Todas las formas de enamorarse de la manera equivocada y más (Breddy Meyva)

III. gasolina

Los labios de Bryan eran carnosos. Los labios de Bryan eran peligrosos.

—Bry, ¿crees en el amor?

—Sí

—¿En el amor incondicional, verdadero?

—¿Tú?

—He pensando mucho,— fui interrumpido.

—Nada nuevo.— rió, y yo reí.

Y sonreí. Amaba cuando era yo el que causaba su risa. Sentía enorme alegría.

—Te odio, Bry.— traté de empujarlo.

—Me amas.— enredó sus brazos al rededor de mí.

Me quedé sin aire. No necesitaba aire si tenía a Bryan. No necesitaba nada más que él. Apretó su agarre en mí. Sentía que me derretía, que en cualquier momento dejaría de existir para fundirme en él.

—Te amo.— era imposible sonreír más.

—¿Sí?— atacó mi hombro con su labios. Subió a mi ojera, mordió levemente, lambió delicadamente, rió eróticamente. —¿sí?— repitió.

Hice lo imposible. Sonreí más. Después de menos de un segundo mi sonrisa cayó cuando él calló.

—Siempre.

Los labios de Bryan eran peligrosos y carnosos y los tenía tan cerca y los sentía tan cerca y me sentía tan cerca de evaporar. Estaba a punto de llorar. De rendirme y confesar.

—Bien, así debe de ser.— rió y esta vez no reí.

No reí porque sus labios se alejaron y mi cuerpo dejo de sentir su calor. Más bien, sentía su calor, aún lo sentía. Aún sentía sus labios y sus brazos y su todo pero él ya no me estaba abrazando o besando así que lo que sentía era un fantasma. El fantasma de él, el fantasma de sus labios, el fantasma de sus brazos que en poco tiempo partiría y el frío que siempre va conmigo adentro regresaría a acompañarme en el exterior nuevamente.

Cerré los ojos. Me permití unos segundos para tratar de recordar, de memorizar, de plasmar lo que acababa de sentir para nunca olvidarlo. Cada momento, cualquier toque, cualquier regalo de Bryan era algo que se tenía que guardar y apreciar y atesorar para toda la vida.

Por qué él, por qué debe de ser así, por qué él es así, por qué soy así, por qué.

—Veo que has regresado a tu modo pensativo, Freck. ¿Acaso hace falta que te entretenga toda la tarde para que dejes descansar a tu cabecita?

—¿Entretenerme?— patético yo con mi patética voz llena de patética ilusión.

—¿Quieres jugar FIFA?