VII.

13.6K 1.3K 16
                                    


Capítulo 19

En diez minutos, Dome había puesto los cubiertos y Eduardo tocaba la puerta. En cuanto entró, tomó a Alex en brazos. Charlaban animadamente, lo que hacía que Dome se sintiera sumamente emocionada. No sabía exactamente la razón. Tal vez porque desde hace algún tiempo estaba considerando la idea de que a su pequeño le hacía falta un padre, sin importar cuánto ella deseara negarlo.

–Dome, ¿te ayudo a servir? –Eduardo la miró brevemente y siguió jugando con Alex.

–No, Edu... entreteniendo a Alex me ayudas mucho –sonrió.

–Vale –dijo, sin escucharla realmente–. ¿Qué más...? –inquirió mientras Alex intentaba relatar entusiasmado, con su carita infantil iluminada.

–Niños... –murmuró Dome sonriendo y negando con la cabeza–. Ya chicos.

Se acercaron a la mesa y siguieron con la animada conversación, a la que gustosa se unió Doménica. Una vez hubieron terminado, recogieron todo y se fueron a la salita del departamento. Era tarde y Alex no tardó en caer rendido en los brazos de Eduardo.

–Pásamelo Edu, voy a recostarlo –Dome extendió los brazos y lo recibió con sumo cuidado, pero él tardó en soltarlo–. Eduardo...

–¿Puedo acompañarte? –preguntó quedamente y Dome solo pudo afirmar con la cabeza, conteniendo apenas unas lágrimas que brillaban en sus ojos.


***


La tarde se había sucedido en un inacabable duelo de pasión que no había dejado lugar a las palabras. Sebastien estaba muy sorprendido y en cuanto había descubierto la verdadera razón de la timidez de Doménica deseó hablar. Pero Dome no estaba tan dispuesta, apenas él abrió la boca para pronunciar palabra, ella se la selló con un apasionado beso. Y así, varios intentos habían quedado en nada hasta que finalmente se quedaron dormidos, exhaustos.

Apenas el sol reflejaba unos escasos rayos cuando Sebastien se despertó, con una sensación desconocida, ligeramente familiar pero al mismo tiempo tan nueva. Pura satisfacción le recorría cada terminación nerviosa.

–Dome... –Sebastien tocó con suavidad su hombro una vez más–. Dome, cariño, despierta.

Dome se removió inquieta y con los ojos aún cerrados emitió algo parecido a una protesta. Sebastien la miró, como lo había hecho durante por lo menos la última media hora. Contemplarla así, dormida, tan indefensa, le provocaba un vacío que gritaba que la estrechara fuerte y no la dejara ir. Resistió a la tentación de continuar a su lado y tocó su hombro nuevamente.

–Hummm... –murmuró ella algo ininteligible y de pronto abrió desmesuradamente los ojos. ¡Había sentido que alguien estaba a su lado y le hablaba! Pero, eso era imposible. Ella jamás dormía acompañada y menos... ¡Dios, ahora recordaba! Tan claramente que sentía aún el cuerpo satisfecho y una ligera incomodidad. Ya no había vuelta atrás, debía enfrentar la realidad desnuda a su lado. Sebastien–. Seb... –abrió los ojos un momento y luego los cerró con fuerza, susurrando nuevamente.

–Cariño, si estás rezando, no te va a servir de nada porque no soy una aparición ni nada similar – pronunció irónico mientras elevaba su ceja–. Soy muy real, ¿quieres comprobar?

–Ya he comprobado suficiente –murmuró y se convenció de mirarlo. Fue tan difícil; aunque, hasta el momento con él todo siempre había sido tan fácil, tan natural... y ahora–. Sebastien, ¿estás enfadado? –articuló con dificultad y sonrojándose como nunca antes, tan intensamente que creyó se iba a prender fuego en cualquier momento.

Quiero olvidarme de ti (Italia #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora