Colmillo de Coral

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Mi nombre no importa, pues considero que ese tipo de cosas están sobrevaloradas. Además, me caga el nombre que mis padres me pusieron. Ahora que lo pienso, y no es que no lo haya pensado antes –no me vayan a creer una estúpida o algo peor–, me caga todo lo que tenga que ver con esos idiotas.

Por un lado está mi mamá que se coge al esposo de su hermana todos los días mientras mi papá está trabajando. O así dice él. Los he escuchado pelear por las noches, mi mamá lo acusa de oler a burdel barato. No veo cual es el problema, por mí como si los dos huelen a verga o mierda. Su higiene personal me importa menos que la rata a la que acabo de matar.

Hay días en los que los veo tan felices que no puedo sino sentir pena por ellos y la mentira que se fuerzan a vivir. ¡Y me regañan –con la evidente golpiza que ello requiere– por mentir en la escuela! Y no es que vaya mucho últimamente a la escuela, ¡par de hipócritas! El último día que fui a la primaria, de eso ya han pasado quince días, vi al estúpido de mi primo, Elías –nombre más maricón no pudo ponerle la pendeja insufrible de mi tía–, aferrarse a los barrotes de la escuela. Cómo si eso lo fuera a salvar de la mierda de mundo en que vivimos. La puta escuela no es sino una evasión de la realidad, no hay nada ahí que te pueda servir para arreglar lo que está roto en tu familia; y nadie en ese mierdero podrá realmente ayudarte a superar los traumas. Malditos maricones. Y más ahora con su estúpida e insufrible campaña contra el bullying. ¿Acaso no se dan cuenta de que el verdadero abuso viene desde dentro del hogar? ¿Tan imbéciles son? No es sorpresa que el mundo se esté yendo tan al carajo. ¡Y luego se quejan también! ¡Malditos! ¡Los odio a todos!

Agarro la rata de la cabeza y del cuerpo, tiró hasta que la carne se separa y la sangre me corre por las manos. Si pudiera hacer eso con mi madre, la puta. Agarrar la piedra que tengo enfrente y golpearla hasta que se muera. Seguir golpeando hasta reducirla a una morcilla...

Dejo caer los pedazos del animal y pateo uno de ellos, quien sabe a dónde va a parar. ¿Quién sabe algo de la vida? Todo es algo inservible.

Las calles están vacías. Paso por delante del número 1607, ahí está Erin cogiéndose a otro puto. Ambos han de estar drogados, cómo yo quisiera estarlo. Erin es la única persona a la que le tengo un poco de respeto, es listo y sabe que no hay nada que valga la pena en esta vida. Por eso es cómo es, hace lo que hace y le chupa huevo el resto del mundo. No le importa que lo señalen y ridiculicen. Incluso cuando lo golpearon, rompiéndole una pierna, se rio y los llamó maricones, ¡qué ironía!

Más adelante, un par de casas más, es donde yo vivo. Hoy mamá no llegará hasta tarde, anda en el panteón o en un lugar haciendo algo. Sólo estamos papá y yo. Tal vez le diga lo que mamá ha estado haciendo a sus espaldas, quizá él la terminé matando por mí. Puede que me deje ver como la golpea... mierda, ¡puede que me deje pegarle a la muy puta! ¡Se lo merece! Papá es racional, acabará con ella. Terminando con todos nuestros problemas.

Sí.

Le contaré lo que la sucia de mamá ha estado haciendo. Le diré todo lo que le he visto hacer a la muy puta. Inventaré algunas cosas incluso. Sí. Pero no puedo decírselo tan a la ligera, quedaría como una broma de mal gusto y la golpiza sería para mí. Podría hacerlo llorando, o quizá fingiendo gran incomodidad. Como cuando me atrapan diciendo mentiras. Sí, eso podría funcionar. Y si no, bueno después de todo vivimos en la era de la tecnología e incluso alguien de mi clase puede tener padres con teléfonos celulares con cámaras. Sí, ya veré como hacer esto.

Me detengo de golpe. Escucho risas, risas de mi papá y de... otra mujer que no es mi madre. ¿Qué está ocurriendo ahora?

Voy hacia la puerta, la abro y entro directamente a la pequeña sala donde encuentro a mi papá encima de otra... es mi tía... ¿También ellos? ¡Mamones!

Papá me ve. Se levanta rápidamente, subiéndose los pantalones. Mi tía me ve pasmada, jamás me había dado cuenta de lo estúpida que es su cara de retrasada mental.

–Creo que es mejor que me retire, Hugo –dice la muy zorra, subiéndose las bragas rosas y colocando en su lugar la falda de puta–. Hola, Sofía, ¿cómo has estado? Yo... em... estaba checando algo con tu papí, tiene unas manos muy habilidosas –se ríe.

–Es mejor que te largues, Laura.

La sonrisa concubina se borra de la cara equina de mi tía. La puta mayor, de no ser por mi madre. Asiente y sale de la casa, cerrando la puerta detrás de ella y dejándome con el mamón insufrible de mi padre. Lo veo retorcer sus manos con nerviosismo, ni siquiera se ha dado cuenta de que voy cubierta de sangre de rata. Rata como él; como ella y su puto esposo; como mi maestra y el señor de la tienda; como todos a los que conozco. Pero en especial como mi mamá.

–¿Qué has estado haciendo? –inquiere mi papá con una voz casi juguetona, como si él hubiera estado leyendo el periódico y yo viniera de arenero– ¡Pero bueno, no te quedes ahí como una retrasada! ¡Respondeme! ¡Responde carajo!

–Puto de mierda, muerde almohadas maricón.

Su cara se desfigura en el horror. Avanza hacia mí con paso firme, aprisionando mi brazo entre sus asquerosa y áspera mano. Me da un fuerte tirón que me hace tronar el hombro.

–¡Suéltame, mamón!

Me da una fuerte cachetada mientras aprieta más mi hombro, lo siento dormido.

–¡Qué dijiste! ¡QUÉ DIJISTE!

–¡MAMÓN!

El golpe que me da hace que la nariz me sangre, le araño el rostro y le escupo a la cara. Trato de librarme de él. De insultarlo, de hacer algo. Pero el muy puto no deja de darme cachetadas. Cada una más fuerte que la otra, aunque no importa. Lo cierto es que tengo las mejillas entumidas.

–¡QUÉ ME SUELTES MAMÓN!

Y lo hace, pero no de la manera que yo hubiera querido. Primero se levanta, cierra su mano más firmemente alrededor de mi brazo. Tira de mí y yo siento como mis pies abandonan el suelo. El aire me da de lleno en la cara. Veo pasar la sala; escuchó un suspiro del viejo mamón. Caigo encima de una mesita, tirando todo lo que está encima y reboto hacia el suelo para ir a darme de cara contra la pared. Sobre ésta queda una estela de sangre mientras me deslizo.

–¡Sophie! ¡SOPHIE! ¡PERDONAME, YO... YO NO QUERÍA! ¡PERDONAME, HIJA!

–¡Me alegra que mamá se esté cogiendo al esposo de Estela! –le gritó y aquello realmente lo hace enfurecer. Primero puso cara de idiota, pero luego vino a jalarme del pelo con mucha fuerza. Me duele mucho y grito, pero no dejo de reírme del imbécil.

No detengo la burla ni cuando me da un puñetazo en el cachete. No veo nada por unos segundos, temo haberme quedado ciega. Deseo estar ciega. Pero sé que no lo estoy porque vuelvo a ver su estúpida cara, debatiéndose entre el pánico y la ira. Sufre mamón.

Cuando despierto mi mamá está a mi lado, llorando. Tardo en entender por qué llora.

–¿Cómo estás? –Me pregunta con una voz tan falsa que me dan ganas de escupirle a ella también– no te preocupes, ya lo han detenido.

¿A mi papá? Vaya, pues que buen trabajo han hecho estos mamones. No se molestaron en investigar a la puta ésta. Si no, yo ya estaría en un orfanato.

–Ese depravado no volverá a hacer daño a nadie. Ya decía yo que no era bueno tener a alguien de su calaña rondando por aquí. ¡Merecidas tuvo aquellas palizas cuando le rompieron la pierna!

¡MAMÓN! ¡NO! ¡ÉL ES INOCENTE! ¡DA LA CARA MAMÓN!

Pero no sirve de nada, pues sólo emito quejidos. El mamón me ha dejado jodida. Y está imbécil... ¡MALDITOS LOS DOS! ¡ME LAS PAGARAN LOS DOS...! No... los cuatro me van a pagar esto que me han hecho; que nos han hecho a Erin y a mí. Ya lo sufrirán estos malditos.

El cielo es más grande que el sueño. La horca el Dios. No me verán venir los mamones.

Terror Perturbador. ✝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora