Comienzo del fin

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Primero que nada, gracias por darle una oportunidad a este intento de Fanfic.
Llevo varios años sin escribir nada y es mi primera vez incursionando en el omegaverse, así que espero que de verdad lo disfrutes y cualquier comentario será bien recibido ♡

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-Yuri? Estas bien? -la pelirroja tocó suavemente la puerta de la habitación del menor mientras se escuchaba como desde el interior brotaba un sollozo- Yuri... lo que sea que haya pasado, sabes que puedes confiar en mi -la omega comenzaba a preocuparse de verdad, no era normal que Yuri llorara menos de esa forma.

Se quedó frente a la puerta del rubio, emitiendo sin querer un suave olor para calmar al menor. Tras unos minutos el rubio abrió la puerta y miro a la pelirroja con los ojos hinchados de tanto llanto.

-Mila... -el menor llevo su mano hasta su propio pecho y apretó en un puño- ¿como puedo quitarme este dolor? -las lágrimas no tardaron en volver a llenar los ojos del ruso. Ante esto Mila sólo atinó a abrazarlo y consolarlo, así le dictaba su instinto de omega, ya que para ella Yuri era casi como su hermano menor.

-... Esto es por Viktor... verdad?-pregunto la pelirroja mientras aún abrazada al menor, le llevo a la cama para que ambos se sentaran. Apenas el rubio escuchó el nombre de Viktor sintió ira recorrerle la espina.

-Claro que es por ese infeliz!!!- respondió furioso mientras contenía las lágrimas, pero era inútil- como... como se atrevió a... a marcarlo?-  Mila acarició con suavidad los mechones de yuri sin saber que hacer para calmarle.

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Hace algunos meses Yuuri había comenzado a vivir con Viktor. Principalmente porque resultaba más cómodo para ambos vivir juntos mientras entrenaban en tierras rusas. Desde el principio Yuri había estado en contra de esto, pues sabía que el único resultado posible de un Alpha y Omega viviendo juntos era que eventualmente terminarían cogiendo,  anudando y finalmente el omega en cuestión estaría marcado. Pero aún ante su preocupación el japonés había aceptado la invitación de Viktor, quien hasta ese entonces no era más que un buen amigo y su entrenador.

Aquel día, después de mucho darle vueltas, Yuri Plisetsky, el tigre ruso, había decidido confesarle sus sentimientos al japonés. Le había costado, demasiado quizás, admitir que se había enamorado perdidamente del pelinegro, pero más aún, iba en contra de su instinto, era de lo más extraño que un omega y otro omega estuvieran juntos, y si lo lograban por lo general nunca duraban mucho, ya fuera por la aparición de un Alpha o por la nula compatibilidad sexual que estos tenían. Aún teniendo todo esto en cuenta, Yuri quería arriesgarse e intentarlo. El japonés nunca le había rechazado en ninguna forma, es más siempre se había mostrado preocupado y atento con el, lo cual le daba una pequeña esperanza.

Se encontraba entrenando, haciendo figuras en el hielo, su nerviosismo no le dejaba concentrarse lo suficiente como para intentar practicar saltos. Tenía todo planeado, invitaría al pelinegro a hacer unas compras con el y luego lo llevaría al restaurante que solía visitar cuando su abuelo venía a verle. Ahí le confesaria sus sentimientos y le pediría que lo intentasen. Todo parecia perfecto en la mente del rubio, Yuuri de seguro no se lo esperaria y terminaría llorando de emoción. Ah, el sólo pensarlo hacia que se dibujara una sonrisa idiota en su rostro. Pero para su desgracia esta no duró mucho.

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