Estaba tirado sobre el frío suelo de mi casa, sosteniendo una carta en mis manos temblorosas, mientras era empapada con las lágrimas que caían y recorría mis mejillas. Mis ninjas no se encontraban, los mande a comer, no dejaría que me vieran así, menos que supieran de que era o por quien... Solo esperaré ese día.
« Eⓛ Dⓘⓐ »
Llego el dichoso día, ese día que me estaba destrozando. Igual me dirigí al cuarto donde ella estaba, mientras mis ninjas fueron a tomar a ciento.
Enfrente de esa puerta cerrada a punto de tocar, recargue mi oído pues unas voces sonaban en el lugar.
"•Mira te, que hermosa a él le encantará •" esas fueron sus palabras para que luego escuchara otra voz, esta vez masculina. "•Estas lista pequeña, te esperamos afuera•" Al decir esto supuse que abrían salido por la otra puerta. No había tiempo de tocar, solo dirigí mi mano a la manecilla y abrí la puerta, y ahí de espalda relucía, con voz temblorosa me dispuse a hablar.
–Tenían razón... Te vez hermosa.– ella sólo volteo asombrada y antes de que ambos pudiéramos decir algo, la otra puerta empezó abrir se, no dude en hablar lo mas rápido posible.
–Que seas feliz...– Le robe un beso en su mejilla y salí de ahí, cerrando la puerta mientras me recargaba en esta llorando. Y volví a escuchar esa voz masculina decir le... "•Vamos todos te están esperando, oh... No llores todo esta bien.•"
Estaba llorando, lo único que hago con ella es eso. Me fui del lugar... Llegue donde mis ninjas, un poco mas relajado por fuera, porque por dentro me estaba destrozando. Ellos no me dijeron nada y entonces al ver enfrente estaba él afortunado, él que la vería cada mañana, y sentirá cada parte de su suave y dulce piel. Y mientas lo veía como estaba tan feliz, nunca lo había visto tan emocionado como hoy, sus ojos empezaron a iluminarse y dejar lo boca abierto, me sorprendió un poco y todos tenían la misma mirada dirigida hacia la entrada, voltee a ver y mis ojos brillaron, una vez más, ahí esta va ella, de blanco sostenida del hombro del hombre que la estaba entregando. Por un momento me emocione, me sentí como él que de verdad se iba casar con ella... ¿Me sentí como él? Baje mi mirada mientras veía el vestido arrastrarse por la alfombra roja.
Y cuando estuvo al fin enfrente de su amado, este quito el velo de su rostro, y dejó ver toda esa belleza, esa hermosa sonrisa que llevaba... Simplemente no era para mi... Me siento por un momento feliz y de solo pensar de que no soy yo él que saldrá con ella por esa puerta, él que dirá "Si aceptó" o él no pondrá ese anillo en su dedo, me pone mal... Cuanto daría por ser él... Así estuve hasta que él sacerdote dio esas palabras... "•Si hay alguien que se interponga, que hable ahora o callé para siempre.•"
Al escuchar eso en verdad quería levantar la mano o levantar mi estúpido trasero de mi asiento, pero no podía, me sentí congelado solo baje la mirada soportando las lágrimas, agarrando las orillas de mi silla, en verdad me sentí mal de no poder hacer algo, mi oportunidad se fue y ahí otra vez la voz del sacerdote diciendo lo que menos hubiera querido escuchado...
"•Bueno... Garu, puedes besar a la novia•"
Ese momento, en donde Garu acarició su mejilla y la acerco para tocar sus labios, hizo que una lágrima recorriera mi mejilla.
Todos festejaban, aplaudían, mientras yo era él único que se sentía perdido, pues la única persona que me ha echo sentir feliz, esta siendo feliz con otra persona que no soy yo... Ambos se tomaron de la mano para dirigirse ha la salida, ella sonreía como nunca y en un momento cruzamos una vez más miradas, esas miradas de "Hasta nunca"...
Esa carta destrozó toda mi vida... Al leer "Te invitó a mi boda... Pucca y Garu"Mientras la veía irse entre toda la gente solo pude susurrar —Se feliz pequeña Pucca. —
Di la media vuelta y me fui, un corazón roto más...