Capítulo 3:

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(Narra Paul)

De repente se produjo una explosión en el barco y mi corazón paro en seco, Linda no había regresado, no sabia si estaba bien o no.

Rápidamente me levante de mi silla y corrí hasta las escaleras que llevaban hacia las habitaciones, pero al llegar a aquella puerta estaba en llamas y totalmente bloqueada, intente abrirla pero todo fue en vano. De repente dos marineros llegaron para llevarme a un lugar seguro, les explique mil veces porque tenía que abrir esa puerta, ya sentía como algunas lágrimas brotaban de mis ojos, sin embargo los dos marineros me llevaron prácticamente arrastrado hacia el bote salvavidas.

Ya estando allí los hombres intentaron tranquilizarme diciéndome que ella podría estar en los otros cuarenta botes que habían, sin embargo solo sentí una leve calma. Me quede mirando como el barco se hundía lentamente, pero otra explosión se produjo, mis manos empezaron a temblar y mi corazón empezo a latir fuertemente, ya sentía como se me iba a salir del pecho, le pedí a los marineros que volviéramos al barco quizás alguien necesitaba de nuestra ayuda, pero ellos se negaron, me dijeron que era extremadamente peligroso.

En ese momento estaba muy cansado, solo pensaba en donde y como podría estar ella, así que el sueño logro vencerme.

El sonido de gritos de ayuda y piedad me despertó, al pie de nosotros había un gran barco subiendo a los pequeños botes uno a uno poniendo a las aproximadamente mil ochocientas personas que habían sobrevivido a salvo. Una pequeña chispa de esperanza se encendió en mi.

Muy pronto llegamos a tierra, habíamos llegado a la ciudad de panamá, en el puerto había policías, médicos, etc. Nos hicieron un censo para saber cuántas personas habían muerto mientras los médicos nos revisaban a todos pero dando prioridad a los más heridos.

Al parecer habían muerto 200 personas, una cifra pequeña comparada con otras catástrofes similares (al parecer el barco era "muy seguro").

Busque por todas partes a Linda, desde los montones de gente desesperada hasta los heridos, pero no la encontré en ningún lado. Así que busque a un policía y le dije el nombre y la descripción de mi esposa, quizás ellos la encontrarían.

Trate de tranquilizarme un poco, si no lo hacía me daría un ataque nervioso, así que me senté en la primera silla que vi y espere esos minutos que para mí pasaron como una eternidad.

Después de un rato el oficial llego, me pare al instante esperando la respuesta del agente...

El me miraba y no pronunciaba palabra, no hacia ninguna cara.

—¿Qué es lo que pasa? —lo mire retadoramente, No respondía. —¡Diga lo que tenga que decir! —iba levantando mi tono.

—Lo siento, no la hemos encontrado, suponemos que en próximos días podemos entregarle el cuerpo.

Esa fue la peor noticia que pudieron darme en mi vida, sentía como perdía fuerzas en mi cuerpo y como el corazón se escapaba de mí, caí en el piso como una piedra.

Desperté unos minutos después, pude ver como una enfermera me miraba mientras sostenía un trapo que olía a alcohol en su mano.

—Ya está despertando —dijo la muchacha.

Ella me ayudo a parar y me sentaron en una silla. Cuando ya tuve control sobre mí mismo ella se arrodillo al frente mío y con un tono de voz dulce me dijo:

—Tienes que ser fuerte, la vida sigue, tienes que tener un motivo para salir adelante o ¿no?.

Me quede mirándola, no sabía que responder mi mente solo estaba en blanco lo único que sentía en mi interior era como mi corazón poco a poco se desboronaba y se volvía polvo. Al ver mi falta de respuesta ella comprendió y se fue, pero antes de irse me dio un abrazo, lo que más necesitaba en ese momento.

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