Robándote el aliento.

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"—Y a ti, ¿cómo te gusta el amor?

—Si viene de tu parte, de la forma que tú quieras."

Aquella conversación estaba grabada en la mente de Harry. 

No sólo había pasado un mes desde que Harry se había mudado a otro país, sino que había pasado un mes desde que aprendió una de las mayores lecciones de la vida. Había pasado un mes desde que con cuarenta dólares en su billetera, tomó un autobús y se marchó sin siquiera pensar en alguien.

Muchos se preguntaban la razón, otros lo llamaban para saber si estaba bien, pero a él no le importaba. Sólo necesitaba una llamada, y aún mantenía las esperanzas de algún día recibirla.

¿Sobre su familia? Le daba igual. Había recogido alguna que otra llamada de su madre, quien le preguntaba el motivo por el cual se había marchado pero nunca su destino. Era gracioso, en realidad; cómo crees que quienes saldrían más afectados son los que menos se preocupan. Una ironía más para su lista.

—Un descafeinado, por favor —le dice a la mujer detrás de la caja y a su vez le entrega el dinero.

—¿Nombre? —preguntó la joven antes de irse.

—Harry.

Esperó durante unos minutos su café, observando a la gente. Era un día tranquilo, tanto fuera como dentro del local. Las calles estaban algo despobladas a pesar del increíble día que hacía (increíble para Harry, por supuesto). El cielo estaba cubierto de nubes y las calles de nieve, pero le encantaba de esa forma. Le traía recuerdos que muchas veces prefería no recordar por más buenos que fuesen. 

"No es uno de esos días para ponerse nostálgico" se decía a sí mismo cuando una cara conocida se asomaba a gran parte de sus recuerdos.

—Harry —dice en voz alta la mujer, sacándolo de sus pensamientos. Se acercó y tomó el café, brindándole una sonrisa de agradecimiento. 

Había dejado su teléfono en su apartamento para evitarse molestias, así que no tenía apuro alguno cuando se detuvo en un par de tiendas para comprar algo de ropa. Hacía pocos días había recibido una gran cantidad de propina en el restaurante donde trabajaba, la cual le había alcanzado para pagar el alquiler del apartamento y algunos alimentos para la semana. 

—Buenas tardes —una cara desconocida le sonrió cuando entró a una tienda—. ¿Qué busca?

—Leí por la vitrina que hay prendas de oferta. ¿Dónde están?

—Por aquí, joven.

Siguió al vendedor a través de un pasillo, encontrándose con un canasto repleto de remeras y otro repleto de pantalones.

—En especial, ¿qué es lo que buscas?

—Esto está perfecto, pero necesitaría algo de abrigo.

—Por allí —señaló el hombre antes de darse media vuelta y marcharse al ver otro cliente.

Tomó tres remeras de su talla, dos jeans negros y dos buzos holgados para su cuerpo delgado. Se dirigió hasta la caja para preguntar el precio total.

Era una tienda simple, de esas que puedes encontrar en cada esquina. Lo más probable era que la mayoría de ropa en aquel local sea usada o vieja, pero mientras le sirviese por un largo tiempo, esos eran detalles. 

—Serían 35 dólares en total —Harry abrió sus ojos, fijándose cuánto tenía en sus manos.

—Tengo 30 dólares, supongo que dejaré una remera. Quita la azul, por favor.

Robándote el aliento || l.s OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora