Parte Única

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—¡Eres un imbécil! Debes aprender a comportarte de manera responsable, no tienes 5 años—. Dijo Nathaniel perdiendo por completo la paciencia. Cuando se trataba de Castiel no lograba mantener la calma por mucho tiempo.

—Me comportaré de manera responsable cuando quiera hacerlo—. Murmuró Castiel con su típica sonrisa de lado que sacaba de quicio al rubio.

—Eres un caso perdido—. Suspiró cansado y se dispuso a alejarse del pelirrojo tanto como pudiera.

—¿Y? ¿Me dejarás libre de un castigo esta vez?—. Preguntó Castiel con fingida sorpresa. Simplemente no quería que Nathaniel se fuera, y si debía tener un castigo para tenerle cerca no le importaba. Molestar era algo que le encantaba, y nadie mejor que el delegado.

—¿No deberías haberte ido ya? No creo que quieras quedarte aquí hasta tarde de nuevo—. Contestó cansado el rubio. Lo que menos quería era seguir discutiendo algo que no tenía sentido alguno.

—¿Habrá alguna razón para que el delegado no quiera avisar de lo que hice a la directora?—. El pelirrojo se había acercado amenazadoramente. Había tan solo centímetros de distancia entre ellos.

—¿Y cual razón podría ser esa?—. Nathaniel tragó saliva, la cercanía de Castiel le causaba una extraña sensación. Notó algo frío en la espalda, al parecer sin darse cuenta había estado retrocediendo y ahora su cuerpo estaba contra uno de los casilleros.

Castiel se encogió de hombros y luego soltó una fuerte carcajada. Le divertía ver al rubio de esa manera, tan indefenso y nervioso. Por el contrario, a Nathaniel no le causaba ninguna gracia que se estuvieran burlando de él de esa manera e incluso pensó en ir en ese instante con la directora pero eso significaría tener que cuidar que Castiel cumpliera su castigo y era lo que menos deseaba. En estos momentos, solo quería irse rápidamente de ahí.

—Eres un idiota—. Murmuró por lo bajo y aprovechando que el pelirrojo estaba a varios pasos de distancia comenzó a caminar. Castiel fue más veloz y lo volvió a dejar acorralado.

—¿Ya te ibas?

—Déjame pasar, me haces perder el tiempo.

—¿No piensas brindarme unos segundos más de tu compañía?—. Dijo bromeando lo que hizo enfurecer más a Nathaniel.

—Creí que no querías ni verme.

—Cuando tu boca permanece cerrada no es tan malo—. Nathaniel rodó los ojos.

—Castiel...déjame pasar—. Dijo el rubio con un tono de súplica en su voz. Odiaba a Castiel, odiaba que lo tuviera en esta situación, pero más que nada odiaba esa extraña sensación a la cual no le encontraba una explicación alguna y que estaba comenzando a ser molesta.

—Podrías pedirlo por favor.

—No tengo por que hacerlo.

—Entonces no me moveré—. Nathaniel suspiró enojado consigo mismo. Simplemente debía empujar a Castiel y huir de ahí, no debería ser difícil. Sin embargo, había algo que le gustaba.

Castiel sonrió y observó con atención el rostro de Nathaniel: su cabello dorado y sus ojos de un tono amarillo ámbar que combinaban a la perfección; sus mejillas sonrojadas por el enojo; sus labios de un rosado muy claro y...«¡Para de pensar en eso!» se gritó a si mismo. Rápidamente desvió la mirada.

—Por favor...—. Susurró Nathaniel con la mirada en el piso, Castiel sabía lo mucho que le había costado decir eso e iba a aprovecharse de ello.

—¿Perdón? No te escuché.

—¡No voy a repetirlo! Déjame pasar ahora mismo—. Nathaniel levantó la mirada y le dirigió al pelirrojo la mirada más intimidante que pudo.

Falsa Pelea [NathanielxCastiel OS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora