Y me incorporo de nuevo al lugar en el que desde hace 26 años me pudro,
pasando largas horas, escuchando al viento, sintiendo el vaivén de los relojes, sufriendo cada insomnio cuando cae la noche, la sabanas de la luna son mi único manto...
Nuevamente es tarde y se hace de día, mi último talento... descifrar tu lejanía... ya en la pasada endofasia, entendí el aspérrimo sentido de aquella soledad encarnandose en mi, en la forma de los petalos letales de tu ausencia...