Día de la Boda Parte 1

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Al fin era el día de nuestra boda. Mario Bermutto y Alessandra Abbiati serían esposos al fin...


Me encuentro saltando de la emoción.

Estoy que no quepo de la alegría; está todo justo como lo hemos planeado por hace más de un año. Nos daremos el sí quiero eterno en La Cartruja de Ara Christi, un precioso restaurante al norte, a las afueras de Valencia. El lugar fue utilizado en sus inicios como un monasterio; hoy, es un palacio que ha conservado toda su arquitectura renacentista majestuosa y será el lugar donde me casaré con el hombre de mi vida.

No lo puedo creer todavía. Este día llegó, me casaré con Mario, mi Mario. Mi italiano bello.

Ahora que lo pienso, sus padres le heredaron muy buena genética; es el hombre de mis sueños. Es alto, guapo, inteligente, vivaz, extrovertido, amable; es perfecto y será mi esposo. Repito que no puedo creerlo todavía. Que ese hombre me ame como me ama, me haga el amor como me lo hace, me entienda, me cuide...es lo más genial de este universo. Nunca pensé que me fuera a casar, siempre dije que no lo haría, que me conservaría soltera y estaría viajando por todo el mundo, y veme aquí a punto de casarme.

Recuerdo cuando lo conocí:

     Nos topamos por casualidad al salir de clases. Realmente me tropecé con él, ¡qué digo!, me di de bruces contra él y lo hice caer. Yo y mi torpeza...que nunca ha mejorado, por más pilates y yoga que hago...

     Tomábamos juntos una clase de criminología; que yo decidí tomar como electiva recomendada para completar mi licenciatura en psicología. (Doy gracias a Dios por haber tomado esa clase, entre tantas otras). Él la tomaba porqué estudiaba para ser abogado...luego me enteré de eso. Pero ciertamente le debo a mi torpeza haberle conocido...

     ¡Te hice caer! Lo siento mucho, me tropecé y me di de bruces contra ti;... soy tan torpe a veces, discúlpame. — le dije, mientras le ayudaba a ponerse de pie. Aún no le había visto la cara, pero tenía un cuerpazo de infarto; una bien marcada espalda y una retaguardia de muerte. Una que, por cierto, nunca antes había visto en clase, pues no la hubiese olvidado y en ese momento no precisaba decirle hola, pues la desconocía. El punto es...volviendo y dejando mis desvaríos que él se puso de pie de espaldas a mí, y luego, cuando se volteó... ¡Oh mi Jesús!

     Este adonis de dónde salió me pregunté, nunca lo había visto en clase. Me puse a pensar, pero soy tan despistada me dije, lo recordaría si lo hubiese visto antes, porque sin duda lo hubiese notado. Un hombre así no pasa desapercibido...nunca.

     No podía creer que nunca lo hubiese visto antes.

     Mientras estaba divagando, y soltando la baba, él me sonrió, en señal de que comprendió y aceptó mis disculpas, eso creo, espero. Tenía una sonrisa tan hermosa, dientes perfectamente blancos, como los que busco en un hombre. Pero, ¡¿Qué estoy diciendo?!, apenas le he visto, me dije.

     No te preocupes, tranquila, estoy bien. — me dijo el susodicho de dientes y sonrisa Colgate. ¡Cómo podía ser tan perfecto!

     Yo embelesada, le sonreí como tonta. Y luego de ahí lo demás es historia. Pero puedo decir que fue amor a primera vista. Su sonrisa... me mató; su retaguardia también.

Mary llega y yo regreso del país de mis recuerdos. Mary Gouveia, mi mejor amiga entra al salón donde yo dispuse me arreglaría para la boda; viene con una sonrisa emocionada y yo le respondo con la misma sonrisa. La ceremonia la llevaría a cabo ella mismísima, mi amiga de toda la vida, quien es jueza. Ella y yo nos conocemos desde pequeñas, hemos pasado muchas cosas juntas; y ella es quien me casara, verdaderamente estoy muy emocionada por ese hecho. La amo.

El día mas deseadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora