V 30 de febrero

14 1 0
                                    

Fue un miércoles, un 25 de mayo, lo recuerdo perfectamente. Al despertarme me di cuenta de que ya había amanecido, me levanté del sofá de un brinco, miré el reloj, faltaban 10 minutos para la hora de entrada. Fui corriendo a bañarme y vestirme. Bajé rápidamente las escaleras y pasé corriendo por la cocina.

— ¿Vas a desayunar? —preguntó mi madre desde ésta.
—No, voy tarde, nos vemos al rato —Ella se quedó sorprendida por mi repentina partida pero me pareció ver que sonreía.

Por la entrada choqué con una chica de cabello corto que se cruzó repentinamente en mi camino. Cayó cómicamente al piso.

—Aimé, lo siento —ayudé a la chica a pararse.

—Gracias —expresó con un gesto de dolor mientras se sonrojaba, seguramente, por la vergüenza.

—Perdón, pero voy tarde, te veo después —ella sonrió y se despidió con un gesto de la mano.

No llegué a tiempo a la primera clase y el profesor no me dejó pasar. No me molestó, por el contrario me sentía... bien, feliz, había dormido increíblemente y lo atribuía a aquella chica que cantó bajo mi ventana la noche anterior, esa canción me hacía recordar mi infancia pero sobretodo había interrumpido mi pesadilla, algo que nunca nadie había podido hacer antes, me tenía intrigado todo eso, tanto que ni siquiera pensé en Stella ese día. Hasta que me la encontré en la clase de matemáticas, ni siquiera me miró, me ignoró completamente y encima de eso parecía molesta, cómo podía actuar de esa manera cuando la que se portó como basura fue ella. No le hablé tampoco, ni pensaba hacerlo; nunca más volvería a dirigirle la palabra a una hetera como ella.

No vi a Faridi hasta la última hora ya que perdí la primera clase y las demás no me tocaban con ella. Quería disculparme por dejarla en el parque y quería contarle también lo que había pasado por la noche. Pero ella no llegó a la clase de artes.

— ¿Dónde está Faridi? —le pregunté a Mónica, su mejor amiga. Me miró raro antes de responder.
—Se tuvo que ir temprano. —dijo sin darme demasiadas explicaciones.

Ya en mi casa mi mamá estaba algo seria. Me asustó un poco dado que ella siempre sonreía.

— ¿Pasó algo? —cuestioné con cautela.
—Ayer quería hablar contigo pero ni siquiera bajaste a cenar y hoy en la mañana te fuiste corriendo sin despedirte —iba a regañarme, lo sabía, siempre le daba demasiadas vueltas a las cosas antes de reprenderme. — ¿Puedes decirme que pasó para que dejaras solo a tu amiga en el parque? Sé que no está muy lejos de aquí, pero ¿sabes dónde vive ella? Ya era tarde, ¿Y si algo le pasaba?

El tono de su voz iba en aumento con cada nueva palabra, estaba molesta. "No puedo decírtelo, no quiero hablar de eso porque aunque no quiera admitirlo duele y mucho" me habría gustado responder.

—Má, tranquila, no pasó nada ¿sí? Sólo vi algo que me sacó de onda y... y ¿cómo sabes lo que pasó? —reaccioné de pronto, cómo podía saber ella todo eso.
—Ella vino ayer, trajo tu celular y sólo dijo que te habías ido rápidamente y olvidó devolvértelo —comenzó a fruncir el ceño exageradamente, había algo que no me estaba diciendo. Había olvidado mi celular completamente, el día anterior pasaron muchas cosas. No pregunté nada más lo que le dio oportunidad a mi mamá para darme un sermón sobre que las chicas deben ser protegidas y nunca abandonarlas de esa forma, además dijo un montón de cosas acerca de ser un buen amigo sin importar la situación en la que me encontrara. Yo sólo asentía y le daba la razón, porque al final de cuentas sí que la tenía. Finalmente me dijo que invitara a Faridi a comer para agradecerle por llevarme el celular hasta allí y disculparme por dejarla. No me opuse, creí que era lo justo.

INTIMOS RECUERDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora