Una niña de aproximadamente 5 años de edad jugaba en el patio de su casa, con una pelota. Su mama la observaba desde la ventana de la cocina con una taza de café entre sus manos mientras sonreía con dulzura a aquella niña de rizos naranjas que osaba pasar la bola a nadie en particular.
Siempre tenía estas raras formas de jugar, aunque su madre no le prestaba mucha atención ya que decía que todos los infantes pasan por la edad de "Los amigos imaginarios". Se inventan nombres, características y fantásticas historias de aquel personaje de su imaginación. Lo que no sabía su madre era que aquella niña tenía algo especial. Algo inimaginable. Algo imposible a la vistas de aquellos que tenían sus ojos muy puestos en la realidad.
La niña de los rizos naranja pateo la bola muy lejos de su alcance y espero pacientemente a que esta fuera devuelta, ella seguía creyendo que sus amigos imaginarios la iban ayudar en esta: que ya no la iban a tachar de loca, que por fin iba demostrar la existencia de sus dichos amigos que solo ella podía ver. Y así fue. La bola fue regresada.
La sonrisa de dulzura de la madre de la niña de rizos naranja fue borrada instantáneamente, luego que aquella bola fuera devuelta. no pudo haber sido alguien más ya que era un patio cerrado, y dicha niña no tenía amigos reales. Corrió hasta llegar al lado de su hija, verificando los alrededores, investigando para tener opciones de quien pudo haber devuelto aquella bola. Nada. Nadie.
─Fue Molly, mami. Ella regreso mi bola. Esta parada justo detrás de nosotros─ Dijo la niña volteando a ver hacia tras para ver a dicha persona. La madre volteo para verificar, pero no había nada.
─Hija, ya basta con esas tonterías. Ellos no existen.
─¡Ellos si existen, mami!─ Grito la infante, luciendo desesperada.
─ ¡Basta! Ya me canse.─ La mujer había llegado a tocar fondo con su paciencia.─ Vamos adentro casi termino la cena, y tu padre está por llegar.
La pequeña camino enojada hasta su casa. Enojada por no lograr que le creyeran. Dio un brinco como si la cosa más importante le había cruzado por la cabeza. Dio la vuelta y levanto su mano, meneando la de un lado a otro, saludando a nadie en particular; para los ojos de aquellas personas como había dicho, pero para la ella había todo un mundo de personas, criaturas e historias en frente suyo.
A lo que saludaba ella era nada más y nada menos que a sus amigos. Y ellos regresaron su saludo.

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Un Amor Imaginario
FantasyAmanda Miller siempre fue una chica especial. Imaginándose un mundo de fantasía. Personas imposible, y escenarios fantásticos. Nunca pensó en la posibilidad que todo aquello se haría realidad alguna vez. Un día, todo cambia. Y el mundo de Ama...