Prefacio: Don't say goodbye

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La persona que estaba al otro lado de la calle era mi mejor amiga. Ella era una niña muy curiosa, tenía grandes ojos y largo cabello, ambos negros, era un poco más alta que yo y teníamos la misma edad. 7 años.

La conocía desde que tenía uso de razón, nuestras mamás eran muy amigas y vivíamos muy cerca. Se llamaba Faridi, pero solía decirle Lana, porque tenía una linda cara de rana, a mí me gustaban mucho las ranas y creía que eran los animales más lindos, pero cuando era chico no podía pronunciar la "R" y sonaba como "L" así que me acostumbre a decirle Lana.

Casi siempre ella iba a jugar a mi casa. Estaba muy emocionado porque mi mamá me había comprado una pista de carreras armable, siempre quise una y a pesar de la emoción que sentía no lo había abierto todavía, estaba esperando a Lana, quería estrenar mi pista con ella.

Sentía que Lana había estado demasiado tiempo del otro lado de la calle, me encontraba muy impaciente.

Por fin cruzó la calle.

­­-Hola "Mayki" -Me dijo con su aguda vocecita.
-Vamos Lana, tengo algo que mostrarte.
-La tomé de la mano y la llevé al patio de mi casa.
-Faridi, ¡qué gusto! ¿Quieres un poco de té? -Le preguntó mi mamá en cuanto cruzamos por la sala. Cuando estaba a punto de decirle que no teníamos tiempo, Lana le contestó.
- ¿De limón? -Mi mamá asintió.
-Sí, por favor -El té de limón era lo único contra lo que no podía competir para llamar su atención, así que él y yo estábamos peleados de por vida. Lo odiaba.

Me adelanté y fui a mi cuarto por la pista, Lana se tardó 10 minutos más después de que bajé.

- ¿Qué es esto? -Me preguntó mientras sacaba las piezas de la caja, le mostré la imagen de la caja y se sorprendió.
- ¡Es la pista que tanto querías! -Dijo riéndose, estaba tan feliz como yo.
-Sí. ¡Hay que armarla ya! -En ese momento comencé a sentirme más emocionado.

Mientras jugábamos el tiempo se me iba muy rápido. Competimos varias veces y en la mayoría ella me ganaba.

Su mamá llegó por ella y cuando entramos en la sala, la señora Sofía se paró del sofá y se despidió de mi mamá.

Lana se volteó hacia mi mamá y le dijo, como muy pocas veces:

- ¿Puede venir a jugar el jueves? -Mi mamá me miró confundida.
-Mike, ¿no le dijiste? -Entonces el confundido fui yo. Me la había pasado tan bien que había olvidado que el miércoles iríamos a pasar unos días con mis abuelitos y regresaríamos hasta el domingo.
-Pero puede venir con nosotros -Me apresuré a responder - ¿Verdad que puede? -Le pregunté o más bien, le rogué a mi mamá.
-Bueno... -Lo estaba dudando -Si Sofía la deja -Eso era prácticamente un "no", me sentí triste.
-No creo que sea buena idea -Dijo una vocecita a mi lado, creía que sería su mamá quién se negaría, la miré -Es que no sé a dónde van.
-A visitar a mis padres -Contestó mi mamá.
-Creo que será en otra ocasión, es una reunión familiar -Opinó la señora Sofía. Miré triste a mi mamá.
-Ella tiene razón -me dijo en tono consolador. Bajé la mirada y subí a mi cuarto sin decir nada. Después de unos cuántos minutos mamá me llamó una vez para decirme que Lana ya se iba, pero no bajé, estaba buscando mi carrito rojo, lo había metido en la caja pero no lo encontraba. Bajé corriendo las escaleras y apenas y logré alcanzar a Lana, justo antes de que cruzara la calle.

- ¡Lana! -Se volteó y corrí más rápido -Ten -le tendí el carrito rojo.
- ¿Me lo das? -afirmé con un sonido gutural.
-Pero es el que más te gusta -dijo devolviéndomelo.
-Quiero que te lo quedes y lo traigas cada vez que vengas a jugar.
-No puedo -aún tenía la mano extendida hacía mí con el carrito en la palma -No iba a aceptar, cuando ella decía que no, era no.
-Entonces guárdamelo.
- ¿Cómo? -preguntó confundida.
-Cuando regrese de ver a mis abuelitos, me lo devuelves, así que cuídalo bien, no te perdonaré si lo pierdes.
-De acuerdo -aceptó al final -que te diviertas.
-Adiós...

INTIMOS RECUERDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora