Capítulo uno

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Ella lo sabe antes de llamarle. Simplemente tiene un presentimiento respecto a eso y, sin embargo, necesitaba contárselo a él antes de poder comprobarlo y desmoronarse.
Y también cabía la posibilidad de que él fuera un imbécil que quisiera ver una prueba con sus propios ojos. Pero a ella realmente no le importaba hacerse una, así que simplemente se limitó a llamar al número que él había programado en su teléfono (y que ella había ignorado durante semanas porque no "tenía tiempo para tener citas románticas") e intenta recordarse a sí misma que necesita respirar y calmarse y—
¿Hola?
—¿Dalas?
Ella espera que su propia voz no haya sonado temblorosa.
P.
Él suena contento, quizás un poco sorprendido.
—Tenemos que hablar.
No tiene sentido andarse por las ramas.
¿Va todo bien, amor?
Ella aprieta los párpados ya cerrados porque, cielo santo, ella gustaba de él y él era genial; y realmente sonaba preocupado a pesar de que ella nunca le haya llamado desde la última vez que se vieron y seguramente él ya la odie; pero si las cosas hubieran sido diferentes...
Pero esto es como una tirita, ¿verdad?
Simplemente debes tirar de ella y ya.
—Creo que estoy embarazada.

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Ella no le dice nada a Rosy McMichael, sólo se limitó a pedirle si podía vigilar a Suki durante un par de horas porque ella tenía cosas que hacer; y Rosy debió detectar algo porque todo lo que hace es echarle una mirada de preocupación y un "por supuesto que puedo vigilar a Suki".
Suki no sospecha nada pero es un niña, así que ella le da un abrazo y una sonrisa antes de irse y Lizy le sonríe afectuosamente y se resiste las ganas de descansar su mano en su vientre y los pensamientos de lo que ella iba a hacer cuando él se fuera, y lo que ésto le iba afectar a Suki, pero ella logra no perder la cabeza hasta cerrar la puerta detrás de ellos.
Tan pronto como ellas se fueron (y que ella se haya calmado un poco) Lizy cruza la calle hasta la tienda de licores y compra dos tests de embarazo de diferentes marcas sólo para evitar falsos positivos, problemas técnicos o lo que sea y, luego, tras regresar a su casa, empieza a dar vueltas por su sala de estar, esperando a que él viniera.

En la llamada él se lo tomó sorprendentemente bien, sin preguntar si era suyo (porque, obviamente, ¿por qué otra cosa ella le hubiese llamado?), simplemente él preguntó si ella estaba segura de sus sospechas (bastante segura pero no exactamente) y si quería reunirse con él.

(—Todavía no me he hecho el test. Pensé que tú quizás...
—Sí, eso e-—
—Quiero decir, estoy bastante segura-—
—Estaré allí—la interrumpió, con el "contigo" implicado.)

Así que ahora ella estaba allí esperando a ése hombre, que sólo le había visto una vez, a que apareciera así ella podría hacerse el test de embarazo y averiguar si ellos estarían atascados juntos durante los siguientes dieciocho años.
Lizy nunca se había sentido tan estúpida.
Ella es madre, por el amor de Dios. Ella tiene una hija, tiene responsabilidades (¿cómo pudo permitirse hacer algo tan estúpido? ¿Qué le dirá a Suki? ¿Y a sus amigas y...joder, Miki será dolor en el trasero cuando le cuente ésto).
Pero, afortunadamente, unos golpes en la puerta evitaron que ella pudiera entrar más en pánico, así que se toma un respiro profundo antes de responder (no es que le hiciera bien, simplemente porque una mirada a él prácticamente le haría perder el aliento otra vez).
Ella se había "olvidado" (sólo un poco) lo atractivo que él era. Había una razón por la que ella estaba atraída a él, porqué ella había aceptado a ir a su casa, porqué ella había estado tan tentada a llamarle, porqué ella no había borrado su número de teléfono del todo a pesar de no haberle llamado nunca.
Él le sonríe a ella y el nudo en su pecho no se ha aflojado de ninguna manera pero, de algún modo, es más fácil ahora que él estaba aquí.
—Lizy—saluda.
—Hola. Eh, entra,— le dice, abriendo la puerta un poco más y apartándose a un lado para que él pudiese entrar. Él agacha un poco la cabeza mientras entra y ella cierra la puerta detrás de él con un suspiro.
—Gracias por venir— musita, escondiendo sus manos en los bolsillos y él asiente.
—Por supuesto—él hace un movimiento como si quisiera alcanzarla pero se detiene. Ella no puede determinar si él está contento por ello o decepcionado.— Lo que sea que pase, te aseguro que no estarás sola en ésto.
Y la sinceridad en su voz la está matando.
Ella asiente con la cabeza, aguantándose las lágrimas.
(Ella tiene que estar embarazada, ¿por qué, si no, estaba excesivamente llorona—bueno, no había derramado nada pero aún así...)
—¿Te has hecho el test aún?—pregunta tentativamente.
Ella sacude la cabeza, evitando su mirada.
—No, yo--yo quería esperar. Y no podía hacerlo con mi hija alrededor.
Él parece entenderlo porque simplemente toma la bolsita de la mesa de café y se lo tiende a ella.
—Estoy listo cuando tú lo estés.
Ella no está lista y probablemente él tampoco, pero realmente no pueden permitirse el lujo de aplazarlo.
Ella lo guía por el pasillo hasta el baño y él espera fuera de la puerta y...
...es incómodo.
Toda la situación es incómoda pero ella está demasiado nerviosa como para preocuparse por eso, y él está siendo...Honestamente, ella está sorprendida sobre lo bien que él lo está llevando toda la situación, lo amable que es y no el típico cretino que quiere ver una prueba sí o sí que ella esperaba ver.
Después de Miki y otras pocas citas más que ella había tenido en el pasado, ella había asumido que tenía un gusto terrible por los hombres pero, sin ir más lejos, Dalas no parecía tan malo. Al menos. Ella sabe que pudo haberlo hecho mucho peor y, la verdad, ése pensamiento era casi reconfortante.
Ella abre la puerta cuando finaliza y le dice que todo lo que tienen que hacer ahora es esperar. Él asiente y pasa por su lado, sentándose en el borde de la bañera y ella se une a él.
—Esperaba que me llamaras.—dice él después unos treinta segundos aunque Lizy lo sintió como algo eterno.
—Quería hacerlo—musita— Simplemente pensé que sería demasiado complicado.
Él resopla una risa y ella no pudo evitar sonreír por lo irónico de la situación.
—Otra vez, ¿cuantos años tiene ella?—inquiere, cabeceando hacia la toalla de "Soy Luna" en el bastidor. Ella no podía estar segura de que si él lo recordaba (porque por supuesto que ella le dijo que tenía una hija, ésa es una de las primeras cosas que le dice a los hombres, normalmente eso es suficiente para espantarles—tampoco era que utilizaba mucho a Suki como escudo de hombres, en todo caso) o si él simplemente encajaba las piezas.
—Nueve. Tendrá diez dentro de unos meses.
—Suki era, ¿verdad?
Ella asiente. Entonces él se acordaba. Su corazón encoge.
—¿Y su padre?
—No aparece mucho.—hace una pausa— Ha sido así durante mucho tiempo.—se muerde el labio—¿Qué les voy a decir a ellos?
Él atrapa su mano y entonces su primer instinto es apartar la mano de él pero no lo hace. Es reconfortante, y ella necesita eso ahora mismo. Ella necesita alguien que la tome de la mano y que le diga que va a estar todo bien porque todo lo relacionado con ésto se siente definitivamente como todo lo contrario.

Todo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora