El autobús se acerca, como de costumbre la estación está llena, de estudiantes, trabajadores, ancianos, todos suben pensando en el lugar al que quieren ir, todos suben pensando en sus problemas y como de costumbre el último en subir son los ancianos, en este caso es José, paga su boleto y va a sentarse, cuando levanta la cabeza el único que encuentra está al lado de una señora, el viaje iba a ser largo y él lo sabía no tenía otra opción, se sentó...
Después de eso miro a la señora y le dirigió un rasposo
-Hola. Debido a su garganta ya gastada por el paso de los años.
-Hola. Le respondió, con un tono un poco, despectivo.
-¿Qué tal? Continúo José
- Bien. Respondió Marta como queriendo terminar la conversación.
A lo que José no prosiguió por no incomodarla más.
Se puso a pensar en lo primero que les diría a sus nietas y a su hija.
Marta por su lado, estaba pensando solo en llegar, e ir a la casa de su hijo lo más rápido posible, su apuro se notaba a leguas.
José tenía al costado una bolsa repleta de juguetes, mientras ella solo tenía un bolso negro, de estos que las ancianas llevan a todos lados.
Él iba con una sonrisa, ella, pues ella iba con una cara triste, pero esa tristeza ya esta tan encarnada en ella que no se notaba la diferencia entre ella y su cara triste básicamente.
José ya estaba planeando todo, a su nieta menor la alzaría en sus brazos, y la haría girar simulando un carrusel, a la mayor sin embargo su espalda no le permitiría alzarla, solo haría un pequeño ademan sobre su cabeza, irían hasta la casa de su hija donde vive con su esposo, y les daría los regalos, los abrirían uno por uno.
José cada vez estaba más y más ansioso, solo quería verlos ya, pero el tiempo no pasaba y la señora que estaba sentada a su lado no ayudaba, era un viaje muy incómodo.
Ella por otro lado también quería que el viaje que termine, para ver a su hijo, abrazarlo y decirle que lo ama, al parecer no solo ella ha estado sufriendo.
¿Te imaginas? Cuando tú viajas en autobús, no sabes quién va a tu lado, ¿un asesino? ¿Un violador? O tal vez... un anciano al que su familia olvido o quizás una anciana que extraña a su hijo y solo quieren verlo...
Iban callados, uno a lado del otro, con las miradas fijas al frente, fue ahí cuando el autobús freno de repente, y el debilitado anciano no tuvo más que ir hacia el frente de golpe, fue cuando las magas de su camisa se desprendieron, dejando al descubierto diversos tatuajes, Marta asombrada los vio, no aguanto, y lo miro con una cara de asombro, y lágrimas empezaron a bajar por sus mejillas...
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LA LINEA 34
RandomLa LINEA 34 Por esas cosas de la vida de las que uno no sabe ni el por qué, esas pequeñas coincidencias, esta vez nos colocan a Marta y José en el mismo asiento de un autobús, el caucásico, alto, piel clara, unos 50 años, ella color miel era su pel...