Me encontraba caminando por los pasillos en dirección a la salida, por fin era jueves, nadie se emociona con los jueves pero en esta ocasión había motivo. El personal de la escuela tendría junta en el consejo al día siguiente, eso significa solo una cosa; suspensión de clases.
— ¡Aquí estás! —dijo la castaña sonriente— creímos que ya te habías marchado, teníamos varios minutos esperándote.
— Perdónenme, ya saben que soy bastante lenta.
— Bueno, será mejor que nos vayamos ya, muero por llegar a mi casa —espetó Julie.
— Sí, vámonos —dijo Fer.
— Creo que alguien no vendrá con nosotras —dije mientras miraba fijamente a Fer mientras levantaba mis cejas.
Ella me miró con expresión confusa y antes de preguntar algo Adam ya la abrazaba por los hombros.
— ¿Se las puedo robar? —preguntó el chico.
— Es toda tuya —dijimos Julie y yo al unísono.
Fer sonrió y se despidió de nosotras, dio media vuelta y se fue de la mano de Adam.
— Se ven lindos —comentó Julie.
— Y mucho, ahora no perdamos más tiempo y vámonos.
Ambas comenzamos a caminar hacia la parada del autobús y al cabo de unos minutos llegó. El camino fue rápido, no había tanto tráfico por lo que en pocos minutos ya estaba por bajarme del autobús, me despedí de Julie ya que ella se bajaba mucho después y emprendí la caminata hacia mi casa.
Iba caminando tranquilamente cuando a lo lejos divisé dos siluetas, conforme me acercaba noté que se trataba de Jos y Alexa, al parecer discutían. Comencé a caminar más lento, no quería topármelos en esa situación. Al estar a unos metros me crucé con Alexa, caminaba rápidamente y al verme me dedicó una sonrisa que parecía más una mueca, me limité a sonreír y al mirar al frente me encontré con Jos sentado en la banqueta.
— ¿Todo bien? —dije y me senté a su lado.
— Supongo.
— Bueno, nos vem...
— No —me interrumpió— espera, creo que tú puedes ayudarme.
— Dime, soy toda oídos.
— Verás, últimamente he notado algo extraña a Alexa, discutimos frecuentemente y hoy no era la excepción. Todo comenzó porque quedé en pasar por ella al término de las clases, pero no contaba con que saldría un poco tarde, al llegar a su salón ella no estaba así que me dirigí a la salida, al principio no la encontré, pero después la vi, no estaba sola, platicaba y se reía con el estúpido de Damián.
— ¿Y él es?
— Su ex, pero como quedaron en buenos términos aún se hablan. Aunque yo sé que él todavía la quiere, siempre que tiene oportunidad se le acerca, y eso me colma la paciencia. Para no hacerte el cuento largo, caminé hasta acá solo y ella me siguió, no pude evitarlo y le pregunté que hacía con él, ahí empezó la discusión.
— ¿Ella se molestó?
— Digamos que me pidió un tiempo, aunque para mí eso es un terminamos.
— Oh.
— Dijo que mis celos eran estúpidos, y que necesitaba espacio, ya sabes, lo típico —bufó.
— Estoy segura de que sólo dijo eso por que estaba molesta, déjala pensar estos días y verás que todo se resolverá, no puedes dejar que su relación se vaya a la basura por una simple discusión.
— No lo sé, en peleas anteriores terminábamos cediendo y olvidando todo, esta vez fue diferente. Quizá yo también necesito tiempo.
— Piénsalo, te aseguro que si ambos lo quieren pueden reparar su relación, se quieren y es lo que importa.
— En eso tienes razón, gracias eres una estupenda amiga y consejera.
— ¿Amigos? Tú y yo no somos amigos —dije en tono neutro, su rostro cambio por una expresión seria.
Estallé en risas, y él fingió enojarse.
— Ay, claro que somos amigos, Canelitas, no hay nada que agradecer, para eso estamos.
— Tonta —rió— anda te acompaño a tu casa, ya te hice perder mucho tiempo aquí —se levantó y me ofreció su mano para ayudarme.
—- Nah, no es nada, sólo son $300 pesos por la terapia —bromeé.
— Uy, y yo que pensé que lo hacías de buena fe.
— Chale mi güero, lamento decepcionarte, el que no tranza no avanza.
— Qué naca.
— Qué fresa.
Reímos y comenzamos a caminar continuando con nuestras absurdas bromas.
