Ahí me encontraba yo, una dé ésas tantas veces qué recorría ése lindo prado que no sé por qué motivo me traía calma.
Cómo cualquier otro día, llegué a aquel punto en aquella banca, me senté ,tomé mí libreta y mí bolígrafo, miré al horizonte para inspirarme un poco. La brisa dé aquel aire hoy era distinto al de cualquier otro día, no tenía ni la menor idea de por que hoy el ambiente era diferente, tal vez era por qué se acercaba San Valentín, así que sólo lo ignore.
Volví a mirar el horizonte, era tan bello, cómo siempre, empezé a garabatear un poco, está vez quería dibujar algo más indicado a la ocasión.
Entré tantos garabatos, surgió un rostro, vaya qué curioso -rei un poco-. Bueno creo que es raro así que lo borraré.
En cuanto tomé la goma, mí vista se desvió al corredor que sé encontraba en él prado, usualmente siempre veo chicos atléticos ahí de rutina, incluso conocía a uno, vaya ése día fue genial recuerdo muy bien sus palabras...
-!Hey!, veo que dibujas bien, ¿Podrías hacer algo por mi? Te lo gratificare.
Ahí fue cuando comenzó un poco mí fama, recientemente retrató personas, debo admitir que soy buena en ello.
Pero esta vez no era aquel chico que dé rutina veía.
!Que demonios!, dejé caer la libreta y el bolígrafo.
Ahh que torpe. Aquel chico dé finta sería pero amable, trotaba con un ritmo inusual, sus cabellos largos que hiban dé un lado al otro al trotar, pero no lo podía creer su rostro era muy similar al del dibujó.
¡Ohh no!, la libreta, ¿Donde está?¿Y él chico? No es verdad.
Giré hacía la derecha, ahí estaba el y lo peor tenía en sus manos la libreta.
Ohhhh por Dios, en ése momento no supe que hacer, tragame tierra.