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El avión aterrizó. Ya había llegado a la tan deseada tierra americana. El país capitalista de las oportunidades y libertad, donde todo es perfecto pero a la vez peligroso.

-Señorita, es hora de que vaya a ver sus maletas- dijo una sonriente azafata, indicándome la salida.

-Gracias...- Me levante y camine deprisa en busca de mis maletas.

Mire a mí alrededor y respire hondo. Tenía miedo. Miedo de mirar, hablar, caminar y respirar. Me sentía una invasora en el aeropuerto lleno de gente blanca. No era mi lugar. Pero no tenía otra que moverme. Agarre con fuerza el borde de mi suéter de lana fina, y forzosamente me dirigí a la maquina giratoria de maletas. Trate de alejarme lo mas posibles de los americanos, quienes me miraban de reojo, según yo, pensando: ¿y esta latina qué? Baje la cabeza y de vez en cuando miraba la maquina. Mi puñetera maleta no aparecía. Maldije en voz baja y me quedé esperando 10 minutos más. Tan pronto salió de la abertura de la maquina, la agarre y me fui a la línea de salida. Desgraciadamente, avanzaba rápido.

-Passport, please- (Pasaporte, por favor) (No recuerdo que pedían, lo siento) Dijo la señora de seguridad, extendiendo su mano. Me mordí el labio y le entregue mi pasaporte

-Go ahead- (adelante)

Suspire y tan pronto salí pude ver una multitud de gente esperando detrás de una cinta negra. Algunos llevaban carteles, otros gritaban pero otros, se limitaban a mirar.

-María del Mar! Aquí!- Gritó alguien entre el montón de gente. Era mi tía....y su familia

Medio sonreí y me acerque a ellos. De pronto, me encontré entre los brazos de mis tíos y primos, diciéndome lo tanto que me extrañaban y querían. Me limite a decir 'igualmente y gracias' y a apenas abrazarlos. Estaba muy extrañada.

-Que alegría! Llegaste antes del esperado. Ahora súbete al auto. De aquí a Pensilvania son dos horas- Mi prima me empujo hacia afuera, y un viento brusco golpeo mi cara. Era invierno, y podía sentir como pequeños vidrios me cortaban la cara.

Pasado el largo viaje, llegamos a una casa con un enorme porche, pero curiosamente, una mitad estaba pintada de azul bebé y la otra de beige, incluyendo dos puertas blancas que encima tenían otra pero de maya. Antes de llegar al porche, el suelo estaba cubierto por una capa gruesa de nieve.

-Iré a ver la pala. Hasta mientras vayan al porche con cuidado- Dijo mi tío con su pesado acento americano. Mi tía asintió, tomó mi mano y la de mi prima, y nos jaló con cuidado hacia el montón de nieve. Al primer paso, me dio un escalofrío tremendo. Era como si apenas pisaras un bloque de hielo con los pies descalzos y estos se te durmieran. Pronto llegamos al porche y mi tía abrió la puerta como si nada.

-suele tener la puerta abierta...- pensé. En mi país tranquilamente ya nos hubieran robado todo, o incluso peor, matado.

Cuando entre a su casa lo primero que vi fue a una chica más o menos de mi edad, unos dos años mayor siquiera. En sus brazos tenía a una bebé de unos 7 meses, rosada de mejillas y con unos enormes ojos negros. La primera sala estaba llena de juguetes de princesas, libros y una silla mecedora con un adorable mantel rosado. Pasando esta sala, se encontraba la segunda sala. Lo primero con lo que te topabas era una enorme pecera con peces fosforescentes. Fuera de bromas, eran fosforescentes! Había tres rosados y otros cuatro más de color amarillo.

-Son peces de entrenamiento-dijo mi tía al notar mi asombro.-Mueren rápido pero...shhh- Señalo a mi prima quien inocentemente preparaba una cuchara con comida de pez.

Suspire y asentí, para luego continuar viendo mi nuevo 'hogar'. Pasando la pecera, había un enorme televisor y dos consolas. A lado, un librero y varias fotos familiares de viajes y cenas. En la pared frontal a los mencionados, se encontraba un enorme sofá café en forma de L, con dos mesitas a los lados y varios almohadones con estampado.

-Mar, sígueme para enseñarte tu habitación- Sonrió mi tía y me indico que la siguiera al segundo piso. Le seguí hasta llegar a un largo pasillo, donde mi habitación se hallaba en la última puerta, al fondo de todo.

Era una habitación bastante amplia, lo suficiente como para tres personas. Las paredes estaban pintadas de blanco, a excepción de una que tenía un diseño de enredaderas de flores rosas y de fondo morado oscuro. Junto a esa pared estaba una cama grande cubierta por un montón de edredones blancos y de almohadas moradas y con estampado. Al lado de esto había una mesa de noche morada con una lámpara y un marco de foto. En suelo había una alfombra peluda. Pero lo que más me encantó de la habitación era el ventanal que daba al jardín. Era grande y tenía una clase mueble pegado a él con anaqueles por debajo.

-Espero que sea de tu agrado- sonrió mi tía mientras arreglaba un poco mi cama.-Cuando quieras puedes invitar a tus amigas, bueno futuras amigas a dormir. Debajo de tu cama hay un colchón extra. Por cierto, tu armario esta en el baño-

Dicho eso, me dejó en mi privacidad. Me mordí el labio. –Esto es mucho pero a la vez nada- Tenía lo que necesitaba pero no lo que quería.-Quisiera volver a casa-

Ya no había vuelta atrás. De ahora en adelante era de solo enfocarme en reiniciar mi vida. Nueva cultura, nuevos amigos, nueva escuela, etc. Debía usar todo eso en mi favor para crear una reputación sana y del agrado de todos. O por lo menos a la mayoría. Encantar con mis raíces latinas (ni tan latina porque soy la segunda generación que nació en América del Sur. Aun conservo mis facciones libanesas) y mi acento español que supuestamente aman los extranjeros. Ser la típica joven latina sociable, divertida y encantadora, en otras palabras, mi yo opuesto, mi peor enemiga.

-será mejor que desempaque...-me dije a mi misma y empecé mi labor. Pasado 3 horas ya tenía casi todo en su puesto. Mi ropa estaba en el armario (mas que un armario, un cuarto para una persona) el baño tenía mis cosas de belleza y tales, y mi cuarto ya estaba personalizado. Carteles de famosos, cumpleaños y fotos con mis amigas albergaban toda una pared. Los peluches y almohaditas con escritos se hallaban en mi cama y en el mueble extraño de la ventana. Mis libros en los anaqueles y mi laptop en la mesita de noche. Exhausta, apenas me vestí con un suéter largo y me eche a dormir. Mañana será otro día largo...

La novela tomará tiempo. Quiero que los personajes se desenvuelven bien, o sea que no en menos de un capítulo los personajes principales se conozcan y boom! ya están en la cama. No trabajo así.

Dejando eso a un lado, espero que sea de su agrado y que me tengan paciencia jaja.

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⏰ Última actualización: Dec 29, 2016 ⏰

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Mi Pequeña MarieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora