Frente a una situación desesperada, sea cual sea, la gente se encuentra rogándole a Dios una respuesta, y, si no es a Dios, a algún ente, objeto o simplemente esperan que mágicamente todo se solucione para poder seguir con sus vidas. Sienten que necesitan un soporte externo, algo que los haga mantener la esperanza aunque sea un día más en un mundo cada vez más consumido por los problemas que ellos mismos generan. Y, frente a esta petición, ¿cuáles son las respuestas habituales? Lo mismo de siempre: sugestión vana que nos hará vivir ilusionados o silencio desgarrador que nos encerrará en la angustia y nos empujará a cometer actos de frenético desquicie.
¿No creen que deberíamos tener un verdadero soporte externo?
¿Uno que podamos SENTIR, VER y TOCAR?
Bien, si están de acuerdo conmigo, entonces les sugiero que lean atentamente lo que detallaré a continuación. Pero les advierto, lo que decidan hacer con la información que les daré queda bajo su absoluta responsabilidad, así como las consecuencias que puedan traerles.
El único ente «sobrenatural» del que podemos dar fe de su existencia son los muertos. Los muertos están en todo el mundo, y están desde siempre. Las ceremonias rituales a los muertos comenzaron hace más de sesenta mil años, antes de que el hombre fuese hombre. Con el tiempo, el culto se desarrolló diversas religiones y creencias, todas dirigidas a alabar a nuestros antepasados, la mayoría de formas distantes e indirectas. Tuvimos que avanzar hasta la Edad Media para intentar, clandestinamente, contactar a los difuntos de manera directa mediante mediums o la así llamada «magia negra» o «necromancia». El último gran salto fue con la curiosidad esotérica de los científicos fenomenológicos, cuando en 1901 el doctor Duncan MacDougall, estadounidense de Massachusetts, realizó los experimentos que establecían que el alma humana tenía peso (veintiún gramos). La gente siente la presencia de los muertos. Cuando dormimos, cuando caminamos por la calle, cuando tomamos el subterráneo; cada hora de cada día estamos acompañados por algo que parece confundirse por nuestra conciencia. Pero a veces lo escuchamos, y entonces sabemos que no estamos solos. Sí, hay una barrera que nos separa, pero no estamos solos.
Los muertos, todos los muertos, forman un solo ente (me referiré a este ente de ahora en adelante como «El Ente del Más Allá»). Al igual que se dice que Dios es el conjunto de todas las cosas, El Ente del Más Allá es el conjunto de todos aquellos que hicieron posible nuestra existencia, nuestra historia y nuestro modo de vida. Resumiendo, El Ente del Más Allá es la parte de Dios más cercana a nosotros.
El ritual que describiré es un ritual de invocación, seguido de un pacto de sangre. Puede realizarse en cualquier cementerio que disponga de fosas terrestres, a cualquier hora del día. Sugiero hacerlo rápido y en una tumba reciente para no llamar mucho la atención.
Se necesitarán los siguientes elementos:
• Incienso (puede ser en flor, pastillas, sahumerios, etcétera)
• Sal gruesa
• Maíz en granos
• Una tarjeta en blanco
• Un bolígrafo o algo para escribir (lápiz no)
• Un envase o recipiente pequeño con tapa
• Vino (una botella)
• Un papel en blanco (A4 o tipo carta)
• Una jeringa hipodérmica
• Un alicate o cortauñas
• Un incinerador o parrilla
• Fósforos o encendedor
• ConcentraciónLo primero que deben hacer es visitar algún cementerio, panteón o iglesia en donde haya alguien enterrado. No es necesario que lleven ningún elemento en este primer recorrido, ni tampoco que sea el mismo cementerio en donde realizarán el ritual. Pueden llevarle una flor a alguien si lo desean, pero no es obligatorio. El Ente del Más Allá notará su presencia y el tiempo para el ritual comenzará a correr.
A partir de la fecha y la hora en la que visitaron aquel lugar, tienen exactamente una semana para ir al cementerio (esta vez debe tener fosas comunes) y seleccionar una tumba. En esa tumba se arrodillarán, se besarán la mano derecha y extenderán el beso hacia el nombre inscrito en la lápida. Luego, esparcirán la sal a su alrededor haciendo un semicírculo para purificar el lugar. Una vez hecho esto, cierren los ojos y tómense su tiempo para concentrase en algún familiar, conocido o alguna persona que haya muerto. Es recomendable pensar en alguien fallecido recientemente, puesto que los ancestros antiguos son un poco más difíciles de contactar. En un momento dado, sentirán la brisa en la cara, y por más abrigo que lleven sentirán un escalofrío en todo el cuerpo. Cuando lo sientan, es hora.
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Historias De Miedo
TerrorEste libro no lo escribiré yo, si no que será una recopilación de diferentes historias de terror que haya encontrado y me hayan parecido buenas o simplemente me hayan llegado ha asustar un poco.