XXI. Aguantar.

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22 de Junio del 2018.

Salí al balcón y me senté al lado del Mati con dos tazas de café en la mano, le pasé una y comencé a beber la otra. Pasamos un par de minutos en silencio hasta que tuve que formular la pregunta.

-¿Qué vamos a hacer?- no se inmutó, siguió mirando hacia adelante, como si esperara que dijera eso.

-Aguantar- me miró-. Es lo único que podemos hacer- asentí con la cabeza dándole la razón.

-¿Dónde está el Martín?

-Con el Alexis, lo voy a buscar en un rato.

-Debería irme, la Flo debe estar preocupada- me levanté y entré a la habitación, fui al baño a cambiarme de ropa.

Después de que la Calisto se fuera de esa forma -y yo me calmara un poco-, el Mati decidió dormir en el sillón y dejarme su cama, ya que no consideraba seguro que me quedara sola sin que supiéramos sobre la portuguesa. No puse resistencia, estaba para la embarrada en ese momento.

Cuando salí del baño, Matías estaba sentado en el mismo lugar del balcón, su taza de café seguía llena, no se había movido ni un poco. Iba a acercarme, pero noté que estaba llorando, y si hay algo que a los hombres no les gusta, es que los vean llorar, así que simplemente me fui.

Prendí mi celular, tenía muchísimos mensajes de la Flo, Edson, Cami y Charles. Seguramente la primera de estos les dijo al resto que me iba a reunir con la loca y todos estaban extremadamente preocupados por mí. Contesté todos los mensajes con un "estoy bien, gracias".

Al llegar a mi pieza, la Flo estaba tirada en mi cama durmiendo, cerré la puerta y de inmediato despertó.

-Ignacia de mierda, ¿a dónde estabai? Me teniai más preocupada, ¿erí tonta o qué? Tengo puras ganas de pegarte- gritó.

-Me quedé en la pieza del Matías- me miró sorprendida-. No de esa manera, ¿ya?

-¿Y qué pasó con la loca?- me tiré al lado suyo.

-Ella sabe mucho sobre mi pasado, cosas que trato de ocultar. Es peligrosa, prácticamente nos amenazó de muerte- recordé el trozo de papel que estaba en el bolsillo de mi chaqueta, lo saqué y se lo entregué, lo leyó con el ceño fruncido.

-Este papel no tiene una amenaza directa, no sirve para hacer una denuncia, puede tener múltiples interpretaciones.

-Lo supuse- suspiré y estreché la almohada contra mi pecho-. No quiero salir de la pieza en todo el día.

-Te entiendo. Igual podríamos hacerlo, los chiquillos tienen que entrenar y no tenemos nada que hacer- asentí con la cabeza-. ¿Querí algo de comer? Estoy muerta de hambre.

-Dale- se levantó y estiró, como había dormido con ropa, solo se puso los zapatos y bajó al comedor. Unos segundos más tarde sonó la puerta, pensé que era ella, así que abrí despreocupada, pero era la Cami.

-Ignacia. No hagas que una mujer embarazada se preocupe. Nunca- gruñó.

-Perdona, de seguro la Flo lo exageró todo, no fui a buscar pelea.

-Me vale un comino, tení suerte de que no me siento con ganas de pegarte. ¿Estay bien eso sí?

-Sí. No te preocupes.

-Bueno, eso era, voy a salir con la esposa del chapa, me la encontré abajo y no quiero que se sienta excluida tampoco. Nos vemos- me dio un beso en la mejilla y se fue.

En ese periodo de cinco minutos que se demoró mi amiga en traer la comida, pensé mucho sobre el Mati, me sentía mal por haberlo visto llorar, se veía tan... roto, mal, desganado. Es un excelente papá, ama mucho a su hijo, y que se lo quiera quitar alguien que nunca participó en su vida, es algo absurdo a mi parecer, el juez tendría que estar loco para ceder ante ella, ¿o es que puede ser persuasiva hasta en la corte?

-Llegué- gritó la Flo desde la puerta cuando entró.

-¿Por qué te demoraste tanto?

-Me encontré con tu pololo, ahora me vas a preguntar cuál porque tienes dos, maraca, pero era el Bartra.

Marc. Me había olvidado de él, ¿se puede confiar en él o está siendo manipulado por Calisto?

-¿Se pusieron a hablar?

-Sí, se estaba yendo a Moscú, te mandó saludos y dijo que se vieran allá- se encogió los hombros.

Comimos mientras me hablaba un poco sobre Chile, que había oído hablar de mis papás y el medio billete que se estaban desembolsando con un nuevo proyecto entre manos, siendo sincera, no me interesaba en lo más mínimo, ellos dos estaban muertos para mí hace rato, además, Calisto algo bueno había hecho, me había recordado el odio que sentía por mis padres.

Vimos netflix un rato, me relajó pasar el día así, todo el drama que se había generado este último tiempo me estaba volviendo loca, necesitaba algo de cotidianidad de vuelta en mi vida, nunca aprecié lo aburrida que era, hasta que todo se volvió una mierda.

Casi dieron las diez cuando la puerta comenzó a sonar fuertemente, la persona golpeaba y golpeaba sin cesar, fui a abrir, encontrándome con Matías hecho un desastre, tenía el cabello desordenado y emanaba olor a alcohol.

-¿Mati? ¿Qué onda?

-La Calisto me denunció, Nachi, me denunció. Ya no tengo nada que hacer, solo puedo volver a Chile. No sé qué voy a hacer- arrastraba las palabras, estaba bastante borracho.

-Aguantar- repetí lo que dijo en la mañana-. Es lo único que podemos hacer.

-¿Quién era?- la Flo fue hasta la puerta y vio al Matías-. Ah mierda, estai hecho pico.

-Cállate- le murmuré, rodó los ojos-. Ya hizo la denuncia.

-¿La loca?

-Sí po.

-¿Va a volver a Chile?

-Vamos a volver a Chile- miré al Mati, frunció el ceño.

-¿Vay conmigo?

-Tengo que, voy de testigo, ¿no?- le sonreí, tratando de calmarlo.

-Yo también voy, sirvo para orientarlos un poco, ¿no?- dijo la Flo, asentí con la cabeza.

Fui a dejar al Mati a su pieza, me quedé con el Martín, él no sabía nada de lo que estaba pasando, era inocente, e iba dar todo de mí para que no se lo llevara la portuguesa.

Me repetí durante toda la noche, una y otra vez: "aguantar, es lo único que podemos hacer".

Se viene la recta final amigos
Y prometo que habrá más romance en los próximos capítulos jiji

 Chased // Matías Fernández [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora