Prólogo

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Cuando el joven abrió los ojos observó que se encontraba en lo que parecía ser una especie de bosque. No se levantó de inmediato, no podía. Las piernas no le respondían y sentía una especie de entumecimiento en todo el cuerpo. Trató de aprovechar ese momento y recordar que había sucedido, ¿donde estaba? ¿como había llegado allí? Sus preguntas se vieron recompensadas con un fuerte dolor de cabeza que lo aturdió aún más.

- ¿Que coño ha pasado? - su voz le sonó extraña, no la reconocía. Levanto sus manos y las observó preguntándose si esas eran sus manos. Tenía varios rasguños y diferentes cortes, pero no le dolía. Se miró las piernas y vio que los vaqueros que llevaba puestos tenían varias partes rotas que mostraban un par de heridas. Así que era eso, le debían de haber dado una paliza, hipótesis que pareció ser cierta cuando se logró levantar y sintió dolores por todo el cuerpo y un fuerte mareo que le tumbó de nuevo.

- Dios, en serio, ¿que coño me ha pasado? ¿por que me duele todo? - aún le molestaba su propia voz. Volvió a levantarse y logró contener los mareos. Se miró los pies y vio que sus zapatillas negras también estaban bastante dañadas.

" Vale -pensó el joven- las preguntas de una en una así que, ¿donde estoy?"

Lo único que veía a su alrededor eran árboles y arbustos. Se encontraba en un lugar cubierto por varias ramas de los árboles cercanos que dejaban pasar unos tenues rayos de luz. Sin embargo esos rayos no eran muy potentes - debe de estar atardeciendo - y apenas se veía a larga distancia. El suelo estaba cubierto de hojas, pero donde él se encontraba y en algunos otros puntos las hojas estaban negruzcas y quemadas.

"Entonces estoy en una zona de camping, vale, eso responde al donde; pero ¿y el como?" pensó.

De nuevo su única respuesta fue un tremendo dolor de cabeza, sin embargo esta vez el estruendo de una fuerte risa le acompañó. Asustado miró a su alrededor pero no vio a nadie y la risa no se repitió. Pensó que la paliza le había afectado bastante y se puso a caminar.

El bosque estaba cargado de humedad, se notaba en el aire y cada vez había menos luz. Los árboles eran altos y viejos, con ramas por todos lados que crecían de forma salvaje; lo que le daba al lugar junto con la iluminación un aspecto siniestro. Definitivamente no era un buen lugar para acampar. No había ningún tipo de camino definido así que el joven simplemente caminaba entre los árboles esquivando ramas por donde él creía conveniente. A medida que caminaba empezó a escuchar un leve susurro, así que decidió seguir el sonido. Llegó a un pequeño riachuelo. El agua estaba clara y el joven aprovechó para lavarse la cara y despejarse un poco. Se sentó en un peñasco que había e intento sin éxito recordar algo de lo que le había sucedido. Cuando desistió, había anochecido bastante y era muy difícil distinguir las figuras en el bosque. Sin embargo gracias a esa oscuridad pudo distinguir un par de luces en lo que gracias a la posición del musgo de los árboles supuso que sería el norte, así que siguió su camino hacía allí.

Estaba cansado, dolorido, tenía hambre y frío; la situación no le parecía muy favorable mientras caminaba deseando encontrar un lugar donde descansar. Su paseo no había terminado cuando escuchó un grito estremecedor que le heló la sangre. El grito le retumbo en la cabeza y se le clavó en la piel como si de agujas se tratara. ¿Que había sido eso? ¿Se lo habría vuelto a imaginar? Cuando pensó que definitivamente se estaba volviendo loco, el grito volvió a retumbar por todo el lugar. Su primera reacción fue intentar salir corriendo, no pudo. En su lugar se tropezó con su propia pierna y cayó de bruces contra el suelo golpeándose la cabeza con una rama. Se levanto aturdido notando el calor de la sangre en la frente pero siguió intentando correr. Corrió golpeándose y cortándose con cada obstáculo del camino pero no se detuvo. Sentía que si se detenía algo horrible sucedería. La luz cada vez estaba más cerca así que dio un último esfuerzo y logro salir del bosque, tropezándose una última vez cayendo así de nuevo.

Ya fuera del bosque se quedó sentado en le suelo recobrando el aliento. "Eres patético - se dijo a sí mismo - ¿que te iba a pasar? ¿que las ardillas te mataran a bellotazos? No tienes 5 años, sabes que no hay nada en la oscuridad".

Sin embargo ese miedo humano a lo desconocido le vibraba al máximo. La opresión que sentía en su pecho solo se mitigaba a medida que iba alejándose de el bosque.

El bosque quedaba cerca de una ciudad y dado que no había otro lugar a donde ir, empezó a caminar de nuevo sin un rumbo fijo.

La ciudad estaba únicamente iluminada por la luz de las farolas que junto a la iluminación de la luna creaba una imagen fantástica. Hacía frío y las calles estaban vacías, haciendo que la ciudad le agradara aún más. La ciudad era normal, tenía supermercados, casas normales , ferreterías...sin embargo todo estaba vacío. El joven no se quejo, no se encontraba lo suficientemente bien como para que dejar que alguien le molestara.

El dolor del joven se mantenía insistente y tras otra serie de mareos decidió acudir al algún centro de salud. A medida que avanzaba le parecía más extraño todo. Era extraño que en ningún lugar hubiera una sola persona y ningún coche. Ninguna tienda estaba abierta e incluso una gasolinera carecía de personal.

"Eres un paranoico, ¿de que te extrañas? Llevas todo el día perdido en un bosque, has salido ya entrada la noche y , ¿esperas que alguien salga a recibirte o que?" -su subconsciente le obligaba a centrarse en la realidad.- Vamos reacciona, ahí tienes el hospital. Entra y diles que estas perdiendo la cabeza".

El joven se rió ante su propia brusquedad. En el fondo sabía de sobra que era verdad. El hospital estaba al lado iluminado únicamente por la luna. Por esa grandiosa y brillante luna. Por esa perfecta luna que lo dejó admirándola como un idiota.

Súbitamente salió del trance por el sonido del motor de un coche y un grito. Se dio la vuelta para ver a un hombre en un coche que pitaba frenéticamente- apártate imbécil, tengo que pasar- el ruido retumbaba fuertemente en su cabeza. La atronadora risa volvió a resonar en su interior provocando un dolor intenso. Se agarró la cabeza deseando que parara el dolor y empezó a notar calor en su nariz. Estaba sangrando. "Genial -pensó -me va a explotar la cabeza y además estoy sangrando, esto es fantástico". El dolor volvió a intensificarse y lo último que pudo decir antes de desmayarse fue un ¿por que?

Cuando el joven abrió los ojos observó que se encontraba en una camilla "al menos no es un bosque" y el ruido de varios pasos y cuchicheos le indicó que alguien se acercaba. En efecto , un médico de aspecto anciano y calmado se acercó a él.

-Señor Butler, ¿cómo se encuentra?

Su cerebro aún parecía estar apunto de estallar y contestó con un triste ¿que?

-Señor Butler hemos contactado con su familia no se preocupe ya están aquí, mire aquí.

Un rayo de luz lo cegó momentáneamente, además del dolor de cabeza tenía que aguantar eso. Estaba completamente perdido y confuso.

-Señor Butler por favor venga por aquí. Su familia le espera.

El joven dejo que le guiara por un laberinto de pasillos y escaleras hasta llegar a una sala donde un grupo de personas esperaban. Una chica joven se separó del grupo y se arrojó a sus brazos llorando.

- KAYLE!!!!!! ERES UN IDIOTA!! ¿¡Donde estabas!?

El joven la apartó confundido y extrañado preguntó : ¿Nos conocemos?

El Poder de las TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora