P. D. V.(Pto de vista) de Misha
Una pequeña siestecilla en el sofá y estaba como nueva, ¡lista para comerme un elefante por los pies, vamos! Así que, como Lynz llegaría pronto para comer antes de ir al turno de tarde de la universidad, empecé a preparar la comida. Esta era nuestra… tradición. Rutina suena demasiado aburrido.
Al salir de la última clase es cuando más se notan las pocas horas de sueño, eso no se puede dudar. Notaba los efectos de la noche anterior delante del ordenador mientras volvía a casa, caminando tranquila y lentamente por las ajetreadas calles de Londres. A ritmo de Paramore, llegué a casa y tras subir las escaleras, por fin alcancé el paraíso, también conocido como el apartamento que compartía con Lynz. Abrí la puerta y tiré las llaves en algún sitio; decisión impulsiva de la cual me arrepentiría cuando no las encontrase más tarde.
Hoy me sentía con ganas de cocinar, así que comencé a preparar una olla de Teriyaki y un par de platos de Tonkatsu. Ya sé que no es lo más normal para comer, pero tiene una razón. Como Lynz tenía familia en España, desayunábamos a la española, y como yo había pasado unos cinco viviendo en Sendai, Japón, a veces, cuando me apetecía darle un pequeño “premio” a Lynz, me da por preparar alguno de los platos típicos de allí.
Justo cuando echaba el arroz en la olla de la carne, entró Lynz por la puerta, aunque más bien sonaba como si una banda de una cabalgata hubiese sido estrujada en nuestro salón.
- Mis! Mis! Misha! – Gritaba la endemoniada. Como gritaba la muy… Un día de estos me dejaría sorda, de verdad. Antes de que pudiese lo que le pasaba a la colgada esta, enchufó su iPhone de “super hipster de la muerte” a los altavoces y Panic! At The Disco comenzó a sonar por todo el apartamento.
- ¿Qué haces? – Le grité por encima de la música. - ¿Qué te ha dado, pedazo de psicópata oligofrénica?
En vez de responderme, porque eso es lo que haría una persona normal, me cogío de las manos y me hizo bailar y dar vueltas por todo el salón – menos mal que nos había mucho espacio. Le seguí el rolló durante unos minutos hasta que me harté de dar vueltas y, a decir verdad, mi estómago empezaba a protestar por todos los giros.
- Venga Lynz, cuéntame ya que ha pasado para que esa cabecita tuya esté tan loca hoy. – Le urgí, bajando el volumen de la música hasta que esta quedó como un mero murmullo de fondo.
- Es que, ¡tengo una noticia genial! – Exclamó con una sonrisa de oreja a oreja que haría palidecer a la del Joker.
- ¡Pues suéltala ya! – le solté una colleja, no muy fuerte claro, y le revolví un poco la mata de rizos rubios que le llegaba justo por debajo de los hombros.
Antes de que pudiese hablar, su estómago la interrumpió rugiendo:
- Creo que será mejor si te lo cuento mientras comemos. – Me guiñó un ojo y se sentó a la mesa. Repartió los cubiertos que había dejado allí antes y entrelazó los dedos, con una sonrisilla de suficiencia y cara de “niña buena”
- Sabes que te odio, ¿verdad?
- Lo sé, yo también te quiero.
Me giré y repartí el teriyaki y el tonkatsu en un par de platos, sin preocuparme mucho por la presentación. Cuando le puse su plato por delante, Lynz sonrió e inmediatamente tomó un bocado de lo que tenía delante. Su cara de deleite era tal que no pude hacer otra cosa que reírme mientras me sentaba delante suya en la pequeña mesa de madera
- ¿Qué es esto? ¡Está buenísimo!
- La carne es tonkatsu y teriyaki. – Lynz me puso una cara de confusión digna de ver, así que decidí que tal vez sería mejor explicarle qué se estaba comiendo. – La carne, el tonkatsu, es una chuleta de cerdo empanada en copos de pan japonés y frita. Lo otro que te estás zampando es el teriyaki. Es carne asada en una salsa especial, acompañada de arroz.