Claro que aun no lograba motivar a InuYasha, pero al menos había conseguido que aceptara.

-Oye, Kagome- le habló tímido, Shippo- entonces ese obsequio ¿puede ser cualquier cosa?

-¡Claro que sí! Pero debe nacer del corazón, no importa lo que sea, pero debe venir justo de aquí - Kagome le señaló justo donde se encontraba el corazón, el pequeño zorrito solo sonrió feliz, él le haría un bello dibujo a la azabache, uno con todo el amor que sentía por ella. Y de esa manera agradecerle todo lo que ella hacía por él.- De esta manera se demuestran el aprecio que se tienen las personas, por eso es una celebración tan importante, porque nos une y nos da un ambiente de paz- terminó de explicarle al zorrito, lo que no sabía era que InuYasha también estaba escuchando atento las palabras de la chica.

Especial de NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora