Acojona

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Nadie me reconoce y lo peor es que ni yo misma lo hago.
Para cuando te das cuenta de que las cosas han cambiado ya es demasiado tarde como para agarrar el freno de mano, porque ya arrancaste tu vida en esa dirección y vas a demasiada velocidad.
Tienes dos opciones.
Seguir con lo que llevas encima y aceptar todas y cada una de las consecuencias o hacer un aterrizaje forzoso sin la certeza de salir ilesa.

Para mi punto, prefiero seguir con todo aunque me acojone el simple hecho de pensar en que seguir adelante, no tiene porque ser premiado al final del recorrido. Arriesgar no es sinónimo de ganar, pero si de luchar.

He sido siempre más de arriesgar aunque el miedo se cale en mis huesos para luego quedarse todo en una lección de vida.
No hablemos de premios cuando sigo cada noche volviendo al día en el que siendo cuerda, acabé escogiendo el laberinto del cual hoy, no se de salidas de emergencia.

Nadie me reconoce.
No me reconozco al ver lo que fui un día y todo en lo me convertí por miedo a sentir.

Y ahora que siento, no me reconozco, pero sé que estoy donde quería estar.

Justo donde el miedo no me puede alcanzar.

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