5. Depre De Cumpleaños

500 6 0
                                    


Cuando llegué a casa, papá estaba allí. Había llegado de Texas con un par de horas de antelación. Tan pronto me vio, saludó con un silbido.

—¡Mírenme a Melany! Mamá me dijo que empezaron una dieta juntas. Bueno, pues ya veo que has bajado un poco de peso.

—Sí —le contesté, contenta de que lo hubiera notado—. Estoy haciéndola.

—¡Pues te sienta muy bien!

Mi ánimo se disparó a los cielos con el piropo. Cosas así no me las decía con frecuencia. Pero claro, Katy tuvo que meter la cucharada en la conversación.

—¡Ja! —bufó—. A mí sí no me van a ver haciendo dieta. A los chicos no les gustan las niñas demasiado delgadas. Les gustan las curvas.

—Me importa un pito lo que les guste a los chicos —dije.

Katy me miró como quien no cree la cosa:

—¿Entonces para qué haces dieta?

—Por mí —le dije—. Solo por mí, por mi propio bien. Porque quiero ser delgada.

—¡Ja! —bufó Katy de nuevo y alzó los ojos al cielo, incrédula.

Para la comida aquella noche mamá había preparado un pavo al horno. No recordaba haber visto eso en las tablas de calorías, pero sabía que tenía fideos y crema y jerez y sabe Dios qué más cosas, de manera que con toda seguridad engordaba. El olor me encantó. Y tenía hambre. Pero cuando mamá se dispuso a servir, papá me sonrió y dijo:

—Supongo que nuestras dietistas no se van a servir mucho de esto.

Cosa que me hizo más fácil decir a continuación:

—Poquito para mí, por favor.

No sobra decir que, un par de veces, durante la comida, la sonrisa de papá desapareció para decirme con brusquedad inusual: "Melany, no juegues así con la comida". Solo que yo no estaba jugando. Simplemente la estaba ordenando de manera que el pavo y la ensalada no se tocaran para así poder alternar los bocados. Y tenía que hacerlo, no importaba qué dijera papá. Es más, algunas veces incluso contaba los bocados de modo que no le prestaba

mayor atención a la conversación en la mesa, hasta que en un momento Katy dijo algo que me llamó la atención:

—Oye, mamá —dijo—, anoche vi Lo que el viento se llevó en el video de los Simmons y se me ocurrió pensar que Scarlett O'Hara en efecto era Katy Scarlett, ¿me entiendes? Y su rival era Melany, Melany Wilkes. ¿Acaso nos bautizaste en honor a la película? ¿De ahí sacaste nuestros nombres?

A mamá se le aguaron los ojos:

—Lo que el viento se llevó... ¡cómo adoro esa película! La debo haber visto por lo menos cinco veces.

—¿Y por eso nos pusiste Katy y Melany? —insistió Katy.

—No —dijo mamá, con los ojos aún empañados—. Para decirte la verdad ni siquiera me acordaba de que Scarlett era Katy Scarlett.

—También a mí se me había olvidado —dijo papá—. Pero en el caso de que les hubiéramos puesto los nombres en honor a la película, con seguridad acertamos: la niña formal Melany y la malgeniada y difícil Katy.

—¡Sí señor! —aceptó Katy, sin sentirse ofendida en lo más mínimo—. Menos mal que soy malgeniada y difícil como Scarlett. Scarlett se divirtió más. Además, no quisiera yo ser calladita y formal como Melany Wilkes y terminar muriendo joven.

—Vamos, no creo que nuestra Melany vaya a morir joven —dijo papá—. Diciendo esto, muy pronto estarás cumpliendo años ¿cierto, Melany? ¿Trece años cumplimos?

Melany ( Historia De Una Anorexica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora