Infancia

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La infancia que Paul y Clara Jobs ofrecieron a su nuevo hijo fue, en muchos aspectos, un estereotipo de finales de la década de 1950. Cuando Steve tenía dos años
adoptaron a una niña llamada Patty, y tres años después se mudaron a una urbanización de las afueras.  La sociedad de crédito en la que Paul trabajaba como agente de
embargos, CIT, lo había trasladado a su sede de Palo Alto, pero no podía permitirse vivir en aquella zona, así que acabaron en una parcela de Mountain View, unapoblación más económica justo al sur de aquella. 

Allí, Paul Jobs trató de transmitir le a su hijo su amor por la mecánica y los coches. «Steve, esta será a partir de a hora tu mesa de trabajo», anunció mientras marcaba
una sección de la mesa del garaje. Jobs recordaba cómo le impresionó la atención que dedicaba su padre a la artesanía. «Pensaba que la intuición de mi padre con el
diseño era muy buena —afirmó— porque sabía cómo construir cualquier cosa. Si necesitábamos una vitrina, él la construía. Cuando montó nuestra valla, me entregó un
martillo para que yo pudiera trabajar con él». 

Cincuenta años después, la valla todavía rodea el patio trasero y lateral de esa casa de Mountain View. Mientras Jobs me la enseñaba, orgulloso, acariciaba las
tablas de la cerca y recordaba una lección que su padre le dejó profundamente grabada. Según su padre, era importante darles un buen acabado a las partes traseras
de los armarios y las vallas,aunque fueran a quedar ocultas. «Le encantaba hacer bien las cosas. Se preocupaba incluso por las partes que no se podían ver».

Su padre siguió restaurando y vendiendo coches usados, y decoraba el garaje con fotos de sus favoritos. Le señalaba a su hijo los detalles del diseño: las líneas, las
entradas de aire, el cromado, la tapicería de los asientos. Todos los días, después del trabajo, se ponía un peto y se retiraba al garaje, a menudo con Steve tras él.
«Pensaba que podía entretenerlo con algunas tareas mecánicas, pero lo cierto es que nunca le interesó especialmente mancharse las manos —recordó Paul años
después—. Nunca le preocuparon demasiado los artilugios mecánicos».
Trastear bajo el capó nunca resultó demasiado atractivo para Jobs. «No me apasionaba arreglar coches, pero me encantaba pasar tiempo con mi padre». Incluso
cuando se fue volviendo más consciente de que había sido adoptado, la relación con su padre se fue estrechando. Un día,cuando tenía unos ocho años, Jobs descubrió
una fotografía de su padre de cuando pertenecía a la Guardia Costera. «Está en la sala de máquinas, con la camisa quitada, y se parece a James Dean. Aquel fue uno
 de esos momentos alucinantes para un niño. ¡Guau! Así que mis padres fueron en algún momento muy jóvenes y muy guapos». 

A través de los coches, el padre de Steve lo expuso por primera vez a  a la electrotecnia. «No tenía un vasto conocimiento de electrónica, pero la encontraba a menudo
en los automóviles y en algunos de los objetos que reparaba. Me enseñó los principios básicos y aquello me interesó mucho». Los viajes en busca de piezas sueltas
eran todavía más interesantes. «Todos los fines de semana hacíamos un viaje al depósito de chatarra. Buscábamos dinamos, carburadores, todo tipo de componentes».
Recordaba ver cómo su padre negociaba ante el mostrador. «Se le daba bien regatear, porque sabía mejor que los dependientes del depósito lo que debían de costar
aquellas piezas». Aquello sirvió para cumplir la promesa que sus padres habían hecho cuando lo adoptaron. «El fondo para la universidad existía porque mi padre
pagaba 50 dólares por un Ford Falcon o algún otro coche desvencijado que no funcionara, trabajaba en él durante algunas semanas y lo revendía por 250 dólares. Y
porque no se lo decía a los de Hacienda». 

La casa de los Jobs, en el número 286 de Avenue, al igual que las demás del mismo vecindario, fue construida por el promotor inmobiliario Joseph Eichler,cuya compañía edificó más de 11.000 casas en distintas urbanizaciones californianas entre 1950 y 1974. Eichler, inspirado por la visión de Frank Lloyd Wright decrear viviendas modernas y sencillas para el ciudadano estadounidense de a pie, construía casas económicas que contaban con paredes de cristal del suelo al techo,espacios muy diáfanos, con columnas y vigas a la vista, suelos de bloques de hormigón y montones de puertas correderas de cristal. «Eichler hizo algo genial —
comentaba Jobs en uno de nuestros paseos por el barrio—. Sus casas eran elegantes, baratas y buenas. Les ofrecían un diseño limpio y un estilo sencillo a personas de
pocos recursos. Tenían algunos detalles impresionantes,como la calefacción radial. Cuando éramos pequeños había moqueta y el suelo siempre estaba caliente».
Jobs afirmó que su contacto con las casas de Eichler despertó su pasión por crear productos con un diseño limpio para el gran público. «Me encanta poder
introducir un diseño realmente bueno y unas funciones sencillas en algo que no sea muy caro —comentó mientras señalaba la limpia elegancia de las casas de Eichler—.
Aquella fue la visión original para Apple. Eso es lo que intentamos hacer con el primer Mac. Eso es lo que hicimoscon eliPod». 

Biografia De Steve JobsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora