Capitulo 4

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Estoy en un parque de diversiones, mi hermanito pequeño me pide que lo lleve al carrusel, me pide que me suba con el, pero le digo que ya estoy grande, hace pucheros pero logro convencerlo de que lo haga solo, que no tenga miedo, que todo estará bien, le compro un algodón de azúcar y sube muy feliz, me quedo en frente observado su cara de felicidad, una cara que nunca había puesto, vuelta tras vuelta noto que aumenta la velocidad, me asusto cuando notó su cara de miedo.–párenlo- gritó con desesperación el encargado intenta hacerlo pero no puede, noto el humo que comienza a salir, seguido de chispas, que se convierten en llamas, cuando estoy a punto de brincar para sacarlo, la explosión hace que vuele.
Me despierto de un salto gritando su nombre. Los enfermeros entran y me sujetan de las manos y comienzan a darme piquetes por todos lados.
Abro los ojos y analizó la habitación, es en un hospital, a mi lado hay una bandeja con comida, otra con jeringas y otras cosas que no logró reconocer, estoy a punto de levantarme, todo me da vueltas, escucho que alguien está en la puerta y vuelvo a mi lugar. Me hago el dormido y siento que alguien me toca el pie, abro los ojos y lo veo, es algo alto, piel clara , y ojos grandes
—¿Quién eres?-preguntó con voz fuerte-
—tranquilo no te haré daño, lo prometo
—¿Que hago aquí?
—estas en el hospital, estás muy herido, eres uno de los pocos sobrevivientes-me explica-
Aún no puedo creer todo lo que ha pasado, no sé si todo ha sido una pesadilla, todo parece tan irreal, pasó tan rápido, las lágrimas no dejan de caer, pienso en que pude salvarlos, no a todos pero tal vez a alguno, de no ser por este estupido que me lo ha impedido, quisiera clavarle el puño de jeringas en la cara, pero no quiero más muertos por hoy.
Por fin me han dado de alta, los doctores me han pedido que este en mi habitación que me han asignado, es imposible quedarme ahí, una pequeña litera, un tocador y una pequeña televisión vieja es con lo que cuenta esa grandiosa habitación, pudiera ver tele pero solo hay estática. Salgo de ella camino entre los pasillos largos y oscuros, como perro sin rumbo, llego a un pequeño patio y puedo mirar el cielo, nublado y a punto de llover, hay una ventana vieja, veo que puedo subir en ella y  a subir a la azotea, pero decido no hacerlo por hoy. Me quedo tumbando en el suelo, contemplado el cielo, esta negro,pero los relámpagos lo iluminan. Se me viene una recuerdo de mi infancia, recuerdo que le temía mucho a los relámpagos, en cada tormenta me la pasaba llorando, abrazado de aquel oso de peluche, ese que me protegía de aquellas cosas tan aterradoras, todo termino cuando mi hermano pequeño Yaek tenía 3 años, el también le temía a los relámpagos, la primera vez que lo vi llorar me hice el fuerte y le regale mi oso de peluche, y le dije que todo estaría bien, que cuando tenga miedo lo abrazara y lo protegería como lo hizo conmigo, el saco una sonrisa, pero la primera vez no funcionó, y no tuve otra opción que contarle un cuanto hasta que se quedara dormido, cada tormenta tenía que leerle un cuento nuevo. Mi miedo se fue desde que conocí a Melanie, en cada tormenta quería que estuviera conmigo para protegerla, era mi fortaleza. Una gota me devuelve a mi realidad- está muerto- me retumba en la cabeza, no sé cómo ha muerto, si en aquel carrusel o en el incendio, las dos cosas me parecen tan irreales. las lágrimas caen por mi rostro, siempre será así, en cada tormenta tendré que llorar.
Logró llegar a mi habitación, me tumbo en la cama de abajo quisiera poder dormir, pero no puedo, pienso en todo lo que ha pasado hoy, tengo tanto miedo, quisiera que alguien me abrazara, pero Jane, estás completamente solo, repito hasta quedar dormido.
Un sonido me despierta, es como una alarma, me encojo en el rincón de la cama hasta que el sonido se calma, tocan la puerta, me levanto a abrir, es un soldado que me dice que en 30 minutos tengo que estar en el patio de entrenamiento. Veo el reloj son las 6:30 de mañana, me cepillo los dientes y me pongo el uniforme que me han dejado en el tocador, unos jeans negros una camisa del mismo color y unas botas.
Camino por el pasillo hasta llegar al patio, nos ponen en filas de 10 y el comandante se presenta:
Buenos días soldados, yo soy su comandante Ernesto, debido a los atentados que han ocurrido últimamente tuvimos que llegar a esto, no nos quedan soldados, ustedes serán los nuevos, ya no hay leyes, ya no hay gobierno, olviden el mundo que conocían antes.
No me han preguntado si quiero ser soldado, es lo que nunca hubiera querido ser, pero la muerte de mi familia no será en vano.
Nos ponen a hacer rutinas de ejerció muy pesadas, abdominales, sentadillas y lagartijas, me canso con las primeras veinte, caigo al suelo en varias ocasiones y el comandante hace que me pare con gritos y golpes, quiero llorar pero no lo haré tengo que ser fuerte.
Por fin llega la hora de almuerzo, eso me pone algo feliz, estoy muy cansado y tengo demasiada hambre, tomó una charola y voy hacia el estante donde están sirviendo, unos huevos revueltos, dos piezas de pan, un mollete y un vaso de juego recién echo, tengo otro problema, donde me sentaré, todas las mesas están llenas, excepto una, corro hacia ella y me siento. Es el mejor almuerzo, me sabe a gloria, en unos cuando segundos he terminado todo, me doy cuenta de lo solo que estoy, y de lo solo que estaré siempre, pero por el momento parece no importar.
Llego a mi habitación, estoy muy casado, así que me tumbo en la cama, y mi día consiente en alarma, comida, alarma, cena, alarma, hora de dormir, las luces se apagan a las 10 pm En punto, en su totalidad, solo queda encendida la luz de los retretes que están al final del pasillo.
Estoy en una fiesta, muy relajado con mis amigos, Melanie está conmigo, he bebido, me siento mareado, me dirijo hacia el baño, me miro en el espejo, me mojo la cara he intento no caerme, regreso a la fiesta y no encuentro a Melanie, mi corazón comienza a bombear más rápido de lo normal, empujó a la gente, gritó su nombre pero es absurdo porque la música está muy fuerte, notó su vestido rojo y el pantalón negro del otro tipo con el que está abrazada, besándose, ella me ve, solo pone una sonrisa. Corro hacia la salida, llorando, un grupo de tipos me tomo y me comienza a golpear, sin piedad, les grito que paren asta que un golpe me entume la quijada y me quedo afónico, mi cabeza choca contra el suelo. Despierto de un brinco, pero todo esta bien, sigo en aquel cubo asqueroso que llaman habitación, veo el reloj son las 4:55 de la mañana, me siento en la cama e intentó calmarme, todo está bien, me instó. El movimiento de la cama de arriba me pone alerta, me encojo en un rincón y tomó la navaja que guardo en el hueco de la cama. El baja de un brinco, tambalea un poco y se dirige a mi
—¿Estas bien?-pregunta-
—¿qué haces aquí?¿cómo le hiciste para entrar?–Digo casi gritando-
— Shhh, vas a despertar a todos
—¿qué haces aquí?-insisto-
—me han asignado a esta habitación, porque nadie debe estar solo.

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⏰ Última actualización: Dec 29, 2016 ⏰

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