Kai busca con la mirada al Guardián cada vez que oye el aullido atravesar la noche, pero este no se deja volver a ver. El bosque muta, crece, los pequeños animales corretean por sus rincones día y noche, pero él se mantiene oculto.
A veces, cuando su mente está entre despierta y dormida, siente algo cálido en la mejilla. Un contacto suave, piel contra piel, pero, al abrir los ojos, se encuentra con el solo indicio de un par de pisadas humanas a su lado que ya resultan familiares.
¿Dónde estás?
La pierna se recupera del todo y empieza a explorar los alrededores del claro. Se interna en laberintos de ramas, palpa las rugosas formaciones rocosas, siente el musgo bajo las puntas de los dedos. Los Kodama a veces le siguen el paso y le descubren nuevos lugares. Una cueva, un arroyo, la suave y curiosa forma de la vegetación.
Un día, camina tanto, que acaba divisando el final del bosque, la luz del día al otro lado. Cuando sale al exterior, el sol le deslumbra. Se cubre los ojos con una mano y divisa montañas a los lejos, un río cruza una llanura en la que una pequeña aldea alza sus muros de madera.
Da un par de pasos y de repente se siente desprotegido. El aire es frío a pesar del sol que brilla alto en el cielo. El viento aúlla y agita la tela de sus pantalones. En la aldea, un fuego arde en una casa, y una columna fina de humo se difumina en el firmamento.
Retrocede a los pocos segundos y deja que el bosque le vuelva a cubrir con su manto de protección, que los pies descalzos pisen musgo y hierba, que los árboles respiren a través de él.
De repente se siente desorientado.
Mi mundo es ese de ahí fuera, recuerda.
Lleva tanto tiempo bajo esas ramas que casi ha olvidado la razón por la que fue allí. Ese lugar se ha convertido en su hogar con tal rapidez que el recuerdo de su aldea le es difuso.
Hakyeon.
Regresa sobre sus pasos y vuelve a observar la llanura, esta vez sin salir al exterior. Quizás está allí. Quizás sobrevivió y le ha tenido tan cerca sin saberlo.
Esa noche viaja por un recuerdo de su más profunda infancia. Sueña con fuego, con soldados y el grito de una mujer, con árboles caídos y la hierba ennegrecida bajo él. El brazo protector, la espuma del mar en la cara, el olor del salitre en la nariz. Pies descalzos, polvorientos, jornadas caminando y el calor de un nuevo hogar.
Sueña con una sonrisa que le dio fuerzas para seguir adelante.
Al despertar, siente los ojos húmedos. Parpadea varias veces y nota que todavía es de noche. Se incorpora y entonces le ve.
Ahí está, el Kitsune, sentado a pocos metros de él, con sus nueve colas enroscadas alrededor del cuerpo. Tiene los ojos cerrados, pero ante el menor movimiento de Kai, los abre y se clavan en él.
Esta vez, Kai se atreve a incorporarse con movimientos lentos.
El Kitsune alza la cabeza, aúlla y vuelve a mirarle fijamente.
Kai da unos pocos pasos y acorta la distancia. Como había supuesto, el animal es enorme. Su pelaje brilla en la noche que termina, como si las estrellas durmieran sobre él, y todo él emite un aura poderosa.
Cuando casi está a su altura, el Ktisune se levanta sobre sus cuatro patas y se gira. Empieza a caminar hacia el lago y Kai le sigue detrás, los pies pisando sobre las enormes huellas que va dejando el animal.
Al llegar al lago, empieza a sumergirse poco a poco en él. Cuando la luz del amanecer cae sobre él, Kai observa cómo la forma del animal va cambiando. Se encoge poco a poco y el pelaje va desapareciendo, dando paso a formas más redondeadas. A un codo, un hombro, la expansión de una espalda. El pelaje blanco se convierte en una pequeña melena oscura, las estrellas de este se impregnan en una piel morena que desaparece poco a poco bajo las tranquilas aguas.
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El bosque de los espíritus » KaiXing
FanfictionNueve vidas, nueve estrellas le iluminan. Ocho se han consumido. Autor: Wileret Pareja: KaiXing [Kai X Lay] Género: Fantasía Ranking: +16 Reto: Short Fic / Ghibli / Inspirado en la Princesa Mononoke N/a: Un millón de gracias a @Anukkket, que me ha...