Para Larry

III

                -Te mostraré tu habitación- Dijo mi abuela dirigiendose  a mi mientras servía la comida, como ya dije mamá estaría un tiempo fuera de casa visitando y cuidando a mi hermano. Comí un poco, no tenía tanta hambre y seguí a mi abuela  Subía las escaleras, podía escuchar los leves rechinidos de esta no son tan molestos al tiempo te acostumbras; de pequeña jugaba con mi hermano corriendo por las escaleras, el que lograra hacer menos rechinidos ganaba, era agradable estar con el aunque a veces estaba de malas y se ponia odioso conmigo... lastimosamente enfermó un poco, los doctores dicen que puede empeorar, espero que no suceda ¡¡Amo, a ese Idiota!!. 

            -Supe que vendrías y arreglé todas las cosas- Un sentimiento de nostalgia recorría mi mente y corazón, sentía una calida sensación en mi rostro al momento que la puerta abría lentamente, extrañaba estar aqui en el fondo. Había pasado mucho tiempo desde que no visitaba a mis abuelos, después de... La muerte de mi padre. No pude retener las lágrimas y sollozos mientras me sentaba en la cama a un lado de mi abuela, no la veía pero sabía lo que estaba pensando -Aún lo extrañas, ¿cierto?- Preguntó mi abuela a la vez que se ubicaba a mi lado y ponía sus brazos alrededor de mi. -Sí, lo necesito...-Dije, calmando mis lágrimas y latidos - También lo extrañamos - Contestó mi abuela - Sabes cuál era la frase que repetía el padre Gabriel en cada misa - La miré extrañada, queriendo saber negué con la cabeza - Decía que cuando alguien se va, nunca se marcha... A menos de que la borres de tu corazón, el aún vive... En nuestros corazones hija - Secó mis lágrimas y salió de la habitación, ya estaba calmada, recosté mi cabeza y cuerpo en la cómoda cama mientras miraba el techo, un bello cielo pintado con los dedos de una dulce niña de cinco años ayudada por su padre y hermano estaban ante mis ojos, lo admiré por unos minutos cerré mis ojos, dejé escapar una lágrima y una sonrisa antes de quedar fuertemente adormecida en un profundo sueño.