IV. La cena.

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8 de Abril del 2018.

Una semana, había pasado una semana y seguíamos sin avances. La Cami sigue actuando igual que siempre, el Charles también, y todavía no sé si es que este último tiene conocimiento del embarazo, aunque sigo con mis sospechas de que no es así.

A parte del tema de la Camila la semana había sido bastante buena; salí con los niños a pasear casi todos los días, llamé a la Flo para darle una actualización sobre mi vida diaria y al Edson lo llamaba de vez en cuando, ya que siempre estaba ocupado en su club.

–Tía Nachi, te hice un dibujo– me dijo el Renato entregándome una hoja con un dibujo digamos algo abstracto.

–Que bonito, me encanta– le respondí riendo.

–Mira, esa eres tú y ese es el tío Matías– señaló a dos monos a palitos que estaban tomados de la mano, no pude evitar reírme ante la idea romántica que le dábamos al pobre niño el cabro simpático y yo, si nos odiamos, demasiado, pasamos todo el día peleando por tonteras.

–¿Y por qué estamos de la mano?

–Porque oí al tío hablar por teléfono diciendo que eras linda, pero que lo sacabas de que... Quecio.

–Quicio– le corregí, luego me puse roja ante lo que dijo haber oído, ¿realmente me encontraba linda el cabro simpático? Igual es un adjetivo un tanto extraño, generalmente se refieren a las mujeres de "ricas" o "wenas", no de lindas–. ¿De verdad dijo eso?

–Sí, así que como ahora dijo que eras linda tienes que casarte con él– nuevamente me reí, ay el niño gracioso.

–Así no son las cosas amor.

–¿No?– negué con la cabeza.

–Para tener una relación se necesitan un montón de cosas, más allá de encontrar lindo al otro, cuando tu tío dijo que lo saco de quicio se refirió a que lo enojo mucho, y para casarse con alguien es necesario que ambas personas no se enojen tanto– le expliqué, él se veía confundido. Los llantos de la Nico nos interrumpieron, estaba durmiendo la siesta, así que fui a buscarla a su cuna.

Hoy venían el Arturo junto a sus hijos y señora. Estaba algo nerviosa, iba a conocer al gran Vidal, al crack, ultra crack. No sabía ni que ponerme, según la Cami iba a ser una cena especial, pero no tenía ningún vestido, todo lo caro lo vendí para poder pagarle algo a la Flo. Ya me había bañado cuando la Cami entró a mi pieza en medio de mi crisis, ella también acababa de salir de la ducha, tenía el pelo mojado y andaba en una bata.

–¿No tienes nada que ponerte?– preguntó, yo negué avergonzada–. Yo te presto algo, deja ir a buscar un par de vestidos para que elijas el que te gusta.

–No es necesario, Cami, me las puedo arreglar.

–Nada de eso– respondió y salió de mi pieza, a los minutos volvió a entrar con tres vestidos en sus manos–. No sé mucho cuál es tu estilo, traje de los más bonitos.

Me mostró los vestidos: el primero era de un tono azul eléctrico, acampanado. El segundo era blanco y largo, con la espalda descubierta. El tercero fue el que más me gustó, era negro, corto, ajustado y de encaje en la parte superior.

–Veo que te gusta el tercero- sonrió la Cami, yo asentí–. Ve a probártelo.

–Ok– entré al baño de mi pieza y me lo puse, luego me miré al espejo... definitivamente se veía mejor cuando yo no lo estaba usando.

Salí del baño dispuesta a aceptar las críticas de la Cami, que me dijera que se me veía horrible o algo, pero solo abrió la boca sorprendida. Puta oh, si ya sé que me veo mal.

 Chased // Matías Fernández [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora