Capítulo cuatro; I love you.

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Se puede acariciar o herir con una mirada.

Los días siguientes tenía a Siwon detrás suyo. Le buscaba en su departamento, diario al llegar de su trabajo le tenía fuera, sentado a un lado de su puerta con un ramo de flores cada día distintas, un día eran rosas, otras tulipanes, otras margaritas y demás. HyukJae se sentía feliz con eso, y se enamoraba cada vez más. En ningún momento había dejado de amarlo, y ahora que le tenía para él su corazón revoloteaba alegre.

Le invitaba a pasar y Siwon salía ganando unos cuantos besos y caricias que le dejaban empalmado antes de que le echara de su departamento.

Siwon estaba frustrado, sexual y emocionalmente hablando.

Y es que HyukJae le calentaba, y no hacía nada para ayudarlo. Era indignante.

Un día Siwon se hartó, le esperó fuera de su departamento como hacía últimamente. HyukJae llegó y le ignoró por los primeros segundos en lo que abría la puerta, tomaba el ramo de flores, esta vez eran lirios blancos e iba a dejarlos en una jarra que se iba llenando cada día más. Siwon esperó afuera como era el protocolo y esbozó su mejor sonrisa cuando le tuvo cerca, HyukJae le rodeó el cuello con los brazos y se acercó a dejar unos cuantos besos en su mejilla, primero uno, dos, tres, besos en dirección a su oído, jugueteó con su lóbulo, una táctica que le funcionaba perfecto para calentarlo, sin embargo hoy sería diferente.

Siwon le tomó de las caderas y se empujó contra él, haciéndole notar el bulto que ya tenía bajo los pantalones y le hizo avanzar hasta el sofá, dejándolo caer y causando risas en HyukJae, como siempre, el pelinegro pensaba que no iba a haber más que besos y le gustaba provocarlo. Esta vez él sería el que tomaría el mando. Le levantó la playera, notando su mirada de preocupación y le volvió a besar casi con amor, despacio, con paciencia y sintiendo su corazón latir desenfrenado.

Volvió a invadirle la tranquilidad como cada vez que le tocaba, esa sensación de plenitud y acarició sus costados, le hizo cosquillas, escuchó sus risas y le besó su sonrisa de forma dulce. Sus manos volvieron a ser inquietas, insaciables, buscaron tocar cada milímetro de piel a su disposición y sacaron la camiseta, HyukJae estaba caliente en segundos, le miraba con los ojos oscuros y nublados, esos labios entreabiertos rojos después de aquellos besos y volvió a devorarlos, brusco, necesitado y los mordió, al separarse estaban agitados y sus manos habían desabrochado el pantalón.

HyukJae estaba nervioso de nuevo, pero deducía que no era por su toque, pues sabía que quería tanto eso como él.

Le miró de arriba abajo, y lo notó, HyukJae estaba más delgado. No supo cómo lo sintió el otro, que en cuanto le miró se apartó, tomó su camiseta y le echó de su hogar.

Pero estaba seguro que esa vez no iba a ser así.

Le tomó como un saco de patatas y se lo colgó al hombro, avanzando esta vez a la habitación. HyukJae gritó sorprendido y comenzó a golpear su espalda mientras pedía que le soltara. Entonces recordó cuando una de aquellas veces le tomó el trasero y rió. El más bajo se ofendió de nuevo y se removió inquieto. Le tiró en la cama sin mucha delicadeza y se colocó entre sus piernas, tomándole de las manos para alzarlas y volvió a devorar su boca.

Necesitaba su droga, y nadie le iba a impedir tomarla.

―HyukJae... te amo.

Le dijo, serio, mientras le sostenía ambas manos sobre su cabeza e impedía que cerrara las piernas. HyukJae dudó, miró para todos los dados menos para su rostro y suspiró. Sabía que él también lo amaba, pero sabía también que lo había jodido en los últimos tres años. Sonrió, acercándose a su estómago para dar un pequeño mordisco, sintiéndose juguetón. Escuchó a Hyuk jadear por la sorpresa y removerse por las cosquillas. Imitó el movimiento tantas veces que tuvo a HyukJae removiéndose entre carcajadas mientras suplicaba que le soltara. En cuanto estuvo relajado de nuevo le besó, ahora más tranquilos y sintió cómo le rodeaba la cadera con sus piernas.

Listo, le tenía para él.

Sus manos no tuvieron abasto ni por mucho que haya tocado. Le retiró los pantalones, jugueteó con sus pezones, acariciándolos con la lengua. Escuchó sus gemidos, sintió sus dedos perderse entre sus cabellos. Besó cada parte de su cuerpo, bajó hasta su vientre y mordisqueó cerca del borde de los bóxer antes de tirarlo con los dientes.

Cuando supo que Hyuk estaba desesperado tiró del elástico con sus dientes y lo soltó, escuchando el golpe contra su piel, notando la zona rojiza y escuchándole quejarse.

―¡Siwon!

Exclamó Hyuk, él carcajeó y le robó otro beso. Hyuk removió sus piernas, frotándolas entre sí y le señaló exigente el bulto que se formaba bajo la delgada prenda que se encargaba de separarlos. Besó el bulto y su lengua comenzó a contornearlo, un suspiro de satisfacción del más delgado y un movimiento de cadera le hizo saber su ansiedad. La delgada tela de color negro había quedado empapada de su saliva, HyukJae a cada momento estaba más exigente.

Y eso le gustaba.

No demoró mucho tiempo más y retiró aquella prenda. Hyuk se sentó con las piernas separadas, su miembro erguido y brilloso por el pre-semen y suspiró, HyukJae era hermoso dijera lo que dijera.

El chico pálido dejó su palma contra su mejilla en una pequeña caricia, le sonrió y a continuación se acercó a él de esa forma para juntar sus labios, lento, con parsimonia, suavemente y tomándose su tiempo, era un beso dulce, que demostraba el amor que sentían el uno por el otro, tenía un ligero toque a fresas que desde el primer día le había vuelto loco y adicto. Él acarició sus caderas desnudas y la mano en su mejilla descendió para deshacerse de sus prendas.

Pronto la camisa, el pantalón, los bóxer, zapatos y demás fueron a parar al piso de manera despreocupada. Ambos estaban desnudos de nuevo en esa cama, como los viejos tiempos. Le recostó con cuidado y le miró con adoración, le acarició los muslos, le sintió temblar, buscó lubricante y lo encontró en la mesita de noche, le miró divertido porque era una señal más de que HyukJae había esperado por ello. Tomó una pequeña cantidad y la frotó en su entrada, porque si bien estaban ansiosos, debía preparar a su azabache para evitar dañarlo.

HyukJae gimió, aquellos dedos se abrían paso en su interior uno a uno, le penetraron con cuidado y le hicieron enloquecer hasta casi rogar por más. Su entrada se contrajo alrededor y causó un gemido en Siwon, ronco, bajo, excitante. Se acarició sus pezones y arqueó la espalda, tiró de ellos y rogó por más. Exigió, gritó y le pateó incluso porque estaba impaciente.

Siwon rió porque le fascinaba verlo así de desesperado, y de golpe alineó su miembro a su entrada y le penetró.

Hyuk gritó, el moreno era grande, le tomó por los brazos, apretando sus bíceps entre sus dedos y encajando sus uñas en ellos. Sus dedos se curvaron y pronto los movimientos comenzaron. Lentos al principio, casi desquiciantes, sin embargo más pronto que tarde se volvieron desesperados, fuertes, duros. El vaivén se volvió constante, el golpeteo de sus pieles se escuchó fuertemente entre aquellas paredes que siempre fueron testigos de lo que sentían.

Encajó los talones en su espalda baja, sus uñas rasguñaron la fuerte espalda del moreno y movió sus caderas como le fue posible.

Se había aferrado a él y no planeaba soltarlo pronto.

Un cambio de posición y HyukJae había quedado arriba. Hyuk apoyó sus rodillas en el suave colchón y Siwon le sostuvo de las caderas para guiar sus movimientos. HyukJae comenzó a saltar, dando pequeños saltitos que hacían su falo entrar cada vez más y su propio falo balancearse de arriba abajo. Apoyó sus manos en su pecho y cerró los ojos, relamió sus labios, sentía su cuerpo cubierto por el sudor, las manos del mayor fuertemente apretadas en sus costados.

Más besos, más gritos, más caricias, más gemidos y ambos se corrieron, el moreno en el interior del más bajo y este último entre ambos cuerpos. Juntaron sus frentes y respiraron agitados. Sintió sus manos en su trasero y una nalgada resonó en la habitación, sacándole un gemido y unas carcajadas. Le besó, se sentía feliz, frotó sus narices y se dejó caer encima suyo.

―También te amo, Siwon...

StripperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora