1.El Casillero De Cumpleaños

1.1K 20 7
                                    


A veces me pregunto cuándo empezó todo. ¿Acaso cuando papá me dijo aquellas cosas? Eso opina mamá; según ella, él tiene toda la culpa. Y papá, claro, opina que no, que si alguien empezó algo, fue ella, mamá. Después de todo es ella la que siempre está haciendo dietas y aspavientos despreocupada por su look. Y del de Katy y del mío también. De manera que es, sobre todo, culpa de ella, dice él.

Sin embargo, yo sé que ambos se equivocan. En verdad, no es culpa de nadie, ni siquiera mía.

●●●

Aquella primavera no tuvo nada de particular. Papá viajó mucho, como era normal. Él es vicepresidente de una compañía de importaciones, de manera que tiene que hacer muchos viajes de negocios por toda Norteamérica y con frecuencia también por Europa. Suele decir que no le gusta viajar, que hacerlo no es tan fascinante como parece y que preferiría de mil amores quedarse en casa. No sé si creerle. Mamá definitivamente no le cree. No deja de quejarse delante de nosotras por sus ausencias prolongadas, pero cuando se queja delante de papá, él suele responderle:

—Bueno, mira, no olvides que es gracias a mi trabajo que podemos pagar esta casa y los nuevos muebles de la sala, por no hablar de la cantidad de ropa que tú compras para ti y para las niñas.

Ante eso, no es mucho lo que mamá puede replicar. Porque en verdad le gustan todas esas cosas. Le gusta la ropa fina, ver a sus hijas bien vestidas y tener una casa elegante. En casa jamás se ve un mueble que ya debió pasar a mejor vida ni nada en el lugar que no le corresponde.

Excepto en el cuarto de Katy, por supuesto, Katy es mi hermana mayor; no mucho mayor, apenas si me lleva quince meses. Pero no podríamos ser más distintas la una de la otra, aunque nos separaran quince años de edad: yo tengo los ojos y el pelo negros, este último liso y con flequillo, y ella es más bien rubia y se hace rizos con permanente. Y nuestra manera de actuar es aún más diferente. Para empezar, Katy es alérgica a cualquier comida con aditivos y si se come algo que no le sienta bien, se pone hiperactiva. Eso significa que no se puede estar sentada en paz u segundo, que grita en vez de hablar y que la menor tontería la saca de casillas. Mamá no cesa en su lucha con Katy y hace lo posible por no tener comida con aditivos en casa. Pero eso no ayuda mucho cuando resulta que Katy come porquerías en casa de alguna amiga. Pero aunque no se haya comido nada que le siente mal, igual Katy explota fácil.

Yo soy todo lo contrario. Casi nunca doy alaridos, lo que no significa que no me ponga furiosa. Me da ira con frecuencia. Pero incluso cuando me muero de ira con alguien, por lo general no hago pataletas. En parte porque no quiero parecerme a Katy y en parte por las innumerables veces que mamá me ha repetido que las niñas decentes no gritan. Supongo que a Katy eso la tiene sin cuidado. Pero, en última instancia, hago lo que hago porque me encanta oírle decir a mamá:

—Melany, no sabes cómo me alegra que seas una niña juiciosa. No hubiera podido con otra hija como Katy.

Mamá no deja de repetirme eso, Lo volvió a decir una mañana justo después de que papá se fue en uno de sus viajes. Habíamos madrugado para despedirnos de él y luego Katy no dejó de vociferar y dar vueltas por toda la cocina mientras desayunábamos, en un intento por convencer a mamá de que le comprara un nuevo suéter.

—Pero mamá, por favor —insistía Katy—, estoy segura que Anthony me va a invitar a su fiesta el sábado. ¡Lo presiento! ¡Y tú sabes lo encantador que es Anthony!

—Bueno, pues si te invita, puedes ir —dijo mamá tratando de tranquilizarla—. Pero ya tienes ropa más que suficiente para escoger.

—No tengo nada que se acerque a ese precioso suéter verde que tú acabas de comprar.

Melany ( Historia De Una Anorexica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora