Prologo

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¡Oh, d-i-o-s mío! .- ¿qué rayos acabo de hacer? No lo puedo creer, ¿donde estoy? ¿Esto es real?.

¡Si! Reacciona, grita mi yo interno. Ese yo interno pretencioso y arrogante que hizo que ahora esté aquí, en esta tarima con las personas más críticas de toda la escuela, escudriñándome lentamente con su mirada, y sintiendo el suspenso de la situación. ¡Si estoy dando un discurso y mi mente se ha quedado en blanco! ¡Santo cielo! Iba tan bien, hasta que por azares del destino, se me salteado una frase, y como toda chica optimista la he retomado. Mala decisión, debí haber pensado que si hacía eso, el discurso iba a perder el sentido y terminaría luciendo como una completa novata. ¡ALTO! Todos me miran esperando que continúe, debo continuar, no puedo marcharme corriendo como una desquiciada. Es el momento de retomar el discurso como si lo que estuviera diciendo fuera: «él porque amo a el chocolate, y los días de vacaciones sola en casa». Total esto ya no es una competencia, ya perdí el concurso.

Después de esos 10 o 25 segundos de reflexión interna, la tensión de mis hombros se evaporó, y las palabras fluyeron en mi boca, cuál poema de Neruda. Finalice mi discurro cual ganadora derrotada y resignada. Di las gracias, camine encogiéndome de hombros y sentándome al lado de mi mejor amiga, sintiendo un sentimiento asfixiante y agotador, creo que le llaman: Fracaso.

¿Que pasó? ¿Estás bien? .- mi amiga me miro triste y con un poco de lastima, lo pude notar en sus ojos verdosos.

Pues, no sé dónde estoy sentada, creo que necesito un golpe de realidad.- la verdad es que me siento más fantasiosa que después de ese fin de semana que termine con esa saga de 5 libros, con 300 páginas cada uno. Si, alguien había subestimado mis alcances de lectora y tuve que aceptar el reto.- ¿cuántos segundos dure callada? Se sincera, por favor.

Como 5 segundos, fue súper rápido.- me miro insegura y supe que mentía, pero la verdad es que ni ella misma lo sabía, había permanecido tan angustiado como yo, durante mi pausa reflexiba.- no te preocupes, enserio.

¿5 segundos, enserio? Sentí que fueron más.- dije extrañada

Yo lo sentí como 5 segundos.- dijo ella un poco más segura.

Si eliminaras mi colapso momentáneo, ¿dirías que estuvo bien? quiero decir ¿te gusto el discurso, olvidándonos de mi silencio incómodo?.- pregunté esperanzada

Todos me miraban con expresiones de lastima, odiaba aquello. Continuó la lista de oradores pero yo no podía escuchar nada, me sentía perdida. Solo revivía una y otra vez ese momento de pánico escénico, y no hacía más que reprocharme mi error. ¿Pudo haber sido peor? No lo creo, Ricardo ha venido a verme, está en esa esquina, lo mire mientras decía el discurso, ¿habrá sido un motivo extra de mi repentina falla en la memoria?. Lo vi, vi cómo me miraba con esos ojos críticos, como si mi error fuera algo que él ya esperará, como si no se puedo esperar más de mi. Me partió el corazón. No voy a mentir.

También vinieron el grupo del salón de clases, los chicos que me habían aplaudido veces anteriores que lo había dicho, y que ante sus ojos me visualizaban como la ganadora, los he decepcionado.

La maestra Susy, si ella debe de estar muy triste por mi. Aunque no fuera de mucha ayuda que en las primeras partes emocionantes del discurso haya levantado su pulgar en señal, de bien hecho, debo admitir que eso me saco desconcentro bastante.

¡Es horrible! No puede estar pasando, y como si no fuera suficiente hasta pude ver un atisbo de lastima en la mirada del profesor, que siempre me ha detestado. Y como broche de oro, aquí está mi primo quien no viene solo, viene con su prometida, Alexandra creo que se llamaba. ¡Rayos! Ya es familia, y ahora cada vez que me vea verá el fracaso en persona, esa es la primera impresión que le he dado.

¿Qué sigue ahora? ¡¿Que sigue ahora?!, comienzo a sentirme bastante mal, necesito salir por lo menos un minuto de aquí.

Mich, me acompañas un momento al baño, quiero salir.- Ella estaba apunto de negarse, pero al verme tan mal, asintió con la cabeza, y nos escabullimos del lugar antes de que otro participante iniciará su oratoria.

Ella también había participado, intente poner toda la atención posible pero fue difícil lo único que sé es que le fue muy bien, los aplausos no mienten, aplausos merecidos. Sin embargo, las posibilidades de que Mich quede en primer lugar son algo escasas luego se haber escuchado el arrogante discurso de Jovanna. Esto no es del todo justo, nadie va a negar que lo dijo con una seguridad aplastante pero su discurso es basura literaria, digno de ser aclamado por los sordos. Pero claro han de recrear la vista con esa rubia, ya los veo a todos llenándola de cumplidos, y pidiéndole fotos con su medalla, típica popular de colegio. Comienzo a creer que es más importante de quién son las palabras, que las palabras en si. Cruel realidad.

Al salir, me encontré de frente a Ricardo. Pensé que me miraría con lastima, y que muy posiblemente me consolaría, pero él me miró con desprecio. Y si, lo casi imposible sucedió, la velada empeoró.

El al verme trato de ignorarme, no entendía, creo que me había ilusionado sin razón con el. Pero yo que soy tan necia y obstinada, no me rendí como una boba le pedí su opinión de mi discurso creo que en realidad sonó más como una súplica de consuelo. El me dio una dura crítica, que entendía y esperaba, pero fueron sus palabras cargadas de veneno lo que me desconcertó, y está demás decir, que no era necesario que básicamente me hubiera comparado con Jovanna, elogiándola y desacreditándome a mi.¿Ricardo vale la pena?. Me sentí devastada, no pude contener las lágrimas que luchaban por desbordarse en mis tristes y cansados ojos.

Alejandro, miro mis ojos llorosos y se apresuró a abrazarme. Sentí un abrazo sincero. El era un chico tímido por lo cual entendió un poco el miedo que se puede llegar a tener al exponerte de la manera en que yo lo hice ante un público.

Su compañía logró sosegarme, y regresarme el valor para volver al auditorio a escuchar los resultados del concurso. Francamente y siendo realista había perdido toda oportunidad de ganar, pero debía volver. Casi al volver, Ricardo lucía arrepentido y se acercó a abrazarme, fue un abrazo desesperado, él sabía que yo había descubierto su verdadera personalidad, y se sintió aterrado. Si bien, su abrazo no logro borrar esa imagen de el, si impidió que yo lo odiara.

Que una batalla perdida no te robe tu confianza, que una batalla perdida sea el recordatorio de que debes ser mejor. Es en los malos momentos donde conoces a tus verdaderos amigos.

Con suerte es amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora